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The Horrors, Sala But – Son Estrella Galicia (Madrid)

 

 

Parece mentira, pero diez años después de su debut, el quinteto inglés sigue bajo sospecha, al menos para aquellos que consideran que lo suyo es un ejercicio músico-estético más afín a tendencias, clubs de fans acneicos y fotos cool, que a inquietudes musicales remarcables.

Puede que sus detractores cuenten con razones para ello (la caricaturización siniestra de Faris Badwan podría ser una de ellas), pero lo cierto es que los ingleses cuentan en su haber con un disco redondo, Primary Colours (XL Recordings, 2009), amén de un puñado de buenas canciones repartidas entre sus otros trabajos.

Y entre estos, precisamente, se encuentra el reciente V (Wolf Tone Limited, 2017), obra que motivó la visita de los de Southend por estos lares. El nuevo álbum se erigió eje central del repertorio, factor que a la postre repercutió negativamente en el desarrollo de la actuación, dado el empecinamiento en conceder a la nueva criatura una importancia que todavía no se ha ganado.

Empezaron con «Hologram», su particular digestión del «Army of Me», de Björk, en clave filo-gótica-industrial. Siguieron con otra de las nuevas, la correcta «Machine», para adentrarse ya en las gemas de su mejor obra. Así, antes del ecuador del concierto, ya despachaban lo más granado de su artillería.

«Who Can Say», «Mirror’s Image» y «Sea Within A Sea», fueron de lo más destacado de la noche, sonando ésta última particularmente turbia y grandilocuente. Un clímax que llegó demasiado pronto y tras el cual despacharían otros dos ases, la espídica «Endless Blue» y ese homenaje a Simple Minds de título «Still Life».

Para el añadido se guardaron dos más del último elepé, confirmando el escaso tino en la disposición del set. Sólo así se explica que pretendieran mantener al público en tensión con una desangelada «Ghost», con la que que enfriaron el inicio del bis.

El cierre, más apropiado, recayó en su flamante hit, el bailable y luminoso, «Something To Remember Me By». Una canción con gancho que, sostenida por un patrón de disco, muestra a los británicos en una nueva dirección, escapando definitivamente de aquel principio de tenebrosidad que se les ha presupuesto durante la mayor parte de su carrera.

 

Texto: Daniel González

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