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Inglorious, Sala Bóveda (Barcelona)

 

Me parece perfecto y muy bonito que las bandas clásicas sigan manteniendo el tipo y que el público tenga ganas de ellos como se percibe cuando hay confirmaciones en los grandes eventos. Pero esta algarabía tendría que tener su correspondencia también en las nuevas bandas a las que se les ve muchos posibles. Por eso me quedé un poco alicaído al ver la barcelonesa sala con apenas media entrada para una banda que cualquier seguidor de la saga Purple y Whitesnake debería tener en cuenta, y que además están libres de cualquier atisbo casposo.

Pero antes de los británicos Inglorious abrieron la velada los locales Alchemist Vision. Combo de hard & heavy de maneras clásicas, que cuentan con la baza de una vocalista de dotada garganta. Fueron solventes y entretuvieron, pero aún les faltan tablas. Les falta picar piedra en muchos escenarios, esperemos que oportunidades no les falten. Con puntualidad británica subieron al escenario Inglorious, y de buenas a primeras ya mostraron sus evidentes cartas. El peso escénico recae sobre el vocalista Nathan James, que con su privilegiada garganta y curiosos ademanes escénicos capta todas las miradas.

Inicio a piñón hardrockero con “Read All About It” y “Breakaway”, donde la banda mostró que dominar el hard rock clásico y no estar trasnochado es posible. Tras un rato de riffs y voces sin parangón llegó la parte acústica, que Nathan James dedico a algunos caídos del rock de este año con revisiones de Linkin Park y un muy bien recibido «Black Hole Sun» de Soundgarden. Hubo también tiempo para que una vocalista local de sobradas facultades, amiga de Nathan James se subiera al escenario e interpretaran al unísono una canción de los prescindibles Kings Of Leon.

Sin saberlo estábamos encarando la recta final del concierto donde la banda sacó la artillería pesada; «I Don’t Need Your Loving», la bluesy «Holy Water» y «Untill I Die» fueron el trío de ases con que la banda finalizó el concierto. Dejándonos a todos un poco descolocados por la poca duración del evento. Setenta minutos saben a muy poco en un recital de hard rock clásico. Pero de momento es lo que hay, sólo les falta corregir esta mácula y seguro que con todas las virtudes que poseen Inglorious se harán un hueco al menos en los corazones de los seguidores del género con ganas de nuevos valores.

Texto: Xavi Martínez

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