Encuentros

San Miguel Music Explorers cierra la temporada con Rufus T Firefly

Y lo hace en el Gran Café de León con Rufus T. Firefly & Kill Aniston. Recuperamos esta extensa entrevista con la banda para hablar sobre su nuevo disco «Magnolia» antes de esta cita que pone broche de oro a un ciclo que ha brillado con luz propia aportando conciertos de exquisita calidad. A Rufus T. Firefly le acompañarán los mexicanos Kill Aniston con su característica propuesta folk-rock. Puedes comprar tu entrada en: https://www.sanmiguel.es/eventos/musicales/music-explorers-on-tour/

Después de una década luchando en el underground musical, Rufus T. Firefly vuelve a la carga con “Magnolia” (Lago Naranja Records, 2017), un disco autoeditado y basado en la defensa de las “cosas bonitas”, en lugar de la protesta. Con dos nuevos componentes (Miguel de Lucas sustituye a Sara Oliveira al bajo, Rodrigo Cominero a Alberto Rey a los teclados), una personalidad visual (y olfativa) basada en lo psicodélico y un disco que, directamente, florece al abrirlo, Rufus T. Firefly vuelve a sorprendernos y a demostrar que hay otras formas de hacer las cosas, más allá del indie, el pop el rock o cualquier otra etiqueta de índole musical o económica.

Me creaba curiosidad el momento de casting para elegir a los nuevos componentes del grupo. Por un momento imaginaba algo tipo La Oreja de Van Gogh.

No hubo proceso de casting, fue todo muy natural. Yo toco con Miguel en Mucho y fue un poco “Miguel, échame una mano con los bajos, que se acaba de ir Sara y tenemos que grabar el disco en unos meses y yo no me veo”. Y él me ayudó. Y Rodrigo es que es muy de allí, de Aranjuez, también. Y era como natural. Apenas pensamos en ello. ya lo teníamos montado otra vez sin darnos cuenta.

¿Cómo fue ese momento de juntar a tocar a todos juntos por primera vez?

Ha fluido de manera diferente, porque son personas diferentes. Yo creo que cada músico aporta su personalidad al grupo en el que está tocando, y eso es muy guay. Hace que Rufus suene de otra manera, porque hay dos personas diferentes. No es solo una cuestión de aprenderse su parte y tocarla, sino aportar un poco su personalidad, y eso es muy guay. Y como este disco, no hay habido directos antes que hayamos podido tocar juntos, es decir, nos hemos preparado los cinco para este disco, todo está siendo muy natural y desde el principio está molando mucho, porque sabíamos que íbamos a hacer algo nuevo. Tampoco queríamos a nadie que sustituyera a Sara y Alberto, simplemente queríamos que hubiera dos personas nuevas que aportaran sus cosas nuevas y nos llevaran por otro lado.

Los que siguen son Manuel Cabezalí y Dany Ritcher.

Con ellos vamos a currar siempre, porque es increíble trabajar con ellos. Es un lujazo poder hacer discos con Manu, que tiene las cosas tan claras y esa visión tan objetiva de la música, es muy guay. Y Dani es super profesional, y me encanta grabar discos con él. Siempre es una aventura nueva y aprendemos mucho todos con él. El siguiente disco también será con ellos. A lo mejor, en un momento dado, tenemos que añadir un productor más, porque queramos ir por terrenos más electrónicos (o cosas así), pero Manu y Dani estarán.

El otro día entrevisté a Manuel Cabezalí y me dijo que había más de Rufus en Havalina que a la inversa.

No lo creo (risas). Manu no está contando con todo lo que pasó en el 2011 con Rufus, que fue cuando conocimos Havalina y de repente empezamos a meter guitarras muy pesadas en nuestros discos, y baterías muy grandes, y todo esto. Y todo ello fue por Havalina. Y todavía queda mucho de ese sonido en Rufus. Aquí, en Río Wolf, hay unas guitarras que, si no hubiéramos conocido a Havalina, no hubieran podido estar ahí. Creo que es muy mutuo, aparte de que Manu es mucho más que Havalina, Manu me aporta muchísimo musicalmente, aparte de lo que haga con su grupo.

Y eso que ahora habéis tirado más hacia la electrónica.

Es un poco lo mismo. Es un poco… dejarse llevar. Digamos que te vas abriendo a música nueva, vas escuchando discos diferentes, y cuando ya tienes un sonido muy estudiado y muy aprendido, tienes dos opciones: o ampliarlo, o quedarte en ese toda la vida. A mí, cualquiera de las dos me parece bien. No voy a criticar ninguna de ellas. Lo que pasa es que a mí me sale de forma natural abrirme a otras cosas todo el rato, y cuando sé una cosa, me aburro en seguida de ella y quiero hacer otra más. Y, al final, vas añadiendo cosas. Yo no creo que cuando eliges una cosa descartas la otra. No creo que, si haces un disco electrónico, de repente estás renegando del rock. No. Creo que un día te apetece un disco de Nirvana y de repente otro te apetece otra cosa, no hay por qué pedir perdón a nadie. Parece que se esperan ciertas cosas de los grupos, pero los grupos tienen que hacer lo que les apetece en cada momento.

Decís que no sois un grupo de hits, que no contáis con estribillos coreables. ¿Eso ayuda a la hora de poder cambiar de rumbo de vez en cuando?

Sí, al final la libertad musical se trabaja un poco. No es que unos grupos tengan más libertad que otros, todos tenemos la misma libertad para hacer lo que queramos, pero es verdad que tienes que ir con la intuición muy clara de decir, desde el primer día, “voy a hacer lo que me dé la gana”. Porque, si no, puedes caer en esto de “la gente, ¿qué va a esperar de mí?”. Si vas con esa mentalidad, eres poco libre, musicalmente hablando. Yo creo que toda la gente que nos venía escuchando, con Magnolia no se ha sorprendido, aunque suene diferente, porque saben que en cada disco vamos a hacer una cosa diferente, y que esto es así, y que nosotros jugamos a ese juego.

Apostáis por la autoproducción en ese sentido de libertad creativa, pero también fue ese sacrificio por la autoproducción el que provocó, en cierto sentido, que dos miembros se fueran.

Claro, digamos que la autoproducción es complicada, porque todo te lo tienes que pagar tú. Entonces, hacer un disco es carísimo. Todo lo que conlleva un disco es muy caro. Porque, una vez que te metes a ello y quieres hacer una cosa especial (como que se levante, que vuele, que tenga láminas, no sé qué), pues ya es un poco más… tienes que dejar un poco más de dinero en ello. Ahora mismo estamos con una deuda bastante grande (risas).

¿Habéis pedido dinero para hacer el disco?

Sí, a nuestros padres (risas).

¿Pero vosotros de qué vivís?

Tenemos nuestros trabajos. Pero nuestros trabajos nos dan para pagar el alquiler. No nos dan para pagar un disco. Este disco igual han sido más de 10.000 euros de desembolso. Todo eso lo vas recuperando en conciertos, venta de discos, poco a poco.

¿Se recupera?

Para ponerte un ejemplo, con “9” lo recuperamos al final. En el fin de gira ya conseguimos ponernos en positivo, después de dos años. Esto no es una cosa que nos de dinero, por el momento. Pero, al menos, está siendo sostenible, que ya es un milagro. Y a muy pocas bandas de este país les pasa. Estamos muy contentos de nuestra posición.

Belako decían lo mismo cuando les entrevisté. No llego a entender cómo puede ser que grupos como vosotros, con premios, reconocimientos… no lleguen a vivir de su música. ¿Cómo se sostiene una industria que permite que grupos como vosotros den entrevistas y se la juegue en festivales y circuitos profesionales, sin poder vivir de ello?

Pues no sé cómo se sostiene, creo que no cuentan con los músicos, directamente.

Pero sigue ahí.

A lo mejor a los que llevan la industria les da igual la música. Es lo típico de que no son conscientes de que, sin músicos, no habría música. Es algo que no se cuida. Y creo que la industria, muchas veces, utiliza al oyente, sin pasar por los músicos, y a mí me da mucha rabia todo eso, y por eso prefiero hacer las cosas directamente para la gente que nos va a escuchar. Decir “este es el disco que hemos hecho, lo hemos fabricado nosotros”, hablando directamente con las fábricas, con el diseño que queríamos, y directamente lo pones en la web para que lo compre quien quiera. Ni siquiera lo tenemos en tiendas, porque directamente pasamos de intermediarios. No quiero ni que Fnac se lleve ni la mitad del dinero del disco que hemos hecho solo por ponerlo en su estantería.

Antisistema.

Totalmente. Yo seré muy prosistema cuando el sistema sea justo. Y ahora no es así.

Dentro de lo que cabe, vosotros tenéis seguidores y el bandcamp más participativo que he visto en mi vida, pero ¿lo podría hacer alguien de cero? Si nadie te conoce, ¿quién va a comprar tu disco?

Claro, pero de la otra manera, ¿cómo lo haces? Si no eres nadie, nadie en la industria te va a decir “no te preocupes, yo te lo saco”. Nosotros las llamadas las hemos recibido después de diez años de trabajo. Cuando me escribía alguien de Sony o de Warner un mail en plan de “ey, cómo mola lo que hacéis”, pues yo le dije “gracias por contestarme, te mandé un mail hace ocho años con nuestro disco”.

¿Le contestaste eso?

No exactamente, pero sí en plan… que ahora estamos muy agusto. No sé, es muy fácil ir a Vetusta Morla y decirle “oye, que es muy guay lo que haces”.

Pero Vetusta Morla ha caído, también.

No, no ha caído. Lo que ha hecho es ampliar un poco el rango. Hay sitios a los que Vetusta Morla no podría llegar, entonces lo han hecho como… utilizando la infraestructura que tiene Sony para llegar a ciertos sitios, pero no tienen un contrato estándar. Que es algo muy guay. Creo que VM es el grupo que lo ha conseguido de verdad. Son el grupo más independiente del mundo, y encima están aprovechándose del sistema para su beneficio, por el bien de la música. Para mí son unos héroes, vamos. Absolutos.

Vosotros que fuisteis teloneros suyos, ¿tenéis pensado intentar seguir ese camino?

Sí, la verdad es que, cuando tocamos con ellos, nos dimos cuenta de muchas cosas, y una de las que nos dimos cuenta era esa, precisamente. De lo guay que era poder tener el control de todo lo que haces. De que toda la gente que está en tu equipo sea gente en la que confías de verdad, de que sepas que todo se está gestionando de una manera muy guay, y que un grupo tan grande pueda tener el control de todo me pareció super bonito. No sé, son un ejemplo. Ojalá nos fuera la décima parte de bien de lo que les ha ido a ellos.

En “Indies, hipsters y gafapastas, crónica de una dominación cultural”, Víctor Lenore habla de ese “truco” del capitalismo, en el que acabas cayendo si empiezas a hacerlo tú todo. Te conviertes en un emprendedor, en otro capitalista más.

Sí, cierto, pero es que hay dos opciones: o hacer eso, o no tocar. Porque, insisto, nadie va a venir a llamarte. Nadie va a venir a decirte “no te preocupes, que yo te doy un contrato increíble”. Yo no hago música de manera independiente por gusto, en realidad. Ahora me gusta porque ya he visto todo lo que hay y estoy muy contento con la carrera que estamos llevando, pero si hace cinco años hubiera venido alguien que me dijera “no te preocupes, que yo te pago el disco”, por supuesto que lo hacemos con esa persona. Pero es que no vino. Y llamamos a todas las puertas, y nadie las abría. Entonces, me parece muy guay lo que dice Víctor, en ese caso, pero tiene que entender que… queremos tocar. Y si nadie nos hace caso, tocaremos por nuestra cuenta, haciendo las cosas a nuestra manera.

Por volver al disco, quería preguntarte por aquello que dijiste una vez, de que no sabías cómo habías llegado a componer tus canciones. Me recuerda a “la mano invisible”, a los íncubos.

Yo es que, si te digo la verdad, no tengo ni idea de cómo he compuesto ninguna de las canciones que he compuesto en mi vida. Si me preguntas, “¿cómo has hecho esta canción?” Pues te podría decir un poco en lo que estaba pensando, pero no te puedo decir qué pasó en el momento en el que me senté al piano y salieron esos acordes. No lo sé. Es algo inexplicable. Te pones, y salen. Luego empiezas a darle muchas vueltas, cambias de orden, empiezas a hacer un montón de cosas que tampoco controlas, pero que te llevan hasta una canción. Y no tiene ninguna explicación. A mí, a veces, me parece que las canciones ya están ahí y simplemente lo que estás haciendo es encontrarlas.

De la idea a lo que es después, ¿cambia?

Totalmente. Incluso nosotros, que somos muy de dar vueltas a las canciones, hay canciones de las que tenemos diez versiones diferentes.

De Magnolia, ¿no?

Sí, por ejemplo. Algunas más largas, otras más cortas… y al final, en un camino, encuentras la manera de hacerlo. Pero no sé cómo. Por eso me hacía gracia esto que decía Lorca, que pensaba que los artistas éramos solo médiums de la naturaleza, que simplemente interpretamos sus deseos. Y me parece muy bonito, y en realidad creo que es muy acertado, porque ya te digo, que no se puede explicar cómo se hace una canción.

También decías en otro momento que estabas harto de quejarte, que ahora querías centrarte en las cosas bonitas. Es curioso que, justo ahora que parece que se ha “puesto de moda” lo de protestar, vosotros dejáis de hacerlo.

Es que nosotros llevamos ya casi diez años haciendo canción protesta, de alguna manera. Ahora a lo mejor se ha puesto un poco de moda, no sé. Es algo que llevamos un montón de tiempo haciendo, y nos hemos cansado un poco de eso. Sí que me he dado cuenta de que, cuando te estás quejando, o atacando, estás desprotegiendo otras cosas. Cuando atacas, no puedes defender. En este disco, lo que queríamos era defender las cosas buenas de la vida, como ser humano, como artistas, como lo que sea.

Y conocerse a uno mismo. Así es como planteais “Magnolia”, como una auto-exploración.

Creo que es una consecuencia de lo anterior. Cuando defiendes las cosas buenas que tienes, y hacía mucho tiempo que no te ponías a defenderlas, te encuentras como un poco perdido. Tienes que adentrarte un poco en ti mismo para encontrar esas cosas bonitas, porque algunas se te habían olvidado. Y por ahí es donde aparecen recuerdos de la infancia, canciones increíbles que hacía diez años que no escuchabas, y todas esas cosas bonitas que hemos intentado dejar en el disco. Digamos que la psicodelia es una vía muy guay para todo eso. Porque puedes llegar a través de la melancolía, de la evocación de recuerdos, pero hacerlo con la psicodelia hace que todo brille más, sea más luminoso y más interesante.

¿Hay algún otro disco que huela?

Lo de que huela fue un poco de casualidad. Queríamos hacer la broma de que, dentro del disco, hubiera un pequeño tripi. Todas las influencias setenteras, etc. Y entonces dijimos, ¿por qué a ese pequeño tripi no lo impregnamos con esencia de magnolia? Pero no, yo no conozco ningún otro disco que huela.

O sea, que habéis creado algo nuevo.

Supongo que habrá, porque ya se ha inventado todo.

 

Texto: Elena Rosillo

Fotos: Iris Banegas

 

 

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Contacto: jorge@ruta66.es
Suscripciones: suscripciones@ruta66.es
Consulta el apartado tienda

Síguenos en Twitter