La primera escucha del álbum debut de Melange permitía percibirlo: el disco, un doble elepé de enigmático diseño, era en realidad una bomba de relojería. Podías quedar instantáneamente atrapado en su interior, insondable e inacabable, rico en inspiración hasta decir basta. Pero, a diferencia de grabaciones de similares características, sabías que sus sonidos, sus desarrollos instrumentales y esas voces surgidas de no sabes donde cantando no sabes que, iban a acompañarte durante mucho tiempo. Y que provocarían una reacción en cadena cuyos efectos se irían descubriendo paulatinamente. Autoeditado, Melange era mucho más que una afirmación, que una inmersión sin oxígeno en unos temas que necesitan transgredir los límites. Era la confirmación de que algo serio se había puesto en marcha, solo faltaba comprobar si su propuesta acabaría siendo ignorada por el personal, abundan casos similares, o si lograría conectar con su público natural.
Esquivos a las etiquetas, nacieron como la gran esperanza del underground de este país, y su puesta de largo en Madrid con flamante cartel de entradas agotadas colgado en la puerta de la sala El Sol podía ser un efecto distorsionado de lo que les esperaba, dado que jugaban en casa. La noticia de que la primera edición del disco se agotó de forma fulminante empezó a despejar dudas. La segunda no tardó en correr la misma suerte, y los asistentes a sus conciertos ayudaron a crear un potente efecto dominó. De golpe y porrazo, eran el grupo al que había que ver en directo, y ellos sobre las tablas no defraudan… Solo faltaba comprobar el interés internacional que podían despertar, y las ofertas fueron llegando. Entre ellas la del selecto sello norteamericano Beyond, Beyond Is Beyond (Heaters, Ancient Ocean), que ya pujó por editar su estreno. Melange prefirieron esperar, y ahora este Viento Bravo seguirá la senda de la autoedición en España y pasa a formar parte del catálogo internacional de BBIB Records.
Viento Bravo, ese famoso segundo disco que ha enterrado centenares, miles de carreras discográficas, incapaz de mantener el nivel de su predecesor. Esa prueba del algodón en la que la inspiración debe confirmarse. Melange no solo la ha superado: ha pasado por encima del listón que ellos mismos habían situado muy alto con elegancia y estilo. Apostando por profundizar en lo ya propuesto, pero aumentando la capacidad mutante de sus fraseos instrumentales, en la construcción de unas melodías que huelen a mar, a desierto, a lenguas muertas y territorios desconocidos. Ellos parecen haber encontrado espacios para pasear por ellos, para invitar al oyente a tomar asiento y disfrutar de sus hipnóticas notas, para hacerle sentir como en casa aunque en realidad esté navegando por alta mar.
Escritos y firmados por todos los miembros de la banda, ampliada en estudio con la incorporación del guitarrista Sergio Ceballos (en directo ya era un Melange más), los nuevos temas siguen exigiendo minutos para desarrollarse en toda su plenitud. Arrancan, se dispersan en varias direcciones para reencontrarse cuando y como ellos quieren, amos absolutos de su esencia. «Río Revuelto», su primer avance, habla por el resto del lote: siguen ahí los toques orientales («Ruinas»), el rock más expansivo (ese salto al hiperespacio llamado «Armas Preparadas»), la búsqueda de la luz cegadora («Splendor Solis») y el respeto por el mejor rock setentas («Cotard» haría que el malogrado John Cipollina hubiera deseado incorporarla al cancionero de Quicksilver Messenger Service).
En portada, un hiperrealista lobo (“el lobo nos gustó porque es un animal fuerte. Que opera en grupo. Nos gusta porque está muy mal visto, porque se le ha perseguido y masacrado. Porque es el peligro del rebaño. Porque aúlla”, afirman desde su hoja de prensa) obra del pintor barroco Jorge Diezma. Si el 17 de noviembre, fecha oficial del lanzamiento del álbum, no quieres llevarte una desagradable sorpresa, recurre a la pre-reserva en su bandcamp.
ALFRED CRESPO
