(Nota mental #1: omitir a lo largo de estos caracteres los términos instro, surf, instro-surf, desértico, fronterizo y similares). Actores especialistas de los Chorizo Western —subgénero, por cierto, que tuvo su época gloriosa en España a principios de los sesenta, igual que el surf (ejem) en EE.UU.—, Los Coronas riegan cuatro años de sequía con un elepé doble de diecisiete temas, nada menos. Y al contrario que los productores europeos que buscaban en los desiertos de Almería emular al Far West, la banda madrileña pone rumbo, de nuevo, a Tucson —también bajo la batuta de Craig Schumacher— con el fin de esculpir el imaginario de los eriales patrios, para lo que se ayudan de sospechosos habituales como Sergio Mendoza (La Orkesta), Jairo Zavala, pero también de The Mastersons o El Bicho, lo que da fe de esa heterogeneidad cristalizada en matices. En Señales de Humo hay espacios, por supuesto, para volver al pulp de Curro Jiménez («Sierra Yeguas»), a los créditos iniciales de filmes de venganzas entre vaqueros («Drama West»); hay temas que harían salivar a cualquier palmero («A Tope de Amor y Lujo») o a los surrealistas («Mulas Huyendo de una Hostia Consagrada») y donde la trompeta de Yevhen Riechkalov, de manera sucinta, como siempre, alcanza momentos maravillosos («Tono Viejo», «Correvuela»). También traen África a su terreno («Pincho Moruno») y otros experimentos que, no solo por arriesgar —por la variedad, por el elevado número de canciones—, otorgan a este trabajo el mejor disco que han parido Pardo, Vacas, Krahe y Loza.
ÁLVARO FIERRO
