Desvinculado de sus incursiones más glamurosas, pese a que fueron las que le dieron más fama en los últimos años —la magnífica Pin Up y la divertida Poison Ivy—, vuelve el dibujante Berthet con una serie de álbumes de temática negra. Algo que le va como anillo al dedo. Si en el anterior Perico, ambientaba el álbum en la época de la revolución cubana, aquí la acción se traslada a la Australia de principios de los setenta. Con el concurso de uno de los guionistas más interesantes de la actualidad, Zidrou, consigue el vehículo ideal para su lucimiento personal. Pese a que a su estilo le sienta mejor historias más retro, demuestra que no se encasilla. Menos ambicioso que su predecesor, pero no por ello menos interesante, condensa una intriga inquietante, que fascina desde la primera página. Más alejada de ambientes pulp y sofisticados, la historia nos sumerge en un thriller rural —ambiente parecido al que se enfrentó en el estupendo western Perros de la Pradera—, que al que no harían ascos muchos cineastas, ya que sus imágenes podrían ser plasmadas fácilmente en el celuloide. A la espera de qué nos deparará la próxima entrega.
JORDI DEL RIO
