Encuentros

The Stranglers: «Somos los únicos que quedamos en pie»

Tan paradójica parecía en su día la inclusión de los Estranguladores de Guildford en la escena punk-rock del 77 como lo ha sido una sinuosa trayectoria que tocó fondo en varias ocasiones pero actualmente agota entradas allá donde se presentan. Fue, de hecho, su capacidad como músicos, frente a la inexperiencia generalizada de los jóvenes airados, lo que les ganó el puesto de teloneros en las primeras giras británicas Ramones y Patti Smith.

Formados en 1974, los Stranglers contaban con un batería ya en la treintena, Jet Black, que regentaba una furgoneta de venta de helados. Otro anacronismo, su teclista Dave Greenfield aportaba texturas psicodélicas al material compuesto por el bajista Jean-Jacques Burnel, educado en la guitarra clásica, y el guitarrista y cantante Hugh Cornwell, que acabaría largándose en pugna de egos con Burnel. Suele pasar…

Burnel, quien contradiciendo esa imagen de perenne hostilidad se mostró amable y chistoso cuando hace unos meses conversamos por teléfono, tiene cinco pasiones y las enumera: ‘’Las llamo las 5 Ms y las desarrollé siendo adolescente. Motocicletas, artes marciales, música, marihuana y masturbación’’. En fin, dejémosle hablar…

«No More Heroes» fue uno de los grandes himnos del punk. Cuarenta años liderando la banda parece ahora una gesta heroica…

No sé si la palabra heroico es la más apropiada, pero ciertamente creo que podemos decir que somos ya icónicos en la escena musical británica.

Mientras Pistols y The Clash proponían nihilismo y política, vosotros sonabais más articulados y orgánicos, además de cantar sobre Yukio Mishima, Leon Trotsky, Nostradamus y la alienación. ¿Os sentíais aparte en aquel contexto?

Empezamos con la única idea de hacer música, ni más ni menos, y quisimos que en los temas que desarrollábamos se integrasen otras influencias. Por ejemplo, yo era motorista, lo sigo siendo, y siempre he llevado botas Doctor Martens, esa era mi personalidad en la banda. Al principio no encajábamos en ningún lugar, pero luego gradualmente las bandas jóvenes venían a vernos en los pequeños pubs donde tocábamos. Los Sex Pistols, The Clash, Joe Strummer cuando todavía tocaba rhythm’n’blues en los pubs con los 101rs, todos venían a vernos antes de formar sus bandas. Pretendían detestar la música anterior, para muchos de ellos estábamos en el Año Cero, pero creo que era pura hipocresía. Había muchas chorradas. Nuestras referencias eran The Doors, The Who y toda clase de música anterior, y no veía por qué debíamos negarlas. Teníamos una visión del mundo y nos interesaban cosas muy distintas. Así éramos. Unos de los aspectos interesantes de que fuésemos una unidad tan compacta es que si uno de nosotros leía sobre un tema cuando terminaba el libro lo compartía con los demás, por lo que el abanico de intereses culturales era amplio.

Se ha dicho que Stranglers erais intelectuales que se hacían los tontos. En una ocasión declaraste que erais ‘’una banda prog, un grupo de rockabilly, un conjunto punk, una banda West Coast, una banda psiquedélica o simplemente los Stranglers’’. Pienso que fue bueno que no se os pudiese etiquetar.

Sí, esto confundía a los periodistas y a los departamentos de marketing de las discográficas, no sabían cómo clasificarnos. Vendíamos más discos que los Pistols y los Clash, pero no salíamos en las portadas de las revistas como ellos, no estábamos de moda. Entre todas las bandas que salían a tocar fuera de Londres y tenían que pelearse, que sufrían el abuso por la tormenta mediática del punk, nosotros estábamos en primera línea.

La música y las artes marciales son disciplinas similares, ¿no crees?

Sigo haciendo karate, he llegado a mi séptimo cinturón. Son disciplinas similares, cierto, y el karate me ha servido para hacer música. El modo en que yo toco el bajo es duro para el cuerpo. El bajo es un instrumento muy físico y por ello debo moverme, no puedo dejar de hacerlo. A veces sufro alguna lesión menor, pero eso les ocurre a todos los que practican un deporte.

Siempre os acompañó la fama de violentos. Según has dicho: ‘’Durante un periodo de dieciocho meses hubo sangre cada noche. Si no había sangre no era una buena actuación, lo que hoy en día me parece una mentalidad rara’’.

Bueno, teníamos que defendernos. Algunas de las bandas punk iban de duras, pero cuando te enfrentabas a ellas salían corriendo. Nosotros nunca huíamos… je, je, je. Soy hijo de inmigrantes franceses y cuando me llamaban franchute tenía que defenderme. Es una vieja historia la de la antipatía de los británicos por los franceses. Crecí en el West London, de hecho nací en el mismo hospital donde ingresó muerto Jimi Hendrix. Era el barrio de Notting Hill, a donde llegaban todos los inmigrantes, especialmente jamaicanos, y pronto me di cuenta de que los británicos se mofaban de mí, por eso aprendí a pelearme. Luego fui a una escuela muy buena, porque aprobaba todos los exámenes. Allí daban clases de boxeo, así que si había un problema se zanjaba a puñetazos. Así aprendí que ganando tendría una vida pacífica. Mientras ganase las peleas, la gente me dejaría tranquilo. Es la lección que aprendí.

Fuisteis de la marihuana al LSD y la heroína. Y, en consecuencia publicasteis temas como «Golden Brown», pop abarrocado y sombrío, y otros hits sofisticados de los ochenta.

El problema fue que decidimos experimentar, una decisión colectiva realmente estúpida en algunos aspectos. Afortunadamente puedo contarlo: decidimos que todos tomaríamos heroína durante un año, a ver qué pasaba, pero naturalmente no funciona de ese modo. Empezamos a pensar de forma más pequeña y nuestro mundo menguaba, pues cuando te enredas con ese veneno todo lo que te importa es conseguir más veneno. Produjimos algunas canciones interesantes pero no fue una buena época. Afortunadamente tuvimos que dejarlo, Hugh fue a prisión. Dave y Jet fueron más listos, solo tomaron heroína durante unos días, Hugh y yo seguimos tomándola. Fue difícil salir de ello, pero si quieres, puedes. Vi que mi cuerpo ya no era el mismo y paré. Nos salvó que nunca usamos agujas y que tuvimos fuerza de voluntad.

Cuando Hugh Cornwell abandonó en 1990 se adivinaba el final de la banda, pero los Stranglers siguen vivos hoy. Viendo su carrera en solitario, fue una mala decisión, ¿no?

Tomó una decisión totalmente errónea, pero de hecho me siento agradecido pues necesitábamos un cambio como banda. Él se estaba convirtiendo en otro Sting, hacía películas y televisión, publicaba exitosos discos en solitario, pero hoy actúa ante solo cincuenta personas. Durante unos cuantos años estuvimos moviéndonos en círculos, yo no era feliz y había perdido el rumbo, la fe en la banda. Hasta que mi editor me animó a ser honesto y me encerré a escribir el álbum Northfolk Coast, y ese fue el inicio de nuestro regreso. Luego llegó Baz Warne, cantante que lleva ya diecisiete años con nosotros, y ambos conectamos, trabajamos muy bien juntos. ¡Volvíamos a ser un cuarteto! Desde entonces hemos batido todos los records de asistencia en Reino Unido y en otras partes. Nos va mucho mejor. Creo que descubrimos que había química entre nosotros y ahora estamos en un momento especialmente creativo y exitoso.

Vuestro último álbum Giants se publicó hace ya cinco años, pero seguís agotando entradas. ¿Es el directo vuestra única razón de ser?

El pasado marzo rompimos todos nuestros records de asistencia y cada vez nos va mejor en Europa. Hemos desechado dos giras americanas, porque no quiero ir a Estados Unidos demasiado a menudo… ja, ja, ja. Aunque en todas partes hay problemas, España tiene los suyos, lo mismo Francia y Alemania, pero debemos ver lo positivo y huir de los problemas. El mundo está en estos momentos en un estado de grandes cambios, creo.

Los medios os siguen ignorando y no se os dedican tantos documentales como a otros grupos del punk, ¿no?

Todavía se nos considera peligrosos. Pero, por otro lado, fuimos la primera banda de rock en ser invitada a los Proms, en el Albert Hall, hace cuatro años, decidieron arriesgarse. Así que hay sectores del establishment que nos aceptan y otros siguen pensando que somos problemáticos. También ocurre que la gente a la que molestamos hace años han muerto o se han jubilado, así que somos los últimos que quedamos en pie.

¿Planes para un nuevo álbum?

Sí, hemos empezado a componer y grabar y espero poder finalizar un álbum. El problema es que desde los tres últimos álbumes la demanda de conciertos a nivel mundial ha aumentado diez veces. Está bien que te contraten, si eres músico quieres tocar para gente, no en locales vacíos. Y por ello intentamos realizar todas las actuaciones posibles, porque para eso vives, ese es tu oxígeno.

 

Texto: Ignacio Julià

 

 

 

 

 

 

 

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