Encuentros

Niños Mutantes: Contra la inmediatez

El conjunto granadino debutó en el ya lejano 1994. Perseveraron frente a la falta de éxito y el tiempo les ha dado la razón. Se les quiere y ellos corresponden con uno de sus mejores trabajos. Tras la consagración que supuso llenar la madrileña sala La Riviera, este próximo viernes 10 de noviembre llegan cargados de ilusión a la sala Lus de Gas de Barcelona para presentar Diez, un álbum homenaje ideado en secreto por músicos de su misma generación. Recuperamos la entrevista ampliada que publicábamos en el número de septiembre.

El número diez abre con una bomba debajo del brazo que se llama Menú del día ¿toda una declaración de intenciones ética, sonora y estética?

Llevamos mucho tiempo haciendo canciones que hablan de este mundo de autómatas en el que nos hemos convertido. Las fantasías de Orwell se quedaron cortas. Somos imbéciles aislados en celdas que se llaman teléfonos móviles y barrotes sofisticados que se llaman redes sociales. Pero aunque habíamos hecho muchas canciones sobre este tema no habíamos dado con la tecla del sonido rabioso que debía de acompañarlas. Esta canción se construyó en base a una improvisación deliberadamente obsesiva en torno a un riff de bajo un poco kraut. Digamos que es como vaciar los bolsillos en la mesa. Esto es lo que hay. Cabreo y vuelta al rockcnroll. Resume bien el espíritu que buscábamos en el disco. Queríamos un vehículo con músculo y con nervio, con velocidad, porque la rabia no viaja bien entre algodón.

Os lo voy a poner fácil, me parece vuestro mejor disco, mezcla de madurez y poso de rabia sin estridencias ¿hay algo de eso tras esa catarsis post Riviera que comentáis?

Muchas gracias. Es curioso. Nos sentimos unos privilegiados porque muchos estáis diciendo que es nuestro mejor disco. Y hay quien dice también que no es el mejor, pero casi. Y eso es muy difícil cuando es el décimo. Y todo tiene que ver con las Mutanciones y el concierto de La Riviera. Fue tan emocionante y tan intenso que nos regalaran versiones de nuestras canciones que ya nada podía ser igual. De repente sentimos el peso de un legado del que no eramos conscientes. Siempre hemos sido unos obreros de la canción, nunca hemos caído en la autocomplacencia. Eso nos permite crecer disco a disco desde hace dos décadas.

Pero lo de La Riviera y Mutanciones nos obligó a mirarnos en el espejo. A sentir que teníamos que estar a la altura. Y a la vez, que no merecía la pena grabar otro disco, el décimo, si no era para apostar por el riesgo. Encima de todo, con las emociones a flor de piel, nos peleamos como nunca lo habíamos hecho. Salieron a la luz sentimientos chungos entre nosotros, rencillas y heridas no cerradas que explotaron en una bronca monumental justo una semana después de llenar La Riviera y llorar de emoción. Del cielo al infierno en 7 días. Vimos nuestro fin. Y supimos que la única forma de salvar nuestro grupo y nuestra amistad era el camino de emocionarnos con la música, soltando mierda en las canciones, descargando energía y arriesgando.

No tenía sentido continuar con un camino de pop en busca de la canción perfecta. Le dieron por culo a los estribillos y nos lanzamos a las estrofas. Decidimos dar un salto al vacío sin saber si había agua o no en la piscina. Lo mejor de todo es que había agua, es como si hubiera mucha gente que esperaba de nosotros justo esto, y se lo hemos dado sin saber que había ganas de unos Mutantes cabreados.

Las letras van finas y con bala ¿resulta inevitable ya ponerle música a el desastre político y económico que nos rodea?

Yo soy negativo por naturaleza. Pero en el disco anterior, en “El Futuro”, intenté dejar a un lado la mala baba y la postura de queja y de crítica de “Naúfragos”, que era un disco de protesta total. No me ha durado mucho el momento hippie del buen rollo, de que todo puede cambiar, de que estamos en el camino de la luz. Una mierda de camino de luz. El mundo está en un punto lamentable. Capitalismo salvaje, el dinero como única religión en Occidente, fundamentalismo, negación de la destrucción del planeta, profundización de las desigualdades, lo público en venta, los cerebros pendientes de los “me gusta” en redes sociales….

Es bastante absurdo este sistema, realmente empieza a parecer necesario un cataclismo para que todo cambie. Este disco no es que sea la banda sonora de esta época, eso sería demasiado pretencioso. Simplemente son canciones de gente sensible y permeable que a nivel social ven que estamos muy perdidos. Quizás el hilo conductor del disco es hablar de cadenas y de lo que se siente al quitárselas. Las canciones de DIEZ o hablan de grilletes o de cómo librarse de ellos.

Esa mesura en el sonido y la interpretación ¿cosa de la producción Boba/Verdú? (Vaya lujo)

Sin duda que tienen mucho que ver con el resultado final de este disco. Captaron mejor que nosotros que lo que nos hacía falta era recuperar la adrenalina. Se dejaron la piel para mejorar las canciones. Son unos currantes, y además están en un momento mágico de talento en erupción. Desde que aparecieron como banda nos entusiasmaron, son lo mejor que ha pasado en años en el panorama nacional. Les propusimos el reto de producirnos y aceptaron sin dudar implicándose al 200%.

Les estaremos siempre agradecidos por haberse dejado la piel. Fue una experiencia creativa brutal, tanto ellos como nosotros estuvimos abiertos al intercambio de ideas y a cuestionarlo todo hasta dar con la tecla. Nunca he disfrutado tanto del proceso de grabación de un disco, y llevamos unos cuantos….

Sois un ejemplo de lo que una banda puede ir haciendo paso a paso si se les deja tomar el camino largo ¿sentís quienes vengan por detrás habrán de luchar contra la dictadura del inmediatez más que vosotros o era similar cuando empezasteis?

Eso es una reflexión muy interesante. La “dictadura de la inmediatez” nos afecta a todos en todo. Una banda nueva, si no hace algo que inmediatamente llame la atención, no tiene nada que hacer. Es triste. Se oyen los primeros 10 segundos de una canción y se dicta sentencia para siempre. Quizás lo hemos tenido más fácil en ese sentido. Pero es una pena que todo el mundo busque satisfacciones tan inmediatas. Las satisfacciones más grandes en la música vienen de los descubrimientos que se hacen a fuego lento. Muchas de mis bandas y artistas favoritos no me entraron a la primera ni a la segunda. Con la actitud actual de escucha compulsiva y consumista, seguramente nunca hubiera profundizado en Wilco, en Bob Dylan, en Triana o en Junip, por poner varios ejemplos de música que no me entró a la primera.

Discazo y verano a la vista ¿agenda loca desde ya? ¿Festivalera y de salas? – (recordamos que esta entrevista se hizo en el mes de julio)

Nuestra política, siguiendo un poco con la pregunta anterior, tiene que ver con continuar con ese camino largo. No vamos a volvernos locos y tirarnos a hacer 3 bolos a la semana, porque nuestro objetivo no es a estas alturas ser una supernova, sino poder seguir nuestra senda, que es larga y va subiendo poco a poco. Tenemos muchos festivales, pero no vamos a ir a cualquiera. No queremos tocar a las cinco de la tarde con un sol de justicia o al alba.

Tampoco vamos a ir a tocar para promotores que aprovechan las ganas de las bandas de figurar en carteles grandes y aceptan dos duros, malvendiendo su trabajo. Iremos a donde nos traten bien. Tenemos muchas fechas por delante, pero estudiamos bien lo que hacemos para no arrepentirnos de cagadas. Y en invierno haremos salas chulas, en la misma línea. Sólo donde podamos dar conciertos que se oigan y se vean bien. Los mejores conciertos se dan en salas, no en festivales, y hay que premiar a quien paga sólo por verte a ti, no a doscientos grupos.

Una última cosa, este equilibrio entre madurez y nervio ¿se trabaja en casa, en el loca o en el estudio? Ha quedado perfecto…

Gracias de nuevo. Eso se trabaja en todas partes. Este disco es un 50% inspiración por factores personales y un 50% una pelea y un trabajo muy intenso. Sin los dos ingredientes la ecuación no funciona. Jorge Alonso

Texto: Jorge Alonso

 

 

 

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