Sepultados en el recuerdo por numerosas bandas mucho más interesadas en gestionar su producción discográfica y su acceso a las alturas de lo independiente, The Van Pelt parecían haber quedado etiquetados como estimable anomalía, como uno de esos combos que decidió auto boicotearse… y lo consiguió. Hasta que llega el momento de soplar velas —dos décadas desde la grabación de su primer disco— y se larva gira de reunión para recordar los viejos tiempos y ver cómo les ha afectado el paso del tiempo. Momento escogido por La Castanya, intrépido sello barcelonés, para devolver a la vida sus dos primeros álbumes (el tercero consistió en una colección de outtakes y temas que permanecían inéditos). ¿Conectarán con un nuevo sector de público que por cuestiones generacionales no les pilló en activo? Es posible: si su debut les muestra pletóricos, airados y empeñados en unir ramalazos de hardcore evolucionado escuela Hüsker Du (la brutal «His Saxophone is My Guitar») con atmosféricos bucles deudores de la mentalidad de Tom Verlaine como «Magic Fantasy (We Are Provincial)», su continuación, ya con una formación desmembrada en la que solo permanecían el expresivo Chris Leo y el baterista Neil O’Brien, trocó parte de sus guitarras aceleradas por mantras hipnóticos. Su arriesgada propuesta obtuvo la misma repercusión —ya saben, la etiqueta ‘’grupo de culto’’ lista para ser adherida—, pero escuchar los dos discos del tirón sigue resultando fascinante…
ALFRED CRESPO
