Han pasado tres años desde Luminous, el disco más irregular de The Horrors. El crédito acumulado con su debut y la consolidación del talento reflejada en sus dos siguientes referencias empezaba a esfumarse por aquella intrascendencia. Esa ha sido, seguro, una de las razones por las que la banda ha tomado la decisión de pulsar botones vírgenes. El cambio de su productor de cabecera, Craig Silvey, por Phil Epworth es fundamental en la sonoridad de V. En el viaje hacia la sofisticación de su sonido, The Horrors habían olvidado las canciones; Epworth, que ha trabajado con Bloc Party y Maxïmo Park, pero también con Adele, Coldplay y Lana del Rey, ha marcado la diferencia. Con él, The Horrors no abandonan su oscuridad —con «Weighed Down» y, sobre todo, la magnífica «Ghost»—, y dan un paso adelante en la necesaria actualización de un sonido que les acerca a la psicodelia del XXI («Press Enter to Exit») y al pop en todas sus formas: el de desarrollo baladístico a lo Richard Hawley («Gathering»), el de pista de baile y festival con «Something to Remember Me By», y el que tan cerca de Depeche Mode les sitúa («Machine», «Point of No Reply», «World Below», «It’s a Good Life»). No por nada son sus teloneros en 2017.
JORGE SALAS
