Discomático

Queens of the Stone Age – Villains (Matador-Popstock!)

Nadie diría que ya hace cuatro años que QOTSA no publican disco nuevo. Por lo que sea, y con un gran mérito por su parte, Josh Homme está siempre omnipresente, tiene esa facultad para estar siempre en primera fila sin necesidad de ser él el único protagonista. Y, además, goza con otra facultad adscrita a su nombre; nunca resulta cansino, sus maniobras son sigilosas, se mueve con suma prudencia aunque tenga el arma a punto por si acaso. De hecho, es curioso que teniendo un pasado prácticamente de culto con Kyuss, en la actualidad —ni durante su trayectoria con QOTSA excepto con su debut— apenas se apele a esa condición que otros si utilizarían para sacar provecho, es como si aquel hombre salido de las arenas movedizas del desierto fuese una persona y esta otra opuesta. Jamás se cruzan, actúan como personajes de películas distintas, uno sale en un western clásico, el otro en una cinta de terror moderno.

Josh Homme es alguien misterioso, que no tenebroso. No le hace falta sonreír, ni hacer muchas piruetas con comprobante o justificación, tiene ese posado serio pero sin ser apariencia de prepotencia, él es una estrella silenciosa. Por eso cuajó tan bien con Iggy Pop. Cada uno tenía su papel, sabían lo que necesitaban uno del otro: Josh aumentar más si cabe su cuota de prestigio, una nota más en su currículum, e Iggy Pop inyectarse en vena sangre fresca, y el resultado está ahí, Post Pop Depression es un disco sobrio a la vez que valiente. Y entonces, en Villains, ¿qué? Si algo caracteriza a QOTSA, por encima de las canciones, de las individuales, es la pega del conjunto, la obsesión por el sonido. Suena «Feet Don’t Fail Me» y no te fijas en la estructura, directamente te concentras, frunces el ceño —pero en sentido opuesto a la definición original— y como si fuera un ritual, vuelves a dar una patada por debajo de la mesa, el escritorio se desmonta, el ordenador se tambalea y empieza a hacer cosas raras, la sacudida roza el tope en la escala de Richter.

De ese modo, Mark Ronson, que antes que colaborador y productor se presenta como fan absoluto de la banda, reconoce que el plan estaba supeditado sobre todo al sonido. Todo lo demás se daba por sentado que estaba en orden, las canciones, la disciplina, la chispa, esa jugosa y nerviosa electricidad. Pero tenían que dar un paso más, evolucionar hacia un sonido todavía mejor, o distinto, más aplastante si eso era aún posible. Y a fe que lo dan. «Feel Don’t Fail Me» suena muy sexual, serpentea en busca del nido, «The Way You Used to Do» es conservadora, como primer single no cabía arriesgar, una melodía común. En cambio, en «Domesticated Animals» el alma de la iguana sale de no se sabe dónde. Por lo demás, «Hideaway» es ante todo una pieza espiritual, de ambiente, mientras el resto juegan por encima de los seis minutos en busca del tesoro perdido, de ese villano que todos llevamos dentro.

 

TONI CASTARNADO

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