¿Otro álbum de versiones? ¿y de clásicos del blues? Buf, el pecado de la pereza se despierta sólo para bostezar y reclamar cinco minutos más entre las sábanas. Pero ojo que lo firman los Quireboys, combo para nada a ajeno a la música negra sino todo lo contrario, y además que a los Quireboys se les escucha y punto. Y varias veces antes de emitir el más mínimo juicio de valor.
Y una vez se les escucha, la pereza va desapareciendo. No se convierte en erección matutina, ni en el disco del mes, pero entra bien. ¿Resulta discutible la selección de temas? Eso siempre es discutible, pero si alternas peajes ineludibles (John Lee Hooker, Muddy Waters, Taj Mahal, Jimmy Reed o Chuck Berry en otros tantos temas archiconocidos) con nombres menos transitados pero igualmente imprescindibles (Rufus Thomas, Slim Harpo, Billy Boy Arnold…), el resultado funciona correctamente.
Porque como era de esperar, una banda tan tradicional como los londinenses no iba ni a romper esquemas ni a limitarse a calcar dibujitos. Spike y los suyos no iban a ponerse a deconstruir clásicos en plan supuestamente iconoclasta, ni tampoco a perfumarlos y vestirlos de Armani a lo slowhand. Lo más que podía uno presuponer era un artefacto sucio y pantanoso en la onda del magnífico “Drunk on Muddy Water” de los reyes de Chesterfield. Pero tampoco.
“White Trash Blues” conforma un término medio agradable, por momentos muy disfrutable, en el que se mueven con frescura y agilidad dentro de sus parámetros, y que visto en conjunto no es más que una pieza más de su puzzle particular. Una pieza que encaja perfectamente con el resto de su producción.
Eloy Pérez
