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Bella durmiente – Ado Arrietta (Capricci)

Entre 1969 y 1984, Arrietta filmó seis míticas películas en Francia en 16 mm, regresando a Madrid a finales de los años ochenta para rodar de manera intermitente y concluir (aparentemente) esa etapa con dos solitarias obras en mini DV que parecían rimar con sus dos primeras cintas españolas. Así que Belle dormant esconde varias sorpresas: el firmante de El crimen de la pirindola retorna con la que podría ser su obra más arropada en términos de producción (un cuidado trabajo de etalonaje, un reparto que une estrellas y prometedores actores, admirables localizaciones naturales…); lo que ha repercutido en el merecido y normalizado estreno de un cuento que, respondiendo a parámetros transparentes, sencillos y aparentemente alejados de la vanguardia en la que en algún momento se quiso encajar su obra, nos devuelve a un cineasta sabio, preciso y elocuente que evoca un mundo intransferible (y felizmente alejado de toda actualidad coyuntural), ahora el de las hadas (pues el color las hizo aparecer en su cine, de igual manera que el blanco y negro fue para los ángeles). El influjo de Cocteau, el surrealismo o Minnelli se entremezcla con la memoria de algunas de sus películas esenciales, Pointilly y Flammes sobre todo. Y perdura la impresión de que sólo el cine puede revelar de manera sencilla la distorsión, relatividad, tal vez el drama, del tiempo. Es virtud de este gran artista el hacerlo de manera tan simple, candorosa y emocionante.

 

JOSÉ LUIS TORRELAVEGA

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