Es una fea costumbre que me tengo que quitar: la de churretear en la red sobre nuevas bandas. Fea, aburrida e inútil en el caso que nos ocupa, ya que puede uno ir con la idea preconcebida de que este cuarteto de la capital federal sigue los inocuos pasos de Savages, comentario habitual en las redes: más allá de su componenda mayoritariamente femenina y un cierto hálito after-punk nada las enlaza con las anteriormente mencionadas, de las que poco hay que aprender y mucho que evitar, cuando menos estas predicadoras no van de transcendentes. Vecina y acompañante esporádica del inquieto Ian Svenonius en alguno de sus proyectos, Katie Alice Greer lidera desde hace cinco años este proyecto, que después de dos singles y otras tantas casetes debutan en su propio sello. En la decena de temas que lo conforman hay variedad estilística y disparidad de resultados: encapsulados entre el ritmo tribal/no wave de la inicial «Appropiate» y el molón bajo funky de la postrera «Suck», apartados algunos sosos ejercicios de estilo pospunk, revelan su talento especialmente cuando reparten caña en «JJ» y muestran ganas de morder en «Pink White House».
MANUEL BORRERO