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Carla Morrison, Festival Músiques Sensibles, Palau de la Música, Barcelona

 

 

Carla Morrison aparece en el escenario, menuda y decidida, acompañada por dos músicos. Cerrada ovación. Arranca con “Flor Que Nunca Fui”, y mientras canta, despojando el alma, se hace el silencio. Es obvio lo mucho que el público adora su música, el cariño, y el respeto que impone. Cuando acaba el tema, dice: “Tengo muchas ganas de llorar, qué bonito ver a tanta gente. Habíamos tocado antes en España, pero no ante tantas personas, ni para gente que conociera nuestra música”. Será el primero de los monólogos de la velada. Se suceden los temas, “Vez Primera”, “No Vuelvo Jamás”, y los discursos. Un concierto de la mejicana es un acontecimiento musical, en mi opinión mucho más intenso y convincente que escucharla en disco, y a la vez un despliegue de sentidas reflexiones o confesiones, casi siempre sobre los temas de sus canciones: el enamoramiento, el desamor, la ruptura, la cura de las heridas, el regreso a la luz al final del largo túnel. En ocasiones corren el riesgo de convertirse en sermones, pero se le perdonan porque son de todo corazón, espontáneos y puros como los de una niña. Será interesante comprobar qué forma adopta la música de Morrison cuando deje de centrarse tanto en el amor y se decida a explorar otros temas, nueva obsesiones.

Texto: Alex Fernández de Castro  

Foto: Pep Ávila

 

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