Tendría que empezar por el principio, pero si cierro los ojos, la primera canción que se me viene a la cabeza una y otra vez de esta segunda edición del Festival Mad Cool, no pertenece a la primera jornada, sino a la segunda… Dejamos atrás la hipnótica actuación de Alt-J y, mientras nos acercamos al escenario principal dando saltos, suena en el aire “Purple rain”, banda sonora de la performance que un acróbata está realizando en un cubo colgado de una grúa, a unos treinta metros de altura. Avanzamos hacia las primeras filas y cantamos junto a Prince ese “I only wanted to see you underneath the purple rain”, sin dejar de mirar las pantallas gigantes, embelesados por la coreografía que está realizando el artista Pedro Aunión que, de repente, desaparece bruscamente de plano y ocurre la tragedia. Unos segundos de confusión, cortan las imágenes y se hace el silencio. De todo lo que vino después se ha hablado y escrito mucho, como siempre ha habido reflexiones muy acertadas y también una sobredosis de estupideces y moralina barata. Es cierto que, gracias a las redes sociales hubo mucha gente que se entero de lo ocurrido, pero también comenzaron a reflotar los aburridos jueces que de todo saben, aunque estén a cientos de kilómetros de lo ocurrido y nunca hayan pisado un macro festival de estas características. Está claro que lo verdaderamente importante y triste es el hecho: La muerte de una persona mientras realizaba el trabajo que más le gustaba. La investigación está en curso y se deben aclarar las causas para determinar responsabilidades, además de aumentar hasta el infinito los medios de seguridad para que jamás vuelva a suceder una catástrofe similar. En el comunicado conjunto del Festival Mad Cool y la familia de Pedro Aunión, remarcan que “siguiendo la propia experiencia de la organización” y los “criterios de los expertos de los distintos cuerpos de seguridad del Estado”, ambos asumieron de “común acuerdo” no suspender los conciertos “ya que existía más riesgo en el desalojo del público asistente que en lo contrario”.
Rebobino al jueves y que siga la música como el mejor homenaje.
Jueves 6
El cielo de Madrid se nos cae encima, las nubes negras lloran un manto de agua que amenaza con suspender la segunda edición del Mad Cool, diluvio universal que esquivamos a base de vermuts y chubasqueros de colores (salvador el chino de la esquina), en una primera jornada en la que Nora Norman y los amigos de MondoSonoro (único escenario cubierto) nos dieron cobijo bajo la tormenta con soul del bueno. George Ezra cantó sus estribillos descafeinados bajo la lluvia y nadamos mar adentro, guiados por los cantos de sirena de Warpaint, comenzando con ‘Heads Up’ y concediéndole el primer baile al Sol en ‘New song’.
The Lumineers fueron una suerte de estrella fugaz que activo la velocidad de crucero del festival, dejando entrar la luz en sus escasos treinta y cinco minutos sobre el escenario (sufrieron el recorte de tiempo por la lluvia). Quizás un sonido más crudo les sentaría mejor, pero la intensidad a raudales del folk-rock más comercial conecta rápidamente con el público, con siete balas que nos aciertan una tras otra: ‘Flowers in Your Hair’, ‘Ho Hey’, ‘Sleep on the Floor’, ‘Cleopatra’, ‘Angela’, ‘Ophelia’ y la final ‘Stubborn Love’ que nos deja con ganas de mucho más.
El listón no podía ya bajar y Yannis Philippakis termina de prender la mecha de la tarde con sus Foals, abriendo con ‘Mountain at my Gates’, seguida de ‘Olympic Airways’ de su primer disco “Antidotes” (2008) y asegurando la victoria en el tercer zarpazo con ‘My Number’. Nos acercamos a ver que tal va el directo (saldrá en DVD) de Quique González y Los Detectives en el escenario Radio Station, y ya van ganando con ‘Sangre en el marcador’ y ‘Charo’, con Nina (Morgan) dándole la réplica. Lleno hasta la bandera, solventan las muchas zancadillas sónicas (provocadas por la lluvia) con la fuerza y el oficio que les caracteriza, repasando lo mejor de su repertorio, desde ‘La ciudad del viento’ a ‘Salitre’, pasando por ‘Orquideas en la avenida’ o un ‘Vidas cruzadas’ que nos araña por dentro. Nos da tiempo de volver al Escenario Koko y explotar junto a la traca final de Foals, con ‘Inhaler’ y la desbordante ‘What went down’.
La luna echa las nubes a un lado y ocupa su localidad para quedar deslumbrada con el poderío de Dave Grohl y sus Foo Fighters, secando la lluvia y todo lo demás desde que pisan las tablas. Lástima que la tormenta dejara fuera de juego las dos pantallas gigantes laterales en la actuación más multitudinaria del festival.
Grohl grita como si fuera su última noche en la Tierra y el Mad Cool, con un público totalmente entregado que vende su alma para alcanzar las primeras posiciones, está preparado para vivir su cima de esta edición. Dos horas y media de rock desenfrenado que arrasa con todo y nos deja sin aliento, empezando a todo gas con ‘Everlong’ (tema que suelen usar como bis final) y dándonos dentelladas durante una primera media hora abrasadora, en la que ardemos por combustión instantánea con ‘Monkey Wrench’, ‘Learn to fly’ o ‘The pretender’, y cogemos aire en una versión a fuego lento de ‘Big me’. Nadie como Dave Grohl para adaptarse a los cambios, es un líder y showman total, el paradigma de rock star alternativo de nuestro tiempo con toda la garra intacta del pasado, rabia y caos controlado en estado puro. La apisonadora sigue engulléndonos y no oponemos resistencia, y aunque no cae ya una sola gota sobre nuestras cabezas, la lluvia de meteoritos es continua: ‘All My Life’, ‘These Days ‘Times like these, ‘My Hero’, ‘Skin and Bones’ o la reposada ‘Wheels’. Los seis caballeros negros de Seattle (teclista incluido) nos sumergen en un mar de guitarras en el que la poderosa batería de Taylor Hawkins no deja de latir nerviosa ni un solo instante, como si viviéramos en una continua cuenta atrás.
Nos alejamos del ojo del huracán para unirnos a la fiesta fugitiva y paralela que tienen montada Belle and Sebastian, en un Escenario Matusalem casi lleno a pesar del criminal solapamiento… Stuart Murdoch está en estado de gracia y no para de saltar, arrodillarse y bailar mientras canta ‘Another Sunny Day’, ‘Stay Loose’ o ‘The Party Line’, invitando a un grupo de fans a subir al escenario para que lo acompañen en el tramo final, con ‘The Boy with the Arab Strap’ y ‘I Didn’t See It Coming’ como guindas. Y entre hit y hit de Belle and Sebastian, una extraña fuerza nos atrae hacia atrás y antes de que nos demos cuenta, estamos corriendo en dirección contraria… El rugido magnético de Dave Grohl nos llama (pocos pueden pasar en un segundo del susurro más melódico, a partir el mundo en dos con sus cuerdas vocales) y la recién estrenada bomba ‘Run’ cae sobre nosotros, seguida de ‘This is a Call’ y una ‘Best of you’ coreada por todos que provoca el temblor de tierra más grande de este año en la Caja Mágica.
No era la mejor hora ni el mejor momento, pero un tímido y sonriente Kurt Vile, sale a escena en el Escenario Coco, dándole las gracias a Foo Fighters por abrir para él y su banda. Tras la tormenta de adrenalina, degustamos gustosamente el folk del ex The War On Drugs y quemamos manecillas de reloj en cada tema. Una hora en la que mece a la Luna con su espléndido repertorio, sacando brillo a su exquisito último álbum “b’lieve i’m goin down…” (2015) y cerrando con una deliciosa interpretación de ‘Wild imagination’, que bien podría haber sido el broche perfecto de este día o de cualquier otro. Pero el último baile estaba ya adjudicado, así que cerramos los ojos y nos dejamos llevar, cayendo sin remedio en la brillante oscuridad de Trentemøller. Quedamos marcados por la belleza de la voz de Marie Fisker en ‘One open eye’, que nos tiende la mano para luego ahogarnos en el pos-punk y electrónica de tinieblas que les corre por las venas. El éxtasis de ‘Shades Of Marble’ le da el tiro de gracia a nuestra primera jornada y nos teletransporta a casa.
Viernes 7
Empezamos con un cambió de última hora (comunicado mal y tarde) y Aurora y los Betrayers arañan las nubes en el Escenario Koko, con versión impecable del “In The Heat of The Morning” de David Bowie incluida, demostrando una vez más su poderío en directo. Deseosos estamos ya de poder escuchar su esperadísimo tercer disco.
La invasión de crestas y marea punk de los seguidores de Rancid, se apodera poco a poco de cada palmo de terreno, pero antes ardemos con el final del show de las también californianas Deap Vally. Grata sorpresa la banda de Lindsay Troy y Julie Edward, que en pocos segundos nos noquean a base de afilados riffs y una potente batería, dejándonos el sabor corrosivo que sentimos cuando escuchamos a los primeros White Stripes, mezclados con los Yeah Yeah Yeahs más venenosos. Tim Armstrong sigue siendo un jefazo y capitanea la descarga apoteósica de punk-rock de la vieja escuela que impacta sobre nosotros, sin que apenas nos de tiempo a parpadear. Abren con ‘Radio’ de su “Let’s go” (1994) y la energía no recae hasta el ‘Time Bomb’ y el festivo ‘Ruby Soho’ final, ambas del emblemático “…And Out Come the Wolves” (1995), portada gigante que engalana el escenario de una actuación para el recuerdo.
Es la hora de sobrevivir a un triángulo de las Bermudas en el que nos querríamos perder para siempre: Spoon, Ryan Adams y Alt – J. Llegamos al Escenario Matusalem y el carismático Britt Daniel y sus compañeros de Austin ya lo tienen todo bajo control para firmar una de las mejores actuaciones del festival. Pocos se pueden mirar en el espejo de Spoon, su música es única. La voz rota de Daniel nos atrapa en cada melodía y la banda no puede estar mejor engrasada, confirmándolo en directo con un sonido que roza la perfección, mezclando en su genuina coctelera funk, pop y rock de otra galaxia. ‘Hot Thoughts’, ‘Can I sit next to you’ o ‘I ain’t the one’, todas de su genial “Hot Thoughts” (2017), provocan hasta la aparición de un arco iris en el cielo que enmarca el escenario. De ‘The Underdog’ a ‘Rent I Pay’ y la felicidad es nuestra.
Aún extasiados, vamos al Radio Station a compartir cicatrices con Ryan Adams, en una rejuvenecedora master class de raíces folk-rock. No pasa por estos lares desde 2004 y sale a corazón abierto con ‘Do You Still Love Me?’ de “Prisoner” (2017), surcos para abrir heridas y sanar el alma, del que también nos lanza ‘Doomsday’, ‘Outbound Train’ y ‘Anything I Say to You Now’. Escoltado por una poderosa banda, se le ve disfrutar sobre las tablas desde el primer momento al grito de “Let´s Fuckin´Party”, sacándole todo el jugo a su colección de guitarras en temas de su etapa junto a The Cardinals, como ‘Fix it’ y ‘Cold Roses’, o en las siempre rompedoras ‘To be young (Is to be sad, Is to be high)’ y ‘Gimme Something Good’. Nos desdoblamos y vamos al encuentro de Alt-J, que tienen al público en el bolsillo mucho antes de salir y abrir con ‘3WW’, de su flamante “Relaxer” (2017), disco que tiene poca presencia en el repertorio elegido. Cada una de las partes del triángulo tiene su espacio independiente en el escenario, pero la conexión del trío es total en cada tema. El baile y la locura alcanza techo en la acelerada interpretación de ‘Matilda’ y en la esperada y coreada por todos ‘Breezeblocks’. Mientras tanto, nuestra mitad renace de otra sanadora ruptura con “Heartbreaker” (2000), debut de Ryan Adams y disco elegido para cerrar su directo con tres pieza atemporales: ‘Come Pick Me Up’, ‘Shakedown on 9th Street’ y ‘My Winding Wheel’.
Y como empecé contando en esta crónica, cuando aún tarareábamos ‘Breezeblocks’, la felicidad se nos escapó entre los dedos bajo la lluvia púrpura.
Tras la conmoción, creciente incertidumbre e irrealidad que se respira en el ambiente, con las redes sociales escupiendo información/desinformación y juicios de valor de baratillo, el trío californiano más famoso de los noventa, Billie Joe, Mike Dirnt y Tré Cool (apoyados por Jason White a la guitarra), salen a todo gas con ‘Know Your Enemy’, en la que invitan a una fan a cantar con ellos y a saltar desde el escenario. Estaba escrito que era el día en el que, el adolescente que llevamos dentro tenía que salir sí o sí… Pero tras “Bang, bang” (con Joe poniéndose una careta de Trump y disparándose), ‘Revolution radio’, la festiva y adaptada para la ocasión ‘Holiday’, ‘Letterbomb’, una exquisita ‘Boulevard of Broken Dreams’ y la primera incursión de la noche en “Dookie” con uno de sus indiscutibles himnos, ‘Longview’ (con otro fan haciendo su sueño realidad sobre el escenario), nos termina de inundar la sensación de que tenemos que irnos de allí y eso hacemos. Quedaba mucha dinamita en el concierto que ponía fin a su gira europea, veinte temas entre los que sonarían clásicos como ‘Going to Pasalacqua’, ‘When I Come Around’, ‘Welcome to Paradise’, el cover de ‘Knowledge’ de Operation Ivy (con Tim Armstrong, Branden Steineckert y Matt Freeman de Rancid en el escenario), ‘Basket case’, ‘American Idiot’ o el ‘Good Riddance (Time of Your Life)’ final, más dos bandas que teníamos muchas ganas de ver, Slowdive (suspendieron y también se fueron a casa) y Röyksopp, pero otra vez será, tocaba ser consecuentes con nosotros mismos.
Sábado 8
Última jornada que amanece con un Sol reinante que calienta por fin la piel y quiere olvidar la pesadilla del día anterior a base de buena música, homenajeando la memoria de Pedro Aunión con algunas de las mejores actuaciones del festival.
Empezamos con la noruega Anna of the North, que con su electrónica y pop vaporoso, comienza a calarnos como un antídoto milagroso. Y entonces aparecen en el escenario principal (el que abandonamos con un nudo en el estómago la noche anterior) Wilco, parando el mundo y salvándonos con su actuación, haciendo que todo lo que nos rodea sea infinitamente mejor durante un instante. Pura música que se acerca a la alquimia o la magia. No es que sea poco probable que Wilco puedan dar un mal concierto, es que es imposible que no rocen la perfección o la superen cada vez que tocan en directo. Pisan las tablas y, con Tweedy al mando (imborrable sonrisa, trencitas a lo Willie Nelson, gafas de pasta y sombrero de ala ancha incluido), rompen el hielo y todo lo demás con ‘Random Name Generator’ y ‘The joke explained’, ambas de “Star War” (2015), para luego regalarnos la eternidad y un día con ‘Via Chicago’ (escucharla en directo, aunque fuera una sola vez en la vida, debería de ser un Derecho Humano más) y ese ‘I Am Trying to Break Your Heart’ que te deja el corazón en pedazos antes de terminar. Lágrimas y sonrisas se dan la mano en miles y miles de rostros. Increíble Glenn Kotche a la batería, clase y locura por la venas, al igual que Nels Cline, que nos revientan por dentro en el desenfreno final de ‘Art of Almost’.
De su último álbum “Schmilco’ (2016) suenan las acústicas ‘If I Ever Was a Child’ y ‘Someone to Lose’, pero son clásicos como ‘War on War’, ‘Jesus, Etc.’, ‘California Stars’ o ‘Hummingbird’ (con Tweedy dejándose el alma y el público cantando al completo el estribillo), los que provocan que la adrenalina nos salga a borbotones por los poros de la piel. Vivir el sólo de guitarra de Cline en ‘Impossible Germany’, fundiéndose con la banda al completo y abriendo el cielo, es otro de esos momentos indescriptibles que cualquier amante de la buena música, no debería dejar escapar bajo ningún concepto. El caos final marca de la casa (Apocalipsis y Paraíso en uno) con la descomunal ‘Spiders (Kidsmoke)’, seguida del tornado ‘I’m wheel’ en el que aún seguimos girando y girando, reconfirman lo que sabíamos antes de que pasara: Con permiso de Foo Fighters y Spoon, el oro de esta edición cuelga del cuello de Wilco.
Desde 2015 nos persigue una sombra alargada… En el Super Bock Super Rock de Lisboa de ese año, cometimos el terrible error de perdernos el concierto de Savages, y ya tocaba quitarse esa espina. Gemma Thompson a la electrica, Ayse Hassan al bajo y Fay Milton a la batería ponen en funcionamiento la locomotora y Jehnny Beth deja las cosas claras en pocos segundos, escupiendo fuego en ‘I Am Here’. Garra, carisma y actitud punk por los cuatro costaos, Beth sería la hija perfecta de Iggy Pop y Patti Smith (voz siempre presente), una fuerza de la naturaleza incontrolable sobre el escenario. Con ‘Husbands’, ‘The answer’ y ‘Hit me’, el volcán de Jehnny Beth entra en erupción plena, descalzándose sus tacones rojos y dejándose caer entre las primeras filas al son de ‘Shut up’. Tras ‘No face’ y ‘T.I.W.Y.G.’, nos dejan coger aire en la belleza hipnótica de ‘Adore’, para que luego vuelva a irrumpir el omnipresente bajo de la siempre concentrada Hassan (casi toda la actuación en trance con los ojos cerrados) y Beth nos de el último mordisco en el cuello, arrasando con todo en‘Fuckers’.
No hay tregua, y tras el concierto más salvaje del sábado no llega la calma, sino Dinosaur Jr en el escenario Matusalen. Los problemas de sonido iniciales que no dejan disfrutar de la voz de J Mascis en ‘Thumb’, ‘Goin down’ y ‘Love is…’, se solucionan, y el cover de ‘Just like heavens’ de The Cure junto a la sempiterna ‘Feel the pain’, provocan una replica del temblor anterior y continuos pogos. Se hace el silencio en todos los escenarios para honrar a Pedro Aunión y en las pantallas, con el ‘Purple rain’ sonando en el escenario principal, aparece el mensaje: “En memoria de nuestro compañero Pedro”. Aplauso global y J Mascis prosigue las hostilidades en ‘Start Choppin’’ y ‘Freak scene’, con un incansable Lou Barlow al bajo que se vacía y nos vapulea en la versión final del ‘Training Ground’ de Deep Wound.
Avanzamos al escenario principal para encontrarnos con los cabezas de cartel de hoy (quizás los que menos público reunieron), unos King of Leon que abren con ‘Over’ en el horizonte. Encandilan a los presentes a base de hits como ‘The Bucket’, ‘Use Somebody’ o ‘Sex on fire’, cerrando un show de hora y media que no baja en intensidad y deja muy buen sabor de boca a un público entregado que canta cada estribillo, hasta el final de ‘Waste a Moment’, tema de inicio de su último largo “Walls” (2016).
Dos balas nos quedan en la recámara, la primera se dispara sola con el ‘Born free’ de M.I.A., que sale acompañada de DJ Tiger, dos bailarinas y una MC, con el show más reivindicativo del festival (unos grandes barrotes/valla de neones luminosos preside el escenario). El baile continua con ‘Borders’ y ‘Go off’, ambas de “Aim” (2016), a la que le sigue ‘Pull up the people’ de álbum debut “Arular” (2015). Nos mueve como quiere, es una diva y tiene esa chispa que sólo poseen las grandes. No faltan ‘Galant’, uno de sus primeros singles, ni ‘P.O.W.A.’, tema con pocos meses de vida. Tras ‘Story to be told’ (que no interpretaba en directo desde 2014), se retira y se cambia de vestuario, apareciendo más guerrera que nunca con ‘Ali R U OK?’ y camiseta de estilo futbolero, que se identifica tan sólo con la “publicidad” que porta de “Fly Pirates” (en lugar de “Fly Emirates”). Tres clásicos de su repertorio para terminar de ganar el partido: la coreada ‘Bad Girls’, ‘Fly Pirate’, con emotiva dedicatoria a Pedro Aunión incluida, y la esperadísima ‘Paper planes’, en la que el festival al completo vacía los cargadores en el aire.
Andamos con la gasolina justa y ‘Moderat’ nos reactivan en el escenario principal con uno de los mejores conciertos de la noche. Los alemanes brillan en la oscuridad y nos hipnotizan con su espectáculo visual desde el primer segundo de ‘Ghostmother’. Tras ‘New Error’y la adictiva ‘Reminder’, la luna que cuelga de la madrugada se antoja bola de espejos en busca de un nuevo amanecer. ‘Bad Kingdom’ despide esta segunda edición marcada por la tragedia, con la música de nuevo como refugio y bálsamo ante cualquier tipo de tormenta.
Texto y fotos: David Pérez
(Foo Fighters, Kurt Vile, Ryan Adams, Wilco y Savages)