Encuentros

Fire Records: un fuego purificador y desafiante

 

 

Contra la papilla homogénea del mainstream, mejor regresar al pasado para rescatar incógnitos tesoros y explorar el presente en busca de creadores únicos. La fórmula es sencilla: buena presentación, buena música, buenos resultados. Hablamos con Jeff Nichols, actual responsable del sello británico.

Fire Records la fundó Clive Solomon en los años ochenta para editar a bandas quintaesencialmente británicas como Pulp, Television Personalities, Blue Aeroplanes o Spacemen 3, y ya en los noventa acogió a grupos norteamericanos como Neutral Milk Hotel, Built To Spill, The Lemonheads y Urge Overkill. ¿Tuviste alguna relación con aquella discográfica? ¿Por qué reflotarla?

La primera etapa de Fire concluyó a finales de los noventa, cuando yo estaba todavía en la universidad, así que, aunque era fan del sello pues acogía a algunos de mis artistas favoritos, no tenía ningún contacto con ellos. En la etapa en que el sello estuvo inactivo conocí a Clive, que estaba un poco desencantado con la industria discográfica, pero tenía un profundo conocimiento de la música y podíamos pasarnos horas hablando. En aquella época él intentaba establecer un nuevo sello con el que no iba a ninguna parte y le propuse reflotar Fire juntos. El resto es historia. Empezamos a reeditar algunos discos, volvimos a firmar contratos con algunos de los grupos con los que el sello había trabajado en el pasado, solucionamos diversos problemas y empezamos a construir nuestro nuevo catálogo, una combinación de artistas nuevos y bandas conocidas. Ese equilibrio se mantiene hasta la fecha.

Vuestra primera gran operación de rescate fue el catálogo de Giant Sand. ¿Por qué elegiste ese legado particular de los orígenes del ‘’americana’’?

Me gustaban mucho Giant Sand pues tenía la impresión de que Howe no sabía realmente lo que se traía entre manos, lo que quería hacer, y viajaba a su antojo por ese paisaje Americana siempre cambiante. No soy muy fan del ‘’americana’’ por si mismo, gran parte de aquella escena me parecía y me sigue pareciendo blanda y aburrida, y de hecho en aquella época estaba ya agotándose y llegando al final de su ciclo de popularidad. Me divierte que se llamé a Howe el Padrino del Americana, como se le etiqueta a menudo de forma ridícula, pues en todo caso tiene más que ver con el nacimiento del lo-fi que con cualquier otra cosa y tampoco resulta extraño que haya pivotado hacia el jazz. En el modo en que Howe escribe canciones al parecer no hay principio ni final. Admiro ese aspecto y me siento próximo a esa actitud.

Teníamos una lista de bandas establecidas que nos gustaría fichar y Giant Sand estaban incluidos, pero en aquel momento a Howe le iba muy bien con el proyecto Sno Angel, por lo que parecía no estar al alcance de un sello que renacía sin garantías. Mi banda en aquella época, Virgin Passages, le teloneó en un festival pero no conseguí juntar el coraje para hablarle. Volví a intentarlo años más tarde en la proyección del documental sobre ese proyecto, pero nuevamente no pude encontrar el modo de entrarle, hasta que un amigo empezó a encargarse de su contratación y le pedí que le hiciese llegar mi propuesta. Solo horas después Howe me llamó por teléfono y accedí a reeditar su catálogo a lo largo de todo un año. Tanto el catálogo, diecisiete discos, como encargarnos de su primer álbum para Fire, Blurry Blue Mountain, supuso un enorme trabajo pues trabajaba prácticamente solo, pero con la ayuda de varias personas logramos tirarlo adelante. Aquella infraestructura no servía a largo plazo, pero tengo grandes recuerdos de aquel ímprobo esfuerzo y Howe sabe que tiene carta blanca por haber contribuido tanto al perfil del sello en una época en que necesitábamos de su credibilidad.

Has dicho: ‘’Nuestro amor por estos discos y artistas es evidente en cada nuevo lanzamiento, y la gente lo nota’’. Esto es más cierto si cabe en esta Era Digital, pero ¿puede sobrevivir una discográfica con una minoría de consumidores pagando por cuidados productos de vinilo? 

Una vez comprendes a lo que te enfrentas puedes dar con un modo de que funcione. Lo que te afecta es no saberlo: nunca nos hemos expandido más allá de nuestras capacidades y no nos hemos pillado los dedos. No puedo hablar por el resto de la industria, pero Fire es actualmente más grande de lo que jamás fue, en una época en que los discos se venden menos que nunca. Buscamos dar con un modo de que nos funcione a nosotros y a nuestros artistas. Se trata de hallar nuevas formas de ingresar dinero de las ventas de discos, pero también centrarnos en productos limitados deluxe, con un margen mayor, cuidando a una base de oyentes devotos y trabajando con las bandas más tiempo que el que requiere una campaña de un solo álbum. En esencia podemos permitirnos perder dinero durante un tiempo si sabemos que estamos en esto a largo plazo. En la actualidad hay sellos, como Fire, que pueden sobrevivir legítimamente apoyando la música marginal y ofrecer servicios que hace diez o veinte años no estaban a nuestro alcance. Es fácil desprestigiar a la industria y pienso que muchos de los artículos al respecto, incluso en revistas y blogs que respeto mucho, no se han documentado bien. Personalmente creo que la industria está mejor que nunca pese a la mala prensa que tiene. Más y más gente compra vinilo, más gente acude a los conciertos, y hay un siempre cambiante paisaje de festivales y tiendas, además de medios y nuevas tecnologías que han jugado su papel en convertir este negocio en un terreno fructífero. Como te adaptes a ello es cosa tuya.

Los artistas pueden hacerlo ellos mismos, pero también asociarse con un sello como Fire y disponer de diez personas cuyo entusiasmo roza el ridículo que les ayuden. Por esa razón nunca me haré rico con este trabajo, como sucedía en los ochenta y los noventa, pero el hecho de que lo hago a tiempo completo, doy empleo a otras personas y pagó muy bien a los grupos, me hace bastante feliz. Nunca me ha interesado el dinero y si tenemos alguna ganancia inesperada, podemos darle trabajo a alguien, invertirla en una nueva banda o en nuestros artistas, sea construyendo un estudio o comprando equipo.

Tu método para mantener el espíritu consiste en trabajar únicamente con música y artistas que verdaderamente te gusten. Como has dicho: ‘’Cuando te comprometes, el mercado finalmente te atrapa y un día te despiertas sintiéndote miserable, trabajando en discos y gente que te ponen literalmente enfermo’’. ¿Cómo hacer eso viable a nivel económico? 

Si crees en algo no te importará trabajar hasta tarde, hacer un esfuerzo extra, no dejar de buscar oportunidades para tus artistas y en consecuencia para tu sello. La clave de nuestra supervivencia se basa simplemente en emplear a gente que tenga ese mismo entusiasmo, mientras que antes empleaba a una persona para una tarea específica. Ahora doy con la gente adecuada y el resto funciona por si mismo. Me gustaría colgarme todo el mérito, pero no puedo.

¿Por qué decidiste trabajar en las campañas de reedición de tres instituciones tan queridas, pero minoritarias, como Pere Ubu, Half Japanese y Bevis Frond? ¿Cómo se están desarrollando?

Estábamos trabajando en el nuevo disco de Pere Ubu pero me decían que el catálogo no estaba disponible, creo que en aquella época languidecía en las estanterías de Cooking Vinyl. Así que visité a David Thomas en su casa, le hablé del proyecto prometiéndole que haría todo aquello que le estaba exponiendo, y salí de allí con un trato para reeditarlo todo de modo similar a como habíamos hecho con Giant Sand. Aquel fue otro momento clave para nosotros. Poco después David me mandó una perorata sobre algo y le dije que aquella sería la portada, y esta es la historia del diseño de los boxsets. Habíamos reeditado el boxset debut de Half Japanese, que se agotó, por lo que supuse que podíamos editar cinco boxsets similares de Pere Ubu, que había un mercado para ello y que, en el peor de los casos, iba a llamar mucho la atención, lo que a la larga ayudaría al catálogo. Era un plan ambicioso, pero todos creíamos en ello y finalmente aquellos boxsets fueron aclamados por la crítica y consolidaron nuestra reputación de hacer las cosas bien.

Half Japanese era una propuesta más compleja, por lo que me concentré en asegurarme de que todas las tiendas tuviesen por lo menos un ejemplar de cada álbum. Era necesario hacerlo de modo que fuese económico tanto para el sello como para el consumidor, sin perder por ello calidad. Al final me quedé con la idea de hacerlos de tres en tres, con los elepés dentro de un estuche, cuatro volúmenes. Todo lo que guarda relación con su presentación, o con que Jad recrease los recortables de papel de las portadas originales, fue cosa del sello.

Poner en el mercado a Bevis Frond fue quizás lo más complejo de los tres casos en términos de viabilidad comercial, pero ya estaban en nuestra lista hace diez años, pues eran y son una de mis bandas favoritas, pero en aquel momento me rechazaron para irse con ¡Cherry Red! Seguí insistiendo y cuando, años más tarde, en Cherry Red se quejaban de que sus discos no se vendían me puse a ello para demostrarles lo contrario, les compré los derechos y me asocié con Nick Saloman. Empezamos a reeditarlos individualmente. Hemos publicado ya catorce de los veinte, y ocho de estos se han agotado. Además la banda ha recibido tan buena prensa que se ha montado un festival inspirado en ellos, This Corner of England, como una canción del álbum Any Gas Faster.

Estoy muy orgulloso de haber logrado publicar los catálogos completos de bandas como Giant Sand, Pere Ubu y Half Japanese. Un total de cincuenta álbumes, y aunque no fuesen un gran éxito comercial para el sello, aquello nos puso en la situación que queríamos a nivel mediático y compensó mi ambición de comercializar a artistas infravalorados presentándolos gráficamente de modo óptimo. Hay también un valor en ello y creo que es lo que hacemos bien.

De hecho, llegó un punto en que dejamos de trabajar con bandas a las que sentíamos que no teníamos nada que aportar. Guided By Voices son uno de los mejores grupos de todos los tiempos, especialmente Bee Thousand, un disco muy importante que me abrió los ojos cuando empezaba a descubrir música fuera del mainstream, pero la verdad es que no contribuimos nada a esos discos. El management de la banda, buena gente, hizo lo que quería hacer y nosotros les facilitamos la publicación. Fue un poco desaprovechar nuestros talentos al respecto y, bueno, debes creer en ti mismo tanto como crees en tus artistas. Había muchas bandas así y decidí hacer examen de conciencia, viendo que si no podíamos participar estrechamente con la banda en la toma de decisiones, el esfuerzo no merecía la pena. Además, en aquella época me interesaba dirigir el sello hacia nuevas músicas.

Ya que lo dices, también estáis al día en artistas prog/ambient como Jane Weaver, Death & Vanilla y Noveller. ¿Son estos sonidos tan viables comercialmente como el rock?

Si te soy franco, hubo un momento en que me sentí muy incómodo al ver que de pronto Fire parecía centrarse en el rock de guitarras. Esto tenía sentido en las reediciones, pues son bandas legendarias, pero mis gustos van por otros derroteros. Los primeros álbumes que publiqué en Fire fueron de HTRK, Bark Psychosis, Gerry Mitchell. El programa de reediciones que intenté llevar a cabo, sin conseguirlo, fue el de Arthur Russell. Me interesaban mucho más los individualistas raros y disidentes, especialmente los artistas extremos, sin importar el género, y quería que el catálogo fuese muy variado. Pero en parte por los gustos de mi socio en aquella época sentía que habíamos ido demasiado lejos en la dirección del indie-rock para tíos blancos, alejándonos de lo que yo quería fuese el sello. No siento que el legado de Fire sea ese, Pulp y Blue Aeroplanes eran bandas art-rock, y los primeros se habían aventurado en la proto-dance electrónica. Bark Psychosis fueron precursores del drum’n’bass, y el álbum de enigmática electrónica de Lives Of Angels sigue muy vigente hoy, más de treinta años después.

Alejarnos del indie-rock de guitarras fue una decisión que no sentó demasiado bien a un par de personas del sello, pero finalmente las cosas tenían que cambiar. La primera vez que escuché a Death & Vanilla supe que ese pop de otro mundo deconstruido en ambient era un buen lugar en el que aterrizar. Death & Vanilla, Jane Weaver y especialmente Virginia Wing, a quienes contraté tras escuchar una maqueta de un solo tema, quizás sean el núcleo de lo que hoy representa el sello. Aunque guitarreros, Rats On Rafts aportan novedad y su agresivo art-punk tiene una sensibilidad pop subyacente, pero no creo que necesitemos un montón de bandas así. Prefiero fichar a los mejores en su género, que es lo que son Rats On Rafts, y espero que el público se entere de su existencia. Y lo mismo ocurre con Noveller. En estos momentos Sarah está en su mejor momento creativo, y mola mucho que una variada selección de sus colegas así lo reconozca. La gira con Iggy Pop fue muy importante para ella y su carrera. Se lo merece.

En resumen, contrato a los artistas que me gustan. Creo que tenemos un núcleo sólido con el que trabajar, y seguimos trabajando con bandas establecidas, como The Chills, muy importantes para nosotros, o en las reediciones de Evan Dando, y con artistas increíbles como Josephine Foster, con la que llevamos tiempo trabajando aunque ella siempre esté explorando nuevas áreas de su arte. Supongo que estamos en el mismo sendero. Siempre exploro para dar con nuevos sonidos y así vas encontrando a gente que comparte tu visión y con la que trabajar. No soy la clase de A&R que busca ‘’la próxima gran sensación’’ y, si nos vemos en la tesitura de pujar por una banda, bueno, prefiero perderla y encontrar otra cosa más de nuestro estilo. Quiero ofrecer a todos mis artistas la libertad y el apoyo que necesitan.

Hablemos de la conexión australiana, que no solo nos ha devuelto a The Chills, también a excelentes nuevas bandas como Blank Realm y Scott & Charlene’s Wedding. ¿Funciona?

No… The Chills sí funcionan. Scott & Charlene’s Wedding se están acercando, y en lo que a mi respecta, Craig Dermody y la banda tienen carta blanca. No creo que sea justo decir que en su caso se trata de una labor de amor por nuestra parte, pues los importantes son ellos y llegará un momento en que la gente se dará cuenta de que es un genio a su manera. Si tenemos que esperar veinte años que así sea. En mi opinión Scott & Charlene’s Wedding son tan buenos como Pavement. El resto, bueno… fue difícil a muchos niveles. Invertimos mucho en música que se producía al otro lado del mundo pero no podíamos traerlos a todos y cuando lo hicimos fue como iniciar una campaña con un enorme déficit, noches sin dormir, toneladas de trabajo, sin una verdadera recompensa. Ni siquiera se reconoció ese trabajo, que me parece lo mínimo. Pero estuvo muy bien y no me arrepiento, la intención era buena. El disco de Lower Plenty sigue siendo fenomenal, pero si no estás en contacto con esos músicos se hace difícil mantener una relación positiva que vaya más allá de la dinámica transaccional entre sello y artista, y nada de esto ha sido para mi una simple transacción comercial. Hay quien lo entiende, otros no, y no puedes hacer nada al respecto.

Chamber Music, el álbum tributo a James Joyce, fue un interesante proyecto en el sentido de que los participantes intentaban traer la literatura pura a una dimensión musical.

Siempre quise llevar a cabo proyectos multidisciplinares e incluir elementos de la poesía y el cine, y trabajé con muchos poetas y cineastas en aquella época. Pero probablemente Chamber Music se adelantó a su tiempo, era demasiado pronto para que Fire se metiera en conceptualismos artísticos. Sucede lo mismo con nuestros primeros grupos, que seguramente hoy funcionarían mejor. Pero creo que con el sello Earth hemos cerrado un círculo, editando proyectos más conceptuales como el álbum homenaje a Shirley Collins, Shirley Inspired. Además, estamos editando folk, música clásica, bandas sonoras y libros. Hemos puesto en marcha Fire Films, con la que estamos produciendo películas sobre Shirley Collins y The Chills. Y mi socio anda trabajando en un documental sobre Tony Conrad. ¡Ese es otro catálogo que sentí muchísimo no poder reeditar! Todo ello está cuajando de un modo que hace diez años no hubiese sido posible. Creo que estamos ante el inicio de algo que al final apoyará a las artes minoritarias a lo grande.

En el citado subsello Earth Recordings estáis llevando a cabo impresionantes campañas de reedición de leyendas del folk británicas como Bert Jansch y Shirley Collins, pero también habéis descubierto al compositor ruso Tariverdiev. ¿Ayuda el valor histórico a comercializarlos?

Debo aclarar que no reeditamos los álbumes más conocidos de Bert Jansch y los demás artistas del catálogo Earth, pues no somos un sello que simplemente vuelva a poner en las tiendas reediciones de títulos conocidos en su formato original. Ya hay muchos sellos ahí fuera que se dedican a ello, y me parece poco inspirado y sin sentido hacerlo nosotros. Dudo de que los artistas saquen nada de esa clase de sublicencias en las que sus royalties se reducen todavía más. He empezado a denunciar este hecho, he ayudado a algunos artistas para que obtengan mejores tratos de las multinacionales y también he intentado cancelar el máximo número de licencias. ¡No es justo que tanta gente haga dinero con eso cuando los artistas solo reciben la mitad de nada!

Con Earth la idea es desenterrar joyas ocultas, contar su historia y otorgarles el respeto que merecen. Una de nuestros discos más vendidos, Avocet, era una álbum marginal de Bert Jansch, un disco instrumental sobre aves acuáticas escocesas. Logramos que la talentosa artista Hannah Alice dibujase ilustraciones para cada uno de los temas y publicamos el álbum con una serie de láminas. Esto llevó el disco a lo más alto de las listas de ventas de vinilo en Reino Unido y, además, obtuvo grandes críticas. A partir de ese momento me convencí de que podíamos sobrevivir gracias a nuestras ambiciones creativas y empezamos a creer más en lo que hacíamos y a aceptar nuevos retos. Un caso similar sería el de Tariverdiev, pues nadie sabía quien era. Pero su historia era increíble y venía respaldada por sus bandas sonoras para películas, extremadamente sublimes. Buena presentación, buena música, buenos resultados. Una fórmula sencilla.

¿Cómo ves el futuro en los próximos años de sellos como Fire?

No puedo hablar por otros sellos, pues creo que Fire es realmente único. Quiero que Fire compita con esos otros sellos, que sea abanderado de la música y el cine verdaderamente independientes, centrándonos en las artes marginales y alternativas. Ya veremos si es posible. Yo voy a hacer todo lo que esté en mis manos.

 

Texto: Ignacio Julià

Foto portada: Scott & Charlene’s Wedding

Resto fotos: James Nichols, The Bevis Frond, Death & Vanilla y Pere Ubu

 

Versión completa de la entrevista publicada en Ruta 66, nª 349, junio de 2017

 

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