Ha llovido desde que hablamos de ellos en estás páginas, incluidos en un informe sobre glam nacional. Se lo han tomado con calma, se lo han trabajado y la espera está más que justificada. Estos veteranos dispuestos a someterse a sesión de maquillaje, usar coloridas boas y vestuario imposible, producidos por su guitarrista Astray y defensores de la parte más descacharrante del rock, saben cómo divertirse y generar diversión. ¿Cómo? Inundando las calles y los equipos de sonido con una pegajosa sustancia, el Buguibún, capaz de adherirse como un chiclé a tu paladar y empujarte a la pista de baile. Su lugar favorito, al parecer: invitación al desenfreno mental y corporal, invocación a los instintos mas primarios, sus canciones reúnen los clichés más venerables de la triada Sweet/Slade/Silverchair, recuperan los riffs demoledores de la era dorada del género y le adjuntan letras memorables. Adictos al bailoteo sin fin, chicas Buguibún —no podía ser de otro modo—, guaperas de barrio y gorrones odiosos, personajes que desde Carabanchel buscan conquistar el mundo. «Terapia de Baile» es su hit single en potencia, por momentos parecen haber resucitado a Toño de Burning y haberle invitado a cantar, y la traslación a su mundo del «Ballroom Blitz» de Nicky Chinn y Mike Chapman es de traca.
ALFRED CRESPO
