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Mayday Mambo, Varias Salas (Barcelona)

 

Hay que ser un valiente –o un insensato—para montar un festival de 3 días de psicodelia, garage y rock alternativo en distintas salas de Barcelona el mismo fin de semana de la final de Copa del Rey Barça – Alavés y uno antes del Primavera Sound, el festival de festivales. ¡Pero qué sería de nuestra agenda de conciertos mensual sin la kamikaze valentía de los pequeños promotores!

 

Sea como fuere, la segunda edición del Mayday Mambo, organizada por los impulsores del Xtrarradio Music Fest y de la comunidad Open Music Project, reunió bajo un mismo cartel a un plantel de artistas sumamente atractivo para los aficionados a ese rock que se regodea perdiéndose entre los pliegues del trazado que toda canción establece entre su punto de arranque y su destino. Este enviado rutero quiere destacar especialmente tres actuaciones que, como las del resto del cartel, fueron aupadas a otra dimensión gracias a las alucinantes proyecciones visuales de Héctor de la Puente:

DUNGEN. Principal reclamo del #MaydayMambo 2, la banda sueca –que debutaba en sala en nuestro país tras su paso por Primavera Sound 2016– ratificó sobre las tablas de La[2] de Apolo que es una de las bandas más excitantes del circuito rock –a secas– europeo, si no mundial. Abrieron fuego con dos envolventes, catedralicios instrumentales como “Kalifen” y el subyugante “Fredag”, corte extraído del que quizá sea mi disco favorito suyo, 4; que volvieran a él para desplegar maravillas como “Mina damer och fasaner” (¡ese groove gipsy!), “Bandhagen” (pura ingravidez mecidos por un piano y una flauta mágicas) o “Der tar tid” (deep-funk para inmersiones acuáticas con Steve Zissou) me colmó de un gozo indescriptible. Nos escatimaron alguna joya de su sublime Ta Det Lungt, pero a cambio servidor se descubrió embobado ante el demoledor pasaje del saxo en “Akt Dit”, localizable únicamente vía single. Lección magistral, sí.

CAMERA. Lo bueno de los festivales es que en ellos puedes enfrentarte a un grupo sin haber escuchado absolutamente nada de él. Y si el grupo en cuestión posee la rotunda personalidad, musical y de puesta en escena, de los berlineses Camera la sorpresa muta en impacto y finalmente en agradecimiento hacia los promotores; insensatos, valientes. La mente de Michael Drummer, batería y fuerza motriz del trío alemán, diríase que transita por una realidad paralela, reconcentrada como está durante todo el pase en no perderle el compás a los repetitivos, inclementes mantras que extrae de sus timbales. Un beat apocalíptico el suyo, krautock progresivo de primer orden, elevado a cotas de enfermiza belleza gracias a la libérrima fluidez con que ensanchaban cada tema el hierático teclista y ese guitarrista amante del fuzz que nos regaló preciosas instantáneas –borrosas en mi móvil– al tocar durante unos minutos con una flor rosa en la boca…

FOGBOUND. De distintas fuentes, todas ellas de confianza, me habían llegado solo buenas palabras del directo de los gallegos y solo puedo decir que fue un gustazo comprobar que los exaltados parabienes con los que a veces sobredimensionamos a los combos de nuestro país estaban del todo justificados en el caso del cuarteto coruñés. Han tardado cinco años en presentarnos su puesta de largo, pero se nota que en este tiempo han ido engrasando una puesta en escena desbordante en brío y carisma, todo al servicio de unas canciones que asimilan de manera ejemplar influencias del freakbeat, el hard-psych y el pop 60s. Un combo del que sentirse orgulloso, no lo dejes escapar si pasa por tu ciudad y, sobre todo, hazte con una copia de ese Fogbound (The John Colby Sect) que debería estar entre lo mejor facturado aquí en las listas de final de año.

Del resto del cartel –me perdí la jornada de clausura con Morgan Delt y The Baudelaires y todavía estoy arrepintiéndome–, destacar la hermosa crudeza indie-rock de SURF CURSE – jovencísimo dúo reconvertido en trío a medio camino entre Japandroids y Two Gallants–, el oscuro y adictivo nervio post-punk de los daneses YUNG –en la estela de sus aclamados compatriotas Iceage– y el gusto agridulce que me dejó el show de FROTH –combo del que me hice fan al instante en su anterior visita tocando en el diminuto Lupita del Raval–, demasiado frío cuando acudía a los temas de su último disco Outside (Briefly) y arrebatadoramente shoegaze cuando el cuarteto se subía a lomos de sus dos primeras entregas.

Texto: Roger Estrada

Foto: Xavi Mercadé

 

 

 

 

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