Encuentros

The Salamanders: regresan tal como ayer

 

Pese a sus cuatro años de recorrido, The Salamanders no fueron el capítulo más florido de la fértil escena leonesa de finales de los ochenta. Quizá les faltó el empuje de alguna compañía que apostara por ellos y hubiera prensado en vinilo esa pasión y energía que cuentan que desplegaban sobre el escenario. Mañana se les podrá ver y escuchar en el Gran Café de León.Afortunadamente de sus cenizas surgieron algunos proyectos realmente interesantes: Buffalo con la Flying V de José Berrot como punta de lanza y los apasionados The Crépitos, que contaban con las cuatro cuerdas del ubicuo Juancho López. En 2008, una fiesta del webzine El Rin propició que volvieran a subirse juntos al escenario, y unos años después el sello Paper Stone Scissors editó las maquetas de la banda; unas grabaciones quizá demasiado ruidosas, pero que rezumaban todo el poderío y la clase que se le presupone a una banda nacida en el momento y el lugar preciso. Desde entonces han sido varias las reuniones y, por fin, han grabado su primer larga duración, casi treinta años después…

 ¿Cómo es que finalmente os habéis decidido a grabar vuestro álbum de debut?

Juancho López (JL): La verdad es que, aunque hayamos tardado casi treinta años en decidirnos a grabar el LP, ha sido todo muy rápido. Estas navidades después de nuestro concierto de reunión anual nos propusimos grabar un disco y a los tres meses ya lo teníamos en la mano.

Parece que habéis intentado preservar ese espíritu juvenil e inocente que presumo teníais. ¿Me equivoco?

José Berrot (JB): El disco está grabado en un día de trabajo, y son prácticamente todas primeras tomas. Está grabado todo en directo tocando juntos, sólo se grabó aparte la voz y algún solo de guitarra. Así hemos querido preservar un poco el espíritu y sonido primitivo del grupo, más bien crudo.

JL: Sí, ha quedado muy crudo y directo, tal y como sonamos en un concierto.

El disco suena como un cañón, supongo que producto de unos medios mejores…

 JL: Bueno, ha sido todo muy natural y nada premeditado… Creo que el resultado final es como si hubiéramos entrado a un estudio en 1991 a grabar esas canciones, sonarían casi igual que ahora.

¿No creéis que os ha tenido que afectar algo el ser ahora mejores músicos?

JL: Imagino que ahora sonamos bastante mejor que en la época, ¡además de que nos subimos al escenario bastante más sobrios que en aquellos tiempos! (risas) Pero básicamente seguimos haciendo lo mismo y supongo que conservamos la energía y la frescura que es una parte muy importante en este grupo.

Supongo que es casi inevitable la tentación de hacer las cosas más «elaboradas».

JL: Desde mi punto de vista, en el rock muchas veces las cosas no por ser más elaboradas son mejores… A veces cuanto más sencillo y menos «elaborado» mejor. Aun así creo que no nos planteamos ese tipo de cosas, tan solo tocamos lo que nos gusta y nos divierte.

JB: Queremos mantener el espíritu primitivo del grupo. Nacimos como una banda de garage 60´s a la que fuimos añadiendo pinceladas y versiones de la música que nos gustaba y nos gusta, Stooges, MC5, Flaming Groovies, Radio Birdman, etc. Este disco es tan inmediato como éramos en aquellos años. El ser mejores músicos nos ha permitido el poder hacerlo así: en un sólo día y en directo, pero respetando la frescura, la inmediatez y dejando las florituras y los arreglos, que borrarían la esencia de lo que queríamos con este trabajo.

Supongo que la edición del epé que rescataba aquellas grabaciones antiguas fue el acicate definitivo para querer tener algo de los Salamanders con un sonido mejor, que haga justicia a la banda.

JB: Sí, porque la verdad es que las grabaciones de la época son más bien cutrillas, tanto por la calidad del sonido como por nuestras ejecuciones en éllas como músicos muy principiantes.

JL: El EP nos volvió a poner en órbita, o por lo menos fue una buena disculpa para hacer varios conciertos. El LP ha sido como saldar una vieja deuda con nuestro pasado.

La cara B del vinilo la ocupan cuatro versiones. ¿Estaban también en vuestro repertorio “original” o alguna es producto de vuestra evolución a lo largo de estas décadas?

JB: Ya las tocábamos entonces, nuestros gustos musicales han evolucionado poco en todos estos años.

JL: La única relativamente nueva es «Roussian Roulette» de los Lords of the New Church.
¿Qué artistas que habéis conocido (y disfrutado) posteriormente creéis que NO encajarían en un concierto o disco de los Salamanders?

JL: Bueno, seguimos flipando con el garage, punk, psicodelia, power pop, hard rock… En definitiva: el rock & roll en todas sus vertientes. Así que básicamente todo lo que nos gustaba en el 89 nos sigue gustando y los Flamin Groovies siguen siendo mi grupo favorito. Pero también escuchamos más cosas, yo por ejemplo en los últimos dos años me he comprado un montón de discos de jazz y eso era algo que en aquella época no me interesaba.

¿Habéis compuesto nuevas canciones o habéis grabado simplemente las canciones que teníais escritas?

JB: La canción que abre el disco, Adrenaline, es una composición reciente, y en los directos que haremos para presentar el disco los próximos meses vamos a incluir otros dos o tres temas de nueva hornada.

Los álbumes suelen ser más largos, y si teníais más canciones propias… ¿por qué no las grabasteis en lugar de las versiones?

JL: En un concierto de los Salamanders siempre abundan las versiones de garage y mucho Detroit rock y nos resultó atractiva la idea de hacer un disco con una cara sólo con versiones.

JB: Además nos parecía una buena opción: tres canciones propias por una cara y en la otra cara cuatro versiones, en mi opinión con un toque bastante personal. Hay más canciones originales de The Salamanders de la época que también querríamos recuperar, y de hecho vamos a intentar hacerlo en próximos ensayos, y quizás sean inmortalizadas en posteriores grabaciones. El tiempo y las agendas lo decidirán.

¿Os planteais entonces un segundo trabajo?

JB: Realmente no nos hemos planteado nada por ahora, el tiempo lo dirá. De momento tenemos este LP que hay que defender en directo, y en eso estamos. Para The Salamanders, tanto ayer como hoy, nos viene que ni pintao el dicho de «andando y viendo».

Y ahora a presentar el disco… ¿Vais a ser capaces de encontrar tiempo para presentarlo como merece?

JB: Andamos todos muy liados, ya sabes, y tampoco tenemos intención de hacer muchos conciertos con The Salamanders, pero sí que va a haber varias actuaciones para presentar el disco.
JL: De momento lo vamos a presentar en el Gran Café de León mañana, 8 de junio. Y nos gustaría hacer unas cuantas presentaciones de cara al otoño.

¿Habrá alguna sorpresa?

JL: Queremos repescar alguna vieja canción de The Salamanders y, por supuesto, montaremos alguna versión nueva. Estamos pensando en una de los Sunnyboys…

Por curiosidad… ¿Hay alguna leonesa en la que no toque Jorge? Que por cierto, supongo que ni había nacido cuando se fundó la banda…

JB: Sí que había nacido, pero era pequeñín. A Jorge lo conocí en los primeros ensayos de Buffalo, ya que venía a vernos ensayar con su inseparable amigo Natalio. Tendrían 14 años o así. Los dos después formarían Holy Sheep y hemos grabado el disco en su estudio. Así que es el sustituto perfecto de Johnny en The Salamanders.

Los que no os conocimos en su momento, no sabemos demasiado de Johnny…

JL: Johnny venía de Coruña y había tocado en un grupo llamado Metro…

JB: Pero le conocimos en el KGB, uno de los muchísimos bares rockeros que había en León en aquellos maravillosos años. Él trabajaba allí, era motero de los de verdad, con su Triumph Tiger y su Harley Davidson, y se acabó uniendo a nosotros en 1990. Llevábamos un año como trío, Juancho, Miguel y yo. Johnny dio una fuerza y contundencia que le faltaba a la banda.

JL: Él era un flipado del rock sureño y nos aportó un toque muy interesante que no teníamos.

JB: Después abrió un bar en el Barrio Húmedo que se llamaba la Cantina, en donde trabajé con él como pinchadiscos un par de años. Estuvo con nosotros hasta que nos separamos. Después de cerrar ese garito, The Salamanders ya no existía, y Johnny prácticamente desapareció del mapa. Yo no le volví a ver, aparte poco después dejé de vivir en León.

JL: Después enfermó y desafortunadamente falleció hace unos años. Guardamos un muy buen recuerdo de él y de las aventuras compartidas

JB: Por eso hemos querido dedicarle este trabajo.

Aparte de Barcelona, el País Vasco y Madrid… León es probablemente el sitio que más y mejores bandas nos ha dado… ¿A qué creéis que se debe?

JB: León ha sido desde siempre un hervidero de bandas de buen rock, y siempre ha habido una cultura musical a años luz de otras provincias.

JL: En la época en la que surgimos The Salamanders León era un paraíso de Rock & Roll, o al menos eso nos parecía a nosotros. Había unos diez bares de rock por los que podíamos campar a nuestras anchas. ¡Teníamos nuestro particular Malasaña aquí! Además había un montón de grupos muy interesantes como Los Positivos, Los Oscuros, Abogado del Diablo, Deicidas, o los más conocidos: Cardiacos y Los Flechazos.

JB: Sí, siempre ha habido buenos bares donde escuchar buena música y la agenda de conciertos es siempre apretadísima. El público leonés además tiene un criterio y una perspectiva histórica del rock que no ves en otras capitales más grandes.

JL: En La Mandrágora y el Periferia solían programar muy buenos conciertos: Fleshtones, Nomads, Dr. Feelgood, Godfathers… Un montón de grandes conciertos que nos influenciaron muchísimo en ese momento.

Para terminar, los dos habéis tenido varios proyectos posteriores… ¿Juancho, cuál es el que más te gusta de los que ha tenido Jose?

JL: Siempre me gustaron mucho Buffalo, que son una bandaza con muchísimo potencial. Compartimos escenario muchas veces, primero con The Crepitos y después con Bummer. Los conciertos de reunión de Buffalo del pasado año fueron espectaculares y por fin se ha editado su LP en vinilo.

 ¿Y a ti, Jose? Me temo que tienes más donde elegir…

 JB: Me flipan prácticamente todos los grupos en los que ha estado Juancho, y son innumerables, sí. The Crépitos, que fueron su proyecto siguiente a Salamanders y los llevo muy en el corazón; sigo escuchando sus discos. Además, dos integrantes de la banda, Juan e Ignacio, son veterinarios como yo, e hicimos la carrera juntos. Ellos compartían piso y, en lugar de ir a clase, a las 9 de la mañana comprábamos cervezas y nos íbamos a su casa a tocar canciones de Rory Gallagher y Neil Young. A veces estábamos todo el día. Creo que Juan conserva todavía esas cintas que grabamos juntos. Pero musicalmente, la banda que más me ha gustado es Bummer, eran brutales, los directos te dejaban cao. Eran pura energía y actitud. El disco que sacaron con Kent Steedman & The Tubular Greens me parece también una pasada, y lo sigo escuchando de vez en cuando en el coche.

 

Texto: J.F. León

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