Volver con un disco aceptable ya era suficiente, pero lo vitorianos no son así: han tenido que pasar por diez años de trayectoria y otros veinte de silencio para sacar el que, posiblemente, sea su disco más brillante, incluso más de aquel impecable Keep On Keepin’ On de 1996. Y eso, pese a que el órgano pierde protagonismo en favor de un sonido más centrado en una guitarra que lleva por diversas ramificaciones de ese infinito lenguaje llamado R&B, sin perder coherencia ni consistencia. Hacía falta, la verdad, porque el sabor que había dejado su álbum de despedida, Ten Long Years, no era el mejor. Era un disco bueno, ojo, tocado por músicos que hacen bien las cosas, pero sin calidez. Sin esa O enorme que une todos los puntos, todos los miembros de la banda. Esa Obsesión que sí se respira en Everything Is Changing. Aquí, además de músicos que aman lo que hacen, reconoces a los amigos, a los compañeros de armas, a tíos que se quieren. Que se quieren mucho. Da gusto, oigan. En total, ocho temas: dos versiones (Five Royales y A.C. Reed), y composiciones propias que van desde la espectacular canción titular, pasando por la genial «Gipsy Woman» o la recuperación del eléctrico «Midnight Boogie» que ya titulara su debut. Pluscuamperfecto, es decir.
ALBERTO VALLE
