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Bombino – Dabadaba, San Sebastián

 

Omara “Bombino” Moctar, más conocido como Bombino, -el nombre viene de bambino, niño en italiano- suele saltar con naturalidad del circuito world music al rock. Del Womad al Villamanuela madrileño. En Occidente lo descubrimos gracias a Dan Auerbach, líder de The Black Keys, que en 2013 se lo llevó a su estudio de Nashville para grabar Nomad, un disco que te hechiza desde los guitarrazos blues de Amidine y su aroma al Sahara, su lugar de procedencia.

Influido por el rock clásico pero, sobre todo, por los padrinos del rock tuareg, Tinariwem, parece mentira que su vida haya estado hipotecada por los horrores de la guerra. En sus canciones no suele faltar el mensaje político y comprometido, pero su música destila amor.

Escucha “Tamiditine Tarhanam” o “Inar”: te resultará imposible desprenderte de esta familia de estupendos músicos. Compactos y sólidos como una roca, van mucho más allá de la pirotecnia guitarrera de la escuela Hendrix. En su música se entremezclan géneros dispares sin rubor (reggae, blues, funk, rock) y el resultado es altamente adictivo. Se esforzaron por dar las gracias en euskera y prometieron que para la próxima vez hablarían el idioma. Lo que en otros grupos suena a cumplido de corta y pega, a discurso populista para quedarse con el personal, en Bombino y sus muchachos se convierte en una muestra de pura hermandad cultural.

Salieron como lo que son, tuaregs, el pueblo de pastores nómadas del desierto, con turbantes enrollados sobre el cuello y túnicas de color añil. Un detalle curioso y puede que hasta insólito: el bajista tocó con unos guantes sobre unas cuerdas fosforescentes. Se despidieron victoriosos, pero habiendo tratado de tú a tú al público, sin pizca de soberbia, mirándoles a los ojos. A la hora y tres cuartos de concierto, cuando ya habían desplegado toda su hipnótica electricidad, empapados de sudor, se abrazaron formando una fila horizontal como los actores de teatro cuando cae el telón.

¿Dónde está la fórmula de su éxito? ¿Por qué nos arrebatan el corazón desde el primer riff de guitarra? Bombino te invita a que transites por la arena del desierto. Es un viaje ecléctico. Las guitarras eléctricas mandan -la suya y la de su compañero de grupo-, suben y bajan las revoluciones cuando quieren, retuercen hasta el éxtasis las canciones y la sección rítmica se sale a veces por la tangente con dejes jamaicanos y pulso exótico, casi siempre bailable. Bombino se marchó del Dabadaba haciendo rock and roll, como Chuck Berry subido a una duna del Sahara. La fusión bien entendida también puede ser maravillosa.

Texto: JON PAGOLA

Fotos: MARTA ENNES

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