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Vulk & Cala Vento – Dabadaba (San Sebastián)

 

Hace menos de un año Vulk se estrenó en la sala Dabadaba con un concierto que se ha convertido en un pequeño hito musical en San Sebastián. Los que tuvieron oportunidad de ver al grupo bilbaíno estaban totalmente alucinados; horas después, el público que me encontré aún parecía una turba enardecida con los ojos fuera de sus órbitas por culpa de un vendaval. Sencillamente, no daban crédito a lo que habían visto. Aquella vez no pude llegar a tiempo, así que la cita ahora era obligada y más aún con la presentación de su primer LP, Beat Kamerlanden, coeditado por Elsa Records (división discográfica del propio Dabadaba) y MEYO Records (Bilbao), y los estimulantes Cala Vento ejerciendo de teloneros.

                (Cala Vento)

El dúo catalán de batería y guitarra combinan unas letras melancólicas teñidas por el mediterráneo (Estoy enamorado de ti y tú no te enteras / El mar, siempre en el mismo lugar y las estrellas) con un buen puñado de temas indie-rock de aroma noventero. El sudor del directo les sienta bien: se vuelven más enérgicos y poderosos, sacan sus garras, y no por todo ello pierden gancho pop.

Probablemente, aquel frenético concierto de Vulk no tuvo mucho que ver con este último. Más que un caballo desbocado corriendo por un prado infinito, ha pasado a ser una maquina perfectamente engrasada, en blanco y negro, sólida y consistente. Aunque seguro que tiene más influencias, su calendario parece apuntar al año 1981 con Mission Of Burma y “That´s When I Reach For My Revolver” como referencia reconocible, además de Joy Division y todo el post-punk original, claro. Al joven cuarteto formado por Andoni de La Cruz, Alberto Eguiluz, Julen Alberdi y Chavi Marco se les criticará por revivalistas, por imitar sonidos añejos, por cantar en inglés, por llevar un teclado korg y vestir como hace 35 años.

Se equivocarán de plano, porque Vulk no se limitan a copiar un estilo. Aportan frescura, guitarras que cortan como cuchillas de afeitar, un bajo que se come el escenario y un frontman con personalidad propia e intransferible: a ver quién se enfrenta a esas canciones con apariencia de rude boy y con el escenario reconvertido en un ring, dando golpes en el aire y también en el pecho como un orangután. Repitió varias veces una frase enigmática –Europa joven y despierta– y no dijo nada más. Se pasó todo el concierto moviendo el soporte del micrófono de un sitio a otro del escenario como si fuera un maniquí. Tiene una voz grave y firme. Canta estupendamente bien en inglés. Te atrapa la mirada y ya no lo sueltas; como mucho, para ojear el espectáculo del bajista. Esto apunta alto. Si Vulk quiere, uno de estos años será de nuevo 1981.

(Vulk)

Texto: Jon Pagola

Fotos: Irene Mariscal

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