Este pasado lunes, se celebró en la fundación municipal BilbaoArte la presentación del documental “Córtate el pelo”, dirigido por el cardinal, Marino Goñi (regente de los sellos Soñua, Ohiuka y Gor, así como componentes de Los Intrépidos, John Brown, Fuletamol, Motos, Fiebre, Balerdi Balerdi y Peiremans +).
Sirviéndose de los testimonios de, entre otros, El Rata (Los Rebeldes), Carlos Esparza (Los Junior’s; banda, que junto a la Ostiz, llegó a la profesionalización y asalto de la capital), Txufi Salinas (Los Condes), Alberto Ollo (Los Desertores S.L.; émulos de Led Zeppelin y Cream) Josecho Sesma L’Obelix (insigne bajista de Máquina, Tapiman, Taj Mahal, etc.), el de Burlada realiza admirablemente un sucinto recorrido por el rock y, en parte, por la situación política y social de los sesenta en Navarra.
Deslumbran las historias de The Zara’s (sexteto de hermanos tafalleses comisariados por su viudo padre, que acabaron sus días en… Las Vegas! Y, cuyo primogénito, Marino Zaratiegui, ejerció a posteriori como mánager de Herbie Hancock o Peter, Paul & Mary); la adscripción a esta primeriza escena sixties local de Iñaki Gabilondo, conforme cursaba la carrera de periodismo en la capital navarra (distintos connoiseurs aseveran que bordaba el “Sixteen tons” con su gran voz de barítono con su trío de folk); la presencia femenina en el grupo Los Anakos (el machismo imperaba en aquella sociedad pacata y tradicionalista); la evolución de Lita Ostiz/Lorella a Maria Ostiz; los inicios del simpar Joaquín Luqui en Radio Requeté (emisora carlista) y en la fundación en diciembre del 68 del periódico musical Disco Espréx (a la altura del Melody Maker o el NME de la época); o la ferviente pasión por los Beatles y los pelos (semi) largos de la cuantiosa juventud iruindarra “liberada” (cerca de dos mil personas se reunían los domingos en el Labrit para danzar y flirtear), los clubs de baile y sus lascivos reservados.
La cinta asombra manifiestamente al descubrir nos una ignota ínsula autónoma y en vanguardia llamada “Pamplona ye-ye” (incluso adelantada por entonces a las dos ciudades principales del País, y, contra todo pronóstico, dada su rancia, prevaleciente y característica vinculación tradicionalista y ultracatólica). Referida singularidad devino por factores como la proximidad con Francia, la efectiva sintonización de las radios piratas en aquellos días, la beligerancia contra el régimen (hubo ya dos huelgas generales en los años 51 y 56 y cinco del 70 al 75), la conversión de mucha parte de la retrógrada curia en “curas obreros” y su paulatino desinfle (sirva el dato que en 1965 el Seminario contaba con más de seiscientos seminaristas y, en el año 68, solo quedan cincuenta), la radical mutación ideológica de un amplio sector del carlismo, el -insólito- fallido establecimiento permanente de la Falange en territorio ultraconservador requeté, o el atentado contra la cripta de los criminales Mola y Sanjurjo, sita en el monumento a los caídos.
Notabilísimo documental, que revela el secreto -con marcada pericia- de una escena mayúscula, para nada underground.
Texto: Aitor Bakaikoa