Discomático

Neil Young – Earth / Peace Trail (Reprise)

Nadie osa toserle o llevarle la contraria. Puede presentarse en las oficinas de Reprise con un flamante disco nauseabundo bajo el brazo que ningún directivo se atreverá a insinuarle que mejor lo deje en sus archivos de inéditos. Neiler, con sus terquerías y gritos hipohuracanados, es así. Resultado: su discografía mediocre supera en número a la sobresaliente. Salvo aquel magnífico Psychedelic Pill con unos inspirados Crazy Horse en estado de gracia, la última década se caracteriza por tropiezos, obras menores y otros trabajos que empañan su nombre esculpido con mayúsculas en la historia del rock. El inconveniente queda agravado en lo que cuenta, no solo porque ya no se hace así, es que además son ingenuas denuncias panfletarias que al oyente se la pelan.

Grabado durante la gira de The Monsanto Years, esta vez arengando sobre los alimentos transgénicos, el doble en directo Earth naufraga entre los excesos —¡veintiocho minutos de «Love and Only Love» con The Promise of the Real jugando a ser Crazy Horse!—, un repertorio de segunda división y la sonrojante producción de ecopacifismo barato. Muy bien resueltos tres o cuartos cortes, como «Country Home» y la orgánica «Human Highway». En su último desbarre, Peace Trail, el núcleo principal del desvarío es la oposición a la construcción de un oleoducto que cruza una reserva india. Toma ya. Estructurado a partir de baladas y medios tiempos, el álbum acusa falta de gancho en las melodías, ausencia de vigor y falta de definición por las prisas en registrarlo. Sin embargo, y siendo justo, en esta caja de somníferos brilla algún momento, sobre todo en los que Young hace crujir la guitarra como él sabe hacer o en temas con mucho peso específico como el que da título al elepé, «Terrorist Suicide Hang Gliders» o la balada «My Pledge».

Alejado de las nuevas generaciones por el olor a naftalina de sus insípidas propuestas y distanciado de sus seguidores habituales que se criaron al abrigo de Zuma y Ragged Glory, si queremos seguir disfrutando de su figura no nos queda más remedio que asistir a sus conciertos, terreno en el que todavía tiene mucho que decir. Mejor esto a que en sus próximos exabruptos nos endilgue pajas mentales sobre el calentamiento global, las plagas de gorgojos y la pesca indiscriminada de delfines, que solo sirven para aportar ideas reivindicativas a actores, abajofirmantes, gafapastas, perroflautas y politiquillos de medio pelo.

 

MANUEL BETETA

One Comment

  1. Manuel, dedicate a otra cosa, lo tuyo no es escribir

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