Bastante han cambiado las cosas desde la ultima –y también primera- vez que vi a los Boo Devils en Barcelona. Fue hace dos años, en un bolo más o menos improvisado cuando iban de camino a los Países Bajos para una mini gira en aquellas tierras. Improvisado en cuanto a promoción, casi nula, que derivó en que a la sala acudiéramos cuatro y el cabo. El concierto, no obstante, tuvo de improvisación sólo lo necesario. El resto fue un show muy divertido, muy profesional y, a ratos, muy notable, que me dejó con ganas de verlos en mejores circunstancias.
Y esas circunstancias se dieron el pasado sábado 4 de marzo en la sala Rocksound, adonde llegaban los madrileños con nuevo disco bajo el brazo, el excelente ‘The Noble Art of Rock’n’roll’, un ábum que confirma y supera lo ya apuntado en sus dos trabajos anteriores. Con un público sensiblemente más numeroso –y más cómplice- y con el subidón de estar presentando nuevas canciones, Al Navarro y sus secuaces desgranaron su repertorio sin muchos preámbulos. Directos al tuétano desde el primer minuto, fueron cayendo los temas de ‘The Noble Art…’ intercalados con algunas joyas escogidas de su cancionero pretérito.
Con las guitarras de Joe y Diego en plena forma –ora aullando, ora surfeando-, y con la base rítmica de Manoo y Viki como red de seguridad, Al pudo dedicarse a lo que mejor sabe hacer: llenar el escenario con su carisma y su voz, dejando que el show transcurra con fluidez. Porque en eso esta gente son muy buenos. Hilvanan –siempre con el rockabilly y el rock’n’roll clásico en el punto de mira- los temas sin cambios abruptos, creando una banda sonora que tan pronto se mueve por los pantanos sureños como por el dial de un coche en una peli de Lynch. Se ponen bluesys sin esfuerzo y, cuando quieres darte cuenta, te estampan un doo wop o un temazo country que mira con un ojo a Johnny Cash y con el otro a Mike Ness, envolviendo el conjunto, de principio a fin, con un inequívoco y más que adecuado aliento punk.
Al final, y después de que Al demostrara sus tablas toreando a un carcamal beodo que hizo una fugaz y estrambótica aparición antes de los bises, lo que nos quedó a todos los presentes fue la sensación de haber sido testigos de un nuevo paso adelante en su trayectoria, y de haber asistido a una gran ceremonia de rock’n’roll clásico. Ese noble arte.
Texto: Eloy Pérez
Foto: Eduardo Izquierdo