Encuentros

David Toop: El Louie Louie neuronal y sus misteriosos pioneros

La suya, es una de las firmas más emblemáticas de cabeceras como Wire o The Face, además de haber sido cómplice de Brian Eno y formar parte del colectivo post punk The Flying Lizards, es también profesor en el London College of Communication. Esta entrevista, con la excusa de la edición en castellano de su texto más famoso “Océano de sonido” -Caja Negra 2016-, nos lleva a revisar, como si comenzáramos a vivir en el día de la marmota, un “estilo” que vuelve a revivir, incluso a ver revindicado su más vilipendiado apéndice, la new age. Toop es el proctólogo que busca en sus pliegues sus recónditos orígenes, y su transformación sonora en sinapsis escapista hippie. El sonido de la derrota del conquistado Estado del Bienestar empaquetado en hilo musical para tranquilizar al personal ante el inminente desastre. Habrán sus chakras, les aviso que no les servirá de nada, pero se creerán que están haciendo algo trascendente. El libro de Toop es un viaje apasionante que nos muestra el bostezo musical que es el género hoy día, si no fuera por la ahora inagotable, fácil e incruenta forma de colonizar resonancias del éter provenientes de cualquier territorio con un solo clic.

¿Cómo fue concebida la recopilación que acompañaba la primera edición de “Océano de sonido” en 1996?

Siempre he tenido la sensación de que los libros sobre música deberían ir acompañados de su correspondiente banda sonora, como una especie de libro mágico donde tocas el nombre del músico, o una canción, y el sonido surgiera de entre las páginas. Ahora puedes hacerlo, o algo parecido, con un tracklist de Youtube de fondo mientras lees, pero eso no era posible en 1995, en aquel momento eso era más cercano a la ciencia ficción que a la realidad. Actualmente es el editor quien lo sugiere siempre.
Para la recopilación hable con un amigo mío que trabajaba para Virgin, solamente como un primer acercamiento a sellos discográficos, pero en seguida me contesto que Virgin se encargaría de ello. Lo mejor de todo es que me dejaron trabajar libremente, la selección es un poco loca y está llena de yuxtaposiciones sonoras. No pusieron ni la más mínima pega. No sé de qué forma pero creo que capto el estado anímico del momento por qué vendió muy bien, considerando que incluía desde free jazz, improvisación hasta aullidos de mono!!!

¿Cómo concebiste esa forma del texto que mezcla ensayo, memorias, sueños y ficción? Y que es más sencillo y disfrutable que leer a Thomas Pynchon

Es bonito eso de que es más fácil leerme que a Pynchon. Estuve luchando por encontrar una forma no lineal e híbrida que me hiciera participante de la narrativa sin que diera la sensación de que estuviera llamando la atención sobre mí mismo. Escribí un texto corto sobre la escucha, la sección de memoria que abre el libro, y estuve varado ahí durante unos cuantos meses. Era un comienzo razonable mezclar escuchas y experiencias de aquel momento con especulaciones que mezclaban sueños y escuchas de grupos o eventos ficticios. Pero uno de los grandes problemas que se encuentra uno cuando escribe un libro es que debes quedarte encerrado en un solo “estilo”, un pensamiento que transcurra en una sola dirección narrativa. Después de comencé a escribir pequeñas secciones, como si fueran módulos, encendiendo y apagando mi memoria personal y a la vez escribiendo como destellos de una historia más convencional, y así, como dando a un interruptor que me dejara saltar desde diferentes géneros y periodos de música sin empantanarme en densos pasajes explicativos, halle la formula.
En parte, he de decir que me influenciaron mucho las películas que vi en aquel momento como “Chunking Express” de Wong Kar Wai, aunque más bien es una buena muestra de mis hábitos de escucha a lo largo de mi vida. El asunto, al final, es darle forma y coherencia de una forma honesta.

¿La estructura de Océano de sonido va de las entrevistas a las reseñas a los sueños, como organizaste todo ese material y que no fuera un cajón de sastre?

Mi primer libro “Rap Attack” -South End Press 1984- fue escrito en una máquina de escribir eléctrica pero “Océano de sonido” fue el primer libro con el que pude jugar con el cut and paste digital. Lo cual me proporciono una gran flexibilidad a la hora de mover el material de un lado a otro. Realmente así funciona mi cabeza, y el ordenador me dio las herramientas técnicas para escribir de la forma en la que pienso. Dejando bien claro que escribir no es lo mismo que pensar, ya que escribir es predominantemente una actividad lineal y pensar es algo más complejo que eso, pero creo que se acerca. Creo que el haber improvisado con música desde adolescente ayudo. No necesito planear las cosas con exactitud por qué el conocimiento del que ya dispones es el punto de partida, después las cosas van fluyendo a través de la escritura y las vas organizando según tu propia lógica.

Fue Edison uno de los pioneros de la grabación, en un principio con la pretensión de grabar el éter, espíritus… ¿El sonido grabado siempre es una señal del pasado, no?

La propia naturaleza del sonido es espectral, siempre desvaneciéndose en el pasado, pero ese pasado pudo ser grabado para ser preservado siendo algo cercano a lo que se dedican los médiums, haciendo que momentos pasados puedan ser repetidos. Aunque los sigamos usando, esos sonidos siguen teniendo un extraño significado en nuestras vidas.

Esto no es una crítica, creo que es algo que está sucediendo, y no quiero parecer un viejo pesado que le da importancia a una percepción personal. El sonido y la identidad ligada a él se han “comprimido”, no existe ya, como si todos los sonidos del mundo fueran el mismo, debido al uso de la banda ancha ¿O es algo debido a que la imaginación humana es finita? Ya nadie piensa en utopías más allá de las que ofrecen un mayor consumo, y al mismo tiempo ese consumo es intangible, hablo, cómo no, del consumo digital.

Pues sí, y esto es un problema, no sé si debido a un problema de ajuste a unas nuevas condiciones o es algo más serio y difícil de entender. Hoy en día la política es inestable, lo digo en un sentido en que estamos ante un momento histórico que puede ser un puente hacía algo mejor o hacia una catástrofe. O ambas. En el momento que escribí “Océano de sonido” era palpable una excitación por el sonido que ha acabado en una degeneración de autocomplacencia y comercialidad a todos los niveles. El crujido está por llegar.

¿Estamos ante un fracaso de un modelo específico de globalización? En tu libro la música de otras culturas se hizo global a través del ambient, así como el sonido de los entornos urbanos. ¿Crees que ambos fenómenos están asociados a algo más que el acceso a la tecnología?

En el libro siempre argumento que la música siempre ha estado implicada en la globalización, dispersando las ideas a través de las fronteras nacionales, y esto es para mí algo positivo, y algo necesario desde la perspectiva de la cultura humana. Cuando escribía sobre Claude Debussy escuchando música javanesa en París a finales del siglo XIX, e incorporando ciertas cualidades de esta a sus composiciones, esto es algo positivo, ya que la música acercaba a esos seres humanos, y al mismo tiempo el conocimiento musical de los javaneses era superior al de los europeos. Además, en ese encuentro estaba tratando el termino ambient como sinónimo de los sonidos que generaba el entorno en su más amplio espectro y no solo como “el sonido de un determinado entorno”.
Creo que es demasiado pronto para decir que la globalización ha sido un fracaso. La concepción que tiene el neo liberalismo de la globalización es destructiva en todas sus formas, en realidad no es más que una extensión del colonialismo basado en la explotación de las materias primas, los bajos salarios y una laxa regulación financiera, pero hay otras formas de pensar la globalización. La única alternativa a esta es el nacionalismo y el aislacionismo, lo cual es algo muy peligroso.

Estoy interesado en tu aproximación a músicas no occidentales, pero sobre todo a como fuiste expuesto a ellas. ¿Pero también a cómo pudiste grabar y editar música de Papúa Nueva Guinea?

Cuando era niño en la década de los 50 había un montón de música catalogada como exótica por todos los lados; música hawaiana, latina… por no hablar de ciertas copias de música nativa americana que aparecían en los westerns. El raga hindú y el sitar se pusieron de moda en los 60, y habían muchas bandas africanas tocando en Londres, ya por aquel entonces yo ya estaba fascinado por todo aquello.
Siempre he tenido curiosidad por la música, desde muy pequeño, y oír esa música que me resultaba tan extraña me determino a buscar más. Y, era posible a través de la radio escuchar música de lugares remotos.
Sería en 1970 cuando escuche en la BBC unas grabaciones de flautas sagradas de Papúa Nueva Guinea, enseguida me encanto ese sonido, era algo etéreo. Años más tarde conocí al antropólogo Ragnar Johnson, quien iba a Papúa Nueva Guinea a realizar unas grabaciones de esa música, así que pensé que esa debería ser mi elección para una primera edición de mi sello discográfico.

¿Qué diferentes agendas políticas encuentras en el ambient? Desde los sonidos más hegemónicos dentro del género a aquellos que se encuentran en los márgenes.

Al final de “Océano de sonido” fui muy crítico con el ambient por esa concepción de escapismo que tenía. No quiero parecer un mojigato, el escapismo siempre es necesario, pero veía que todo el género se movía por esa senda.
No escucho nada que pudiera ser clasificado como ambient en la actualidad pero encontraría miles de ejemplos totalmente predecibles que son el cliché del ambient. La música ambient puede ser tanto una burbuja cerrada como algo que trata sobre las condiciones de tu entorno. Dos potenciales que están a ambos lados del espectro político.

Tus libros siempre tratan de fondo el cómo escuchamos. ¿Por qué es este hecho algo siempre cambiante? ¿Es un ritual cambiante con el tiempo? ¿Es diferente para ti escuchar desde que tocas?

Escuchar es una acto realmente subversivo en un mundo donde todo el mundo se interpela de forma abusiva el uno al otro, escuchar también es algo extremadamente subjetivo. No podemos saber que está oyendo otra persona cuando está escuchando. No sabemos si está escuchando, o si, esa escucha está centrando su atención. Las escuchas demandan una diferente forma de atención por tu parte. Es esa concentración en un micro sonido lo que puede transformar ese hecho en un ritual. Así que podríamos definirlo como una especie de meditación, pero prefiero mantenerlo dentro de los dominios de una escucha práctica. Escuchar puede ser una forma de acción, si estás preparado para pensar que la escucha no es un acto pasivo, y que ese sentido, el oído, se puede mover y abrir nuevas perspectivas de algo que has escuchado muchas veces, y es ahí donde puede convertirse en una especie de ritual.

Adoro el disco debut de Simon Finn “Pass The Distance” – Mushroom 1971-, tu tocaste en el ¿Qué recuerdas?

Muchas gracias. Este mismo año he trabajado con Simon en un par de ocasiones, tocamos un par de conciertos y fue maravilloso tanto en el aspecto musical como personal. Creo que ninguno de nosotros recuerda mucho de las sesiones de grabación, fue hace tanto tiempo, pero creo que es sentimiento cálido está fijado en las sesiones de ese álbum. Desde mi punto de vista, aprendí a sacarle el máximo provecho a un 8 pistas con un gran ingeniero y pude experimentar más allá de mis capacidades por aquel entonces.

¿Cómo hiciste “New & Rediscovered Music” –Obscure 1975- y conseguiste que fuera una de las referencias del exquisito sello de Brian Eno Obscure?

En 1974 edite un pequeño libro llamado “New/Rediscovered musical instruments”. Mande una copia a Brian y él me telefoneo preguntándome si quería involucrarme en su nueva discográfica. Por aquel entonces estaba en un dúo de improvisación con Paul Burwell quien también toco en “Pass The Distance” –Mushroom 1971- con Simon Finn. Ese dúo estaba en sus últimos momentos, así que empecé a componer pequeñas piezas, y así fue como como compuse esas tres piezas para el sello de Eno.

¿Qué estás haciendo ahora, no exactamente en este instante claro?

Tengo un nuevo libro “Into The Maelstrom” – Bloomsbury academic 2016- sobre improvisación, y acabo de terminar un nuevo disco “Entities Inertias Faint Beings”, no grababa nada mío desde 2007. También tengo preparado para este año mi autobiografía “Flutter Echo”, que solo saldrá en Japón. Y ahora mismo estoy trabajando con un artista francés Maxime Rossi, creando música con otros músicos para una de sus instalaciones. Las grabaciones son sobre el mito de un grupo psicodélico, o de space rock ya que suenan un poco a Hawkwind, que realmente nunca existió y difícil de explicar en unas pocas líneas, pero las canciones serán editadas este año. Y como no, sigo escribiendo, leyendo, dando clases, actuando, viajando y pensando.

 

Texto: Iván López Navarro

Fotos: Jana Chiellino

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