Vivos

Michael Olivera Group – Sunset Jazz Club (Girona)

Aunque en la publicidad se anunciaba este concierto como “jazz latino”, la música que ofrece el combo liderado por el batería cubano afincado en Madrid Michael Olivera tiene una gama de registros amplísima. De hecho, el abajo firmante acudió al concierto sin haber escuchado aún su primer disco (el muy recomendable “Ashé”, que no dudé en adquirir al final), por lo que era una visita a ciegas. Y fue una grata sorpresa. Olivera ha compuesto y arreglado un material lleno de un jazz melódico con apuntes experimentales que bucea en aguas cubanas, pero también en otras latitudes sudamericanas y africanas. Y para esta bonita aventura se ha rodeado de músicos de muchos quilates, como el saxofonista Ariel Brínguez (también cubano, amigo de muchos años de Olivera), el bajista, guitarrista y cantante brasileño Munir Hossn y los madrileños David Sancho al piano y Miryam Latrece a la voz.

Abrieron el concierto con el jazz casi cinematográfico de la mini-suite “Trilogía” y fueron tocando una música que fluye y respira, con silencios calculados, alternando remansos de paz con explosiones sónicas (mucho más desatadas que en el disco), caso de “Ciclón tropical” o la versión que ofrecieron de “A Love Supreme”, de John Coltrane. Todos los músicos poseen una gran pericia técnica, pero también destacan por su sensibilidad a la hora de dosificar sus aportaciones: Brínguez es muy diestro con los saxos alto y tenor, con momentos muy líricos y otros de paroxismo; Sancho evoca en ocasiones al gran Bill Evans y a Chick Corea; Latrece aporta su delicada voz a varios temas (ayudó a componer “Ganas de vivir”); y el siempre sonriente Hossn dejó boquiabierto al público por su maestría con el bajo eléctrico, recordando tanto a Jaco Pastorius como a Richard Bona (también por su voz con registros agudos).

 

 

Hubo momentos en que con la guitarra acústica Hossn parecía evocar tanto la bossa nova como la kora africana y el sitar hindú, mientras Olivera hacía sonar la percusión casi como una tabla, por lo que algunos pasajes entroncaban con las ragas indias. Un gran y variado repertorio que aúna lo mejor del jazz con las llamadas Músicas del Mundo, dando lugar a un jazz oceánico y luminoso (casi podría calificarse de espiritual) que en el abajo firmante y su acompañante dejó una agradable sensación de calidez y asombro. Por favor, memoricen el nombre del Michael Olivera Group, porque dará que hablar en los próximos años.

Texto y foto: Jordi Planas

 

 

 

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Contacto: jorge@ruta66.es
Suscripciones: suscripciones@ruta66.es
Consulta el apartado tienda

Síguenos en Twitter