Hubo unos años en que aquel punk rock mezclado con hard-rock melódico que encabezaban Green Day y Bad Religion, y facturaban bandas como NOFX, The Offspring o Rancid parecía destinado a comerse el mundo. Eran los noventa del grunge y aquellas bandas de jovenzuelos amenazaban con su jovialidad y ganas de comérselo todo a los tristones tipos de las camisas de franela de cuadros que miraban la vida desde el hastío. Las cinco citadas han sobrevivido, pero no así todo el resto de combos que salieron a su alrededor. Aunque no sería arriesgado decir que los que más conservan su espíritu original son NOFX. Mientras Bad Religion se han temperado, Green Day se han visto convertidos en estrellas mediáticas, para Offspring cualquier tiempo pasado fue mejor y Rancid han aparecido y desaparecido demasiadas veces, NOFX conservan esas ganas de divertirse por encima de todo, hecho que no choca, al menos frontalmente, con la evidente madurez de sus componentes. La veteranía ha sustituido lo directo por la ironía, la acidez o el cinismo, pero siguen desde la diversión apuntando hacia los tótems de lo que no consideran correcto. Esconden detrás de guitarrazos y melodías anfetamínicas mensajes políticos y sociales que combinan con temas más banales, y de esa combinación surgen en este disco canciones como «California Drought» o «Dead Beat Moon». Y es que al final nos han acabado entregando el disco más NOFX desde los noventa. Se dice pronto.
Eduardo Izquierdo
