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Benjamin Francis Leftwich – Sala Changó Live (Madrid)

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Lo del pasado sábado en Madrid bien podría definirse como de perfecta adecuación climática. Las calles mojadas y relucientes, el color de las farolas y hasta el ligero frío de la capital parecían hacer de escenario a las imágenes que desprende el último trabajo del británico Benjamin Francis Leftwich, “After the Rain” (Dirty Hit, 2016), un vinilo verde arropado por ilustraciones oníricas. Le acompañaba en Changó el irlandés Travis Is a Tourist, una especie de recreación joven de Glen Hansard fusionada con Steve Smyth, también pelirrojo, también desgarrado y (aunque afónico, debido a las “locuras de Barcelona”) espléndido en su derroche de energía e intensidad a base de dos guitarras (acústica y eléctrica) y unos cuantos pedales de voz. Se atisbaba la desnudez que caracterizaría a Leftwich en los temas de Travis Gilbert, un veinteañero de Belfast con querencia por la deconstrucción y el formato fanzine (tal y como ofrecía su más reciente trabajo en Changó).

Ya nos contaba Benjamin en una reciente entrevista en Ruta66 que, para él, la honestidad del artista debe ir siempre un paso más allá. Y ese más allá se materializaba en la sala madrileña a base de la más visceral pulsión íntima – juntándose con su público lo máximo posible, desenchufando su guitarra para cantar al borde del escenario, o entre nosotros, sin tan siquiera la mínima intermediación de la electricidad -. Leftwich busca la desnudez, la cercanía, la comunión. Tanto a través de los temas dedicados a su padre, escritos durante su estancia junto a él en el hospital donde terminó sus días, como a la hora de ser capaz de crear un silencio reverencial, respetuoso y auténtico entre su audiencia. Algo pocas veces visto.

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Ésta es la primera incursión del joven británico en la música tras el trágico fallecimiento familiar. Temas que, a priori, podrían parecer oscuros, partiendo de este acontecimiento tan dramático, son en realidad perlas luminosas que siguen manteniendo su esencia en el más completo acústico, a pesar de carecer de los arreglos electrónicos y las filigranas estilísticas de la producción. Honestidad en estado puro en el rostro de un joven que parece haber nacido despistado. Casi perdido. Siguiendo un camino de vuelta a casa, a su padre, a su propio ser, formado a base de canciones en lugar de piedras. Y es que son esas mismas piedras en el camino las que Leftwich convierte en arte. Porque Leftwich no canta, se confiesa. Y nosotros, su público, regresamos a casa sabiendo que no estamos solos bajo la lluvia.

Texto: Elena Rosillo.

 

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