Después de una carrera de más de 30 años con Bon Jovi Richie Sambora se reinventa y comienza de nuevo, orientando su sonido al Blues Rock,con una energética propuesta que incluye citas a The Allman Brothers Band y a la banda que le dio fama y fortuna. Pero esta puesta en escena se ve lastrada y penalizada por la pirotecnia mainstream de su acompañante, Orianthi, que junto a la inclusión de algunas baladas y fallidas versiones (I Got You Babe) bajaron el tono del recital. Para nuestra sorpresa apareció un entrañable e icónico Steven Van Zandt para atacar «Livin’ on a Prayer», no se sabía la letra, pero el buen rollo y las tablas de los dos hicieron que la improvisación resultara espectacular.
Y unos minutos después Bad Company nos hicieron sentir como en casa: una banda más que legendaria, con tres de sus componentes originales encima del escenario (emotivo recuerdo a Boz Burrell por parte de Paul Rodgers) descargó un repertorio totalmente imbatible, con un sonido excepcional y una sobria pero efectiva escenografía que resaltó aún más si cabe que lo importante era la música.
Secundados por el incansable Howard Leese (muchos años escudero de las hermanas Wilson y después de Rodgers) que en todo momento supo cómo combinarse con Mick Ralphs y con un Todd Ronning que tenía la difícil misión de sustituir al añorado Burrell, el trio original dio lo mejor de sí. Simon Kirke sigue siendo uno de los baterías con mejor pegada de la historia, y a Ralphs le ha sentado estupendamente el descanso de no participar en la gira americana, porqué los inmortales riffs que parió en Bad Company sonaron a pura gloria en sus manos, que savoir faire……
Y de Paul Rodgers poco podemos añadir a estas alturas: la forma en que está actualmente es de otra dimensión, siempre lo consideré uno de las mejores voces del Rock, pero a diferencia de la mayoría de sus coetáneos aún puede enfrentarse a esas canciones que están en nuestro recuerdo con total potencia y clase, marcando los tiempos y las modulaciones, como si no hubiera pasado el tiempo.
«Feel Like Makin’ Love», «Shooting Star», «Ready for Love», «Can’t Get Enough»… Un total de 14 clasicazos (más la nueva Troubleshooter, que no desentonó en absoluto) que llevaron al delirio a los entregados y afortunados fans que abarrotábamos el O2 londinense, y que nos marchamos de allí con la sensación de que habíamos atravesado el tiempo hacia un lugar común que tanto queremos: el descubrimiento personal de la música Rock y el efecto que ejerce en nuestra vida.
Texto y fotos: Albert Barrios
