Discomático

The Murlocs – Young blindness (Flightless)

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Desconozco si ocurrirá otro tanto con el resto del gremio rutero, pero, a medida que pasan los años y me vuelvo más exigente, tengo esa sensación de que menos es más. Es una expresión muy de moda que a mí me sirve para explicar una cierta vuelta a lo sencillo. Todo lo que a menudo criticábamos por aquello de la inmediatez del consumo, las canciones directas, el estribillo facilón, ese no time to think, asoma de cuando en cuando tras cualquier carátula, pateando estructuras complejas, derribando el muro de la introspección instrumental incluso por parte de aquellos que parecen devotos entregados.

a2335027074_10Y entre tanto, uno de los fenómenos que más ocupado me tiene en separar el grano de la paja es el de la generación Austin psych, con todos sus satélites cercanos. Lo de los Murlocs de Melbourne, es un back to basics del garaje que se sustenta a ratos sobre el colchón ambiental creado por el vibrato y la armónica a la antigua usanza tejana, y sobre todo por la voz de Ambrose Kenny Smith, ese graznido esquizoide emitido desde el fondo de la caverna freak (traduzcamos títulos como `Enfermedad desconocida´, o `Lobo horripilante´). Su reciente `Young blindness´, de portada bizarra y sonido fronterizo, entra como un certero soplo asequible y conciso, reactivando las idas y venidas de la guitarra psicodélica americana.

Todo comienza con `Happy face´ y su deliciosa melodía circular, y trascurre con el empuje festero de `Adolescence´ (palmas incluidas), que precede a `Let me down lightly´, sorprendiendo -¿quién lo diría?- por el manejo de registros cercanos a la new wave de la new wave ¡británica!, y es que no hay fiesta sin sorpresa. A partir de ahí, la esencia se va diluyendo en otro frasco, abandonando definitivamente la zona pantanosa y abrazando un perezoso relax, para cerrar los treinta y cinco minutos de disco con esa chispita de loop psicodélico final de `Reassurance´.

No se exactamente en qué punto evolutivo se encuentran los australianos, pero sinceramente, me consuelan bastante en medio de tanta farragosidad.

Texto: Enrique Muñoz García

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