Discomático

The Marcus King Band – The Marcus King Band (Concord Music)

cd-cover-marcus-kingNo es fácil tropezarse con músicos excitantes y frescos en el asunto del blues rock. Hay calidad, desde luego, pero casi toda ella se basa en una ejecución técnica de fábula que no va acompañada por el punto de creatividad necesario para escribir canciones que estén a la altura. Que no se me rasguen las vestiduras los talibanes del género, hay buenas bandas en la actualidad (con cuentagotas, pero las hay), sin embargo deberán reconocerme que una gran mayoría del elenco son devora escalas preocupados únicamente por sus solos y poco más. Así que la llegada de este joven, ¡veinte años!, cantante y guitarrista de Greenville (Carolina del Sur) ha sido como abrir las ventanas de par en par y poner a ventilar una casa cerrada durante años.

Su primer disco, Soul Insight (2015), ejercía de algo más que de carta de presentación. Era un desbordante torrente musical que vertía en sus surcos digitales todas las influencias que bullían en la mente de Marcus. Una locura que bailaba entre el Santana setentero, los Allman Brothers, funk, jazz y soul con una facilidad insultante para un chaval de esa edad. A lo que sumaba haber escrito la totalidad de las tonadas contenidas en el mismo en un alarde de facultades que uno no recordaba desde que Stevie Ray Vaughan saltó al estrellato. No tienen mucho que ver a nivel musical pero el nombre del tornado tejano es perfecto para definir la sensación con que uno se quedaba tras la escucha de ese primer trabajo.

Compuesto entre hoteles y pruebas de sonido en plena gira y grabado en unas pocas sesiones en los Carriage House de Connecticut llega la hora del segundo disco, uno de los pasos más complicados y difíciles que debe afrontar un artista. Pues nada, no queda más que seguir confiando en él como nuevo prodigio y lo mejor que ha dado el estilo desde hace mucho, mucho tiempo. El chaval se saca de la manga trece composiciones impecables a cargo de una banda que toca maravillosamente, natural y orgánica, con solera tradicional y sonido contemporáneo pese a que sus raíces están en el pasado. Si la guitarra de King vuela entre los acordes, dibujando una amplia paleta de colores y rebosante de melodía, es de justicia hacer mención de su estupenda garganta. Sentida, expresiva y muy maleable se adapta como un guante a las diferentes exigencias que le plantean las canciones.

Zorros veteranos como Warren Haynes, que produce y toca en «Virginia», y Derek Trucks, que tañe su slide en «Self-Hatred», se deshacen en elogios y ven como la antorcha está en buenas manos. Queda tener la ocasión, crucemos los dedos, de poder verlo en directo para comprobar sobre las tablas que realmente estamos ante ese relevo generacional tan necesario para el blues rock.

Manel Celeiro

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