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Kadavar – Blues Pills, Sala Apolo (Barcelona)

blues-pills-fornols4El horario Happy Park me impidió ver a la primera banda del cartel, Stray Train, por lo que empezaremos esta crónica directamente con Kadavar. Guardaba un buen recuerdo de los berlineses, en su primera visita teloneando a Baby Woodrose. No me parecieron la octava maravilla, pero sí le vi ciertos mimbres a su sonido, revivalista al máximo, casi paródico en su vocación vintage. Sonaban contundentes pero limpios, y a poco que mejoraran en el apartado compositivo, parecía que podían optar a jugar la liguilla de ascenso. Pero lo de anoche me supuso una fuerte decepción. Mucha tralla, muchos vatios y mucho foco, pero si rascabas lo mínimo, allí debajo no había nada de nada. Una bola de sonido pesada y marrullera, atiborrada de riffs precocinados que apenas podían sustentar el esqueleto de un repertorio ramplón y lineal, para acabar perpetrando una mediocre versión de ‘Helter Skelter’ merecedora de mejor suerte. Suspenso y a septiembre.

A Blues Pills me enfrentaba por primera vez en directo, y lo cierto es que iba un poco a verlas venir, desde la barrera como quien dice. No eran pocos los que calificaban a la banda de blanditos, sosos y con un directo aséptico e insípido, más en cuanto el nuevo disco enjuagaba buena parte de la –relativa- suciedad de su debut para acercarse a un blues rock de clara orientación fm. Pero, sin ser la panacea para nada y aún admitiendo que puedan estar un tanto sobrevalorados, del resto de quejas poco hubo anoche. Cierto que el bajo se mueve menos que un gato de escayola, y el guitarrista no es un torbellino que digamos, pero esos hándicaps (si es que realmente lo son, muchos confunden el rock con la gimnasia) quedan subsanados por el arrollador carisma, la magnífica voz y los bailes de Elin, la rubia vocalista capaz de llenar por sí sola el escenario, y con creces. De hecho Elin Larsson & The Blues Pills sería un nombre más acertado para su propuesta sobre las tablas, tal es la sensación que uno percibe como público.

Empezando con ‘Lady in Gold’, estandarte de su último y homónimo disco, lo de anoche fue un show de rock muy correcto, con más de un momento álgido, si acaso un tanto rácano en minutaje (hora y cuarto para un cabeza de cartel no es estirarse mucho) pero notable en conjunto, que sitúa a la banda en esa categoría en la que juegan –cuestión de estilo aparte- Wolfmother, Blackberry Smoke o Rival Sons, grupos que parecen atraer a un público más joven de lo habitual si de rock en Barcelona hablamos, que acuden en masa –no hubo sold out pero poco le faltaba- a ver a ciertas bandas y luego se desvanecen del resto de circuito y agenda durante meses. Un fenómeno cuanto menos curioso.

 

Texto: Eloy Pérez

Foto: Sergi Fornols

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