Retorno de los australianos a la sala barcelonesa y, como ya se preveía, un nuevo paseo triunfal. A un paso de colgar el cartel de “No hay entradas” en la taquilla y con un ambiente bullicioso poco habitual en domingo el quinteto dio inicio al concierto, no sin antes haberlo dedicado a Javier Ezquerro (promotor que los había traído siempre a la ciudad condal y a cuya memoria dedican su reciente disco en directo Alive in Helldorado), con el aplaudido riff que abre «Let me Out». Un auténtico pepinazo que liberó hora y media de hard rock monolítico con denominación de origen.
El backbeat típico del rock aussie funcionó a toda pastilla sin desfallecer ni un segundo mientras las guitarras volaban retándose en duelo continuamente. Trallazo tras trallazo y con el hiperactivo bajista Alexander Raunjak, un animal de escenario de los que ya no quedan, ejerciendo de maestro de ceremonias soltaron lo más selecto de su repertorio con nota para la amenazadora «Gasoline & Guns», la rocanrolera «Sweet Mary C», «My Best Friend», «OIC», «Down to the Bone» o «One Foot in the Grave» hasta dejar exhausto al personal presente en Rocksound.
Electric Mary son una banda con unas coordenadas muy estrictas. En escasas ocasiones se salen del guión pero sacan mucho partido a su propuesta sonando como una auténtica apisonadora, aplastantes, sin dar respiro, y exprimiendo al máximo su gran presencia escénica.
Si vuelven, varias son las veces que han tocado en Barcelona, no me cabe ninguna duda de que nuevamente saldrán por la puerta grande a tenor de las caras de satisfacción del público y el asalto masivo al tenderete de merchandising una vez finalizado el concierto.
Manel Celeiro
