Empieza a tomar visos de superpoblación la cosa del celtic punk. Cientos de bandas han emergido en las dos últimas décadas, mezclando las melodías de taberna a lo guinness con los guitarrazos del punk rock menos atrevido, y siendo sinceros, pocas de ellas han trascendido más allá de lo curioso y/o gamberrete. Mucha energía, sí. Mucho puño en alto, mucho tatuaje y mucha coña marinera, pero canciones de verdad, canciones bien hechas, canciones con pelotas, no tantas como deberían. Demasiado piñón fijo, para entendernos.
Por eso bandas como The Rumjacks deberían –y más con discos como este último, -rozando lo redondo- salir ya de la segunda división y aposentarse en primera línea, esa en la que juegan Flogging Molly, Dropkick Murphys y unos pocos más. ‘Sleepin’ Rough’ presenta a los de Sydney más en forma y más inspirados que nunca, dándole carácter de himno a los temas que así lo requieren, aires marineros y/o campestres a otros tantos, y la pátina de emoción y sensibilidad necesaria a unos medios tiempos como un servidor hacía tiempo que no disfrutaba, de esos que hacen que te preguntes si aún debe quedar un poco de whiskey en el armario, o al menos alguna cerveza en la nevera.
Un álbum ecléctico dentro de unos parámetros autoimpuestos, que esgrime una intensidad que muy poco o nada tiene que ver con el volumen o la velocidad, y sí mucho con la capacidad para dotar a las canciones de unas armonías, unos ritmos y unas melodías que se pegan al cerebro en apenas dos escuchas, influenciadas tanto por la música irlandesa más pura como por la herencia australiana de la misma, derivando en temas como ‘A Fistful O’ Roses’, ‘Murder Shanty’, ‘Kathleen’,‘Them Fallen’ o la final ‘The Pot & Kettle’, a los que pocas pegas se le pueden poner más allá de que seas o no fan del estilo.
Eloy Pérez
