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The Jayhawks, Gemas ocultas de un legado inmarchitable

JayhawksAhora que The Jayhawks están a punto de regresar a nuestro país, recuperamos el artículo que Roger Estrada les dedicaba en la revista en papel en Noviembre de 2011.

No soy persona de lágrima fácil, lo admito. Me reconozco sensible y proclive a la emoción que anuda la garganta, sí. Pero el llanto, a excepción de en ese ámbito de expiación pública del dolor que son los funerales, es algo que prefiero liberar en la intimidad. En público me domina una estúpida vergüenza –no consciente, más bien hereditaria–, que le impide a mi cerebro ordenarle a mis lagrimales que rompan el dique que contiene el fluir libre, sano de la emoción cuando ésta me inunda. Pero hubo un día en que mi cerebro dijo basta, una noche en la que mi corazón ganó la batalla. Fue un 10 de febrero de 2001 en la sala Roxy de Valencia. The Jayhawks acababan de tocar el último tema de la velada en el que era el tercer concierto de su primera gira española. Era tanta la emoción que sentía en ese momento que fui física y mentalmente incapaz de contener el llanto. Había visto en directo a una de mis bandas favoritas de siempre tocando un puñado de canciones que bien podrían sonar en mi funeral (ouch!) y rodeado de varios de mis mejores amigos. Imposible no llorar, ¿verdad?

Diez años después, sin embargo, quizá no hayan cambiado tanto las cosas. No recuerdo haber vuelto a llorar en un concierto, ni siquiera en las distintas visitas que The Jayhawks han hecho a nuestro país desde entonces. Y por maravilloso que fuera ver a la formación original en Azkena 2008 o Primavera Sound 2009, mis ojos apenas se humedecieron. ¿No hay nada equiparable a “la primera vez”?… En cualquier caso, está previsto que el nuevo trabajo del grupo de Minneapolis vea la luz en breve, una grabación que esperemos que desprenda más energía que ese Ready for the floor que Louris y Olson grabaron bajo la (también) adormecida supervisión de Chris Robinson. Con todo, hay que agradecerle a ese disco que al menos sirviera para rebajar un poco las tensiones que durante largo tiempo enquistaron la relación entre esas dos personalidades, tan opuestas pero tan complementarias. Desde entonces, además de la esporádica vuelta a la carretera del line-up original, hemos visto reactivado un catálogo que permanecía hibernado desde 2003, cuando se editó el estimable Rainy Day Music. Así, en 2009 recibimos Music From The North Country – The Jayhawks Anthology, recopilatorio que en su edición deluxe le sirvió a Louris, supervisor de la operación, para mostrar algunas cartas largamente escondidas, gemas guardadas bajo llave en el baúl de los recuerdos del grupo. La primera de ellas era «Falling Star», tema inicial de su álbum homónimo editado en 1986 y que por aquel entonces llevaba muchos años descatalogado. Demos, caras B y versiones alternativas de temas de sus distintas etapas completaban una edición de lujo que se completaba con un DVD con varios de sus videoclips y parte de un concierto en Chicago de 1993 donde destacan interpretaciones sobrecogedoras de «Settled Down in Rain», «Take Me With You (When You Go)» o el «Reason to Believe» de Tim Hardin.

Espoleados por la buena acogida que tuvo el recopilatorio se animaron a recuperar su añorado debut, remasterizado a partir de las cintas originales y editado por Lost Highway en mayo de 2010 con un coqueto libreto diseñado por el propio Olson. El gérmen de su magia está ahí; era ése un disco titubeante, que presentaba a una banda por pulir pero con destellos de ese brillo que posteriormente nos cegaría. A principios de 2011 sus dos obras magnas, Hollywood Town Hall y Tomorrow the Green Grass eran objeto de dos reediciones de muy distinto pelaje. Así, su tercer disco, irreprochable en su formato original, ofrece apenas cinco cortes extra en su edición deluxe, tres de ellos pertenecientes al imposible de encontrar EP Scrapple… aunque localizables en el bonus disc que acompañaba a la edición europea original de 1995. Destaca por encima de todos «Leave no gold», casi seis minutos de emoción pura en los que Louris emula a Neiler con bravura. Tomorrow the Green Grass (Legacy Edition), en cambio, ya son palabras mayores. Se añaden también cinco temas con respecto al clásico del 92, brillando con luz propia el que le daba título al álbum, editado en su momento como cara B del single de «Blue». Pero el auténtico bonus, el tesoro recuperado que justifica por sí solo lo que te pidan por la reedición es el segundo CD, 18 cortes agrupados bajo el revelador título de The Mystery Demos, que rescata perlas inéditas grabadas mano a mano por Louris y Olson, con puntual acompañamiento del productor George Drakoulias. Música de siempre y para siempre. Tan hermosa que duele. Lo admito, he llorado escuchándola.

 

Roger Estrada

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