En 1996 saltó a las portadas de todo el mundo una noticia que, normalmente, hubiese quedado relegada a las publicaciones especializadas en ajedrez o informática, pero que de alguna forma conmocionaba toda nuestra escala de valores y la imagen que teníamos de nosotros mismos: por primera vez, un ordenador ganaba una partida de ajedrez al campeón del mundo vigente. Aquel hito significaba un gran avance en el campo de la inteligencia artificial, pero también abría las puertas a lo desconocido. Por esas puertas se han colado, veinte años después, un grupo burgalés que toma su nombre de aquel duelo: Kasparov vs Deep Blue. Ellos beben de esa estética futurista y tecnológica, alimentándose también de muchas de las preguntas que generó aquel acontecimiento sobre la Humanidad y su papel en el Universo. De todo ello, y por supuesto también de su música, hablamos con los miembros de la banda.
Como jugador de ajedrez, no puedo evitar preguntar por vuestro nombre. ¿Sois fans del juego, o lo que os interesa es solamente la mística del duelo hombre-máquina?
La verdad es que ninguno nos podemos considerar verdaderos jugadores o fans del juego en sí mismo, pero nos parece muy interesante lo segundo que planteas. Pensamos que representaba en cierta manera el espíritu del grupo, con la relación entre guitarras y sintetizadores, entre tecnología y alma, entre el rock y todo el universo del post-rock y la electrónica. También nos fascinó Novela de Ajedrez, de Stefan Zweig.
¿Cómo se forma el grupo? ¿Qué podéis contarnos de vuestras trayectorias anteriores?
El germen del proyecto se genera a partir de un grupo que comenzó haciendo versiones y estaba trabajando en ese momento en composiciones propias. Tras algún cambio de componente, finalmente resultó un nuevo concepto y ahí nació Kasparov vs Deep Blue. Todos tenemos trayectorias anteriores o que se mantienen actualmente, demasiado extensas para especificar por aquí pero que, además de rock o metal, incluyen composición de bandas sonoras, obras de danza, música electrónica, proyectos acústicos…
-Publicasteis un EP en 2014, y en 2016 habéis sacado vuestro primer LP, Flare. Al contrario de lo que suele hacerse en estos casos, no habéis reutilizado ningún tema del EP. ¿Por qué?
Nunca nos planteamos eso, el EP lo vimos más como un disco pero con menos canciones, no como una demo para luego hacer un disco completo. Además son etapas distintas y la producción tiene una personalidad diferente en cada caso. Tampoco significa que abandonemos lo anterior, en directo tocamos canciones del disco y del EP.
-Vuestra música, sobre todo en Flare, suena similar al post-rock instrumental de grupos como Exxasens o, quizás en menor medida, Toundra. Sin embargo habéis decidido que las canciones tuvieran letra, aunque en muchas de las canciones tarde en entrar. ¿Os planteasteis en algún momento ser un grupo puramente instrumental?
No, la voz es una parte fundamental de nuestras canciones. Aunque es cierto que la incorporamos casi como un instrumento más y las composiciones no suelen partir de una línea vocal, al final es uno de los elementos determinantes para la expresividad de la canción. Y tampoco nos marcamos premisas estilísticas a la hora de hacer música, nos gustan muchas cosas que se pueden considerar post-rock y eso se notará, pero también hay muchos clichés del género que no nos atraen tanto.
-En cualquier caso, parece que sí que compartís una cierta temática con ese tipo de grupos. El espacio, la ciencia, el Universo… Al menos eso dan a entender títulos como «Buzz Aldrin», «Same moon», «Deep Blue», «Empty space»…
Es cierto, esas temáticas siempre están ahí para nosotros, aunque realmente es más una cuestión de concepto, de la estética que nos gusta. Luego las letras como tal podrían considerarse algo más intimistas, pero al fin y al cabo en el Universo siempre hay una extraña conexión entre lo pequeño y lo grande.
-También las portadas de vuestros dos trabajos tienen una estética muy particular. Esos dibujos o figuras parecen como generados por un ordenador siguiendo un patrón matemático. ¿Qué idea queréis transmitir con ese tipo de portadas?
La portada y el aspecto gráfico es algo que en nuestro caso viene después de tener ya el contenido musical preparado, pero desde luego es algo que acaba definiéndonos incluso como grupo. Y además luego esa asociación entre música y portada se hace realmente fuerte. Todos somos grandes melómanos, y cuando pensamos en los discos que nos gustan a nuestra cabeza viene también su portada, es una alianza que queda para siempre. Estamos realmente contentos con esta asociación de nuestra música con estos diseños. Siempre hay un concepto detrás, pero lo importante es la libre interpretación, al igual que en la música y letras.
-En este álbum parece que habéis apostado por canciones con una estructura menos típica, con más atmósferas, más desarrollos instrumentales y algún toque de rock progresivo.
Desde luego nunca intentamos las fórmulas típicas de estrofa-estribillo, etc., sino que vamos casi dejando que la canción se desarrolle por donde nos gusta o nos pide en cada caso concreto. Rock progresivo es algo que escuchamos muchísimo al menos varios componentes del grupo, pero también mucha música de la llamada “americana”, por ejemplo. Tampoco nos queríamos perder demasiado en los largos desarrollos característicos del post-rock. La verdad es que lo que intentamos hacer son buenas canciones bastante sencillas, pero con sonoridades y desarrollos algo más complejos. Como anécdota decir que una de las pocas veces que hemos intentado planear una canción antes de completarla fue con “Same Moon”. Queríamos hacerla más directa y al final ha resultado ser la más larga del disco.
-Escuchando algunas de vuestras canciones diría que también tenéis, o habéis tenido, influencias del rock alternativo de los 90, quizás de grupos como Pearl Jam o Soundgarden, aunque creo que se notaban más en el EP. ¿Qué cosas habéis ido dejando por el camino en este tiempo, cómo definiríais vuestra evolución?
Sí, todos hemos vivido esa época y nos marcó bastante. Y aunque es algo que siempre estará ahí, la búsqueda de un sonido y una identidad propia como medio de expresión. En Flare nos apetecía dejar un poco más atrás las guitarras y también intentar más matices, más texturas y atmósferas, así como mantener un registro vocal un poco diferente. Hemos ido dejando por el camino a varios componentes también, tanto por disponibilidad como por poder encontrar la formación más adecuada para llevar a cabo el concepto que queremos.
-Creo haber visto que habéis hecho (o vais a hacer) algunos conciertos acústicos. ¿Cómo se llevan a ese formato unas canciones tan basadas en la creación de atmósferas de una alta densidad eléctrica e instrumental?
Hemos hecho y seguiremos haciendo conciertos en diferentes formatos acústicos por una cuestión práctica, pero también porque es algo que nos gusta mucho. Aparecen nuevos matices en los temas que a veces pasan desapercibidos entre capas de sonidos y curiosamente funcionan realmente bien. Además bastantes ideas nacen en acústico y luego vamos añadiendo elementos, así que en algunas ocasiones es como volver al momento inicial pero con el bagaje del viaje recorrido hasta finalizar la canción.
-Me imagino que estaréis todavía presentando el disco en directo. ¿Qué planes tenéis para este verano? ¿Tenéis fechas ya confirmadas para estos próximos meses?
Sí, seguimos tocando allá donde podemos. Pero funcionamos de manera autogestionada y el número de conciertos es pequeño. El 15 de Julio tocamos en el Aniversario del Museo de la Evolución Humana de Burgos. Luego tenemos algunas fechas en acústico y de momento no mucho más. Eso sí, tenemos muchas ganas de tocar, disfrutamos mucho haciéndolo y las canciones cobran una intensidad aún mayor que en las grabaciones. Además, siempre que podemos añadimos elementos visuales o escenografía con la idea de crear una experiencia más intensa tanto para el público como para nosotros.
Texto: Fidel Oltra
