Contaba Eva Amaral durante el concierto en el otrora conocido como palacio de los Deportes de Madrid que cuando tocaba en pequeñas salas en esta ciudad ante unas pocas personas ella saludaba al escaso público con un “Hola Madrid”, aún a sabiendas que la extrapolación era, cuanto menos excesivamente generosa. Seguro que el pasado jueves ese “Hola Madrid” cobró más sentido que nunca en las cabezas de Eva y Juan, ante un público variopinto e intergeneracional que casi llenaba el Palacio de Deportes. Y ciertamente el show que ofrece la banda aragonesa es suficientemente sólido y entretenido como para merecer esa atención por parte del público madrileño. A un repertorio indiscutible e ineludible se le une una puesta en escena cuidada y un sonido compacto y limpio, lo que resulta en un espectáculo disfrutable no sólo para incondicionales de la banda. El buen quehacer de Eva Amaral tanto en la parte vocal como en las veces de front(wo)man hace de elemento cohesionador y engrandece sin duda alguna el desempeño de la banda en escena. Con un inevitable punto naive, la dualidad entre ingenuidad y actitud, una chica rock pero con vestido, convierte a la líder de Amaral en un personaje mucho más atractivo y con mayor empaque al frente de la banda.
Sin sorpresas en la elección de repertorio, la presentación de Nocturnal, el último trabajo de los aragoneses tuvo el merecido protagonismo, si bien la sucesión de clásicos y grandes éxitos mainstream que la banda ha ido acumulando en estos casi veinte años de carrera acapararon los momentos de mayor éxtasis colectivo como de otra parte es de esperar cuando hablamos de música popular. No obstante, más allá de los hits de radio fórmula, algunos pasajes de Hacia lo salvaje volvieron a rayar a gran altura en vivo, aportando un sonido algo más crudo a un todo quizás algo dulcificado en exceso.
Texto y foto: David Lage