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091, Plaza de Toros, Granada

 

 

091 por javier martín ruizbaja

 

 

El dios de la lluvia llevaba más de una semana llorando sobre la ciudad, no sabemos si paliando la sempiterna sequedad meridional, quizás eran lágrimas de alegría celebrando el regreso de los hijos pródigos: es justo señalar que 091 siempre fueron profetas en su tierra, por lo que las más de quince mil entradas vendidas para los dos días de su comparecencia granadina, si no previsibles, no hacían más que confirmar que siempre han estado presentes en el corazón de sus paisanos.

Fue otro granadino de la órbita lapidiana, Víctor Sánchez, el encargado de abrir la velada. Todavía chispeaba cuando su banda saltó al escenario, inconveniente que no les impidió aprovechar a la perfección esta oportunidad de actuar en gran tamaño: su nuevo line-up, en formato tres guitarras entre las que sobresale la del joven Chesco Ruiz, desgranó en poco más de media hora algunas de las joyitas que encierra su postrero “Sacromonte”: el vacilón ritmo de “Alambra Central Park” o la seca rotundidad de “En Un Mundo Perfecto”, son certeros rocanroles con aroma a clásico, muestras de un grupo bien engrasado, que esperemos pueda aprovechar el parón de su banda madre para rodarse por los escenarios nacionales.

Pasaban cinco minutos de las diez de la noche, cuando como por sortilegio o arte de magia cesó la lluvia y se empezaron a despejar los negros cielos granadinos, se apagaron las luces y entre los rugidos del personal, cuatro de los ceros tomaban el escenario y atacaban sin preámbulos el instrumental “Palo Cortao”. La silueta de José Antonio García, rigurosamente negra, gafas de sol para la noche cerrada, se entreveía al fondo del entarimado, esperando a que sonaran los primeros acordes de “Zapatos De Piel De Caimán” para situarse en el centro del escenario y dar inicio a una celebración compartida, miles de voces al unísono cantando la misma canción.

091 baja

Del desarrollo de las cerca de dos horas y media posteriores se pueden hacer varios tipos de análisis, pero cualquiera de ellos fue apabullado por la firma decisión de la muchedumbre de convertir el evento en ejercicio de entregada comunión con sus viejos héroes, pagana celebración de básicos instintos rocanroleros misteriosamente ocultos durante décadas. Un repertorio cuidadosamente escogido que primaba todos sus temas emblemáticos, abrazando casi todos sus disco y algún novedoso arreglo, caso del toque muy blues de “Debajo De Las Piedras” satisfizo ampliamente a los muy rendidos fans, acompañado por un sonido lo suficientemente correcto dentro de lo que se puede esperar de estos gigantescos formatos, con las guitarras de los hermanos Lapido sonando nítidas y bien diferenciadas en todo momento.

Es de Perogrullo señalar que no a estas alturas no pueden exhibir la energética chulería de finales de los ochenta, cuando eran sin lugar a dudas la mejor banda nacional en directo, y se pavoneaban gritando al viento las estrofas de “La Torre De La Vela”, la emblemática “Que Fue Del Siglo XX” o aquella canalla versión del “Walking The Dog” de Rufus Thomas con las que ponían las salas patas arribas. La madurez es un grado que el paso del tiempo hace inevitable, y en ella 091 han sabido convertir aquellos instintos primarios en veterana celebración de un cancionero que ha envejecido con solera.

 

Texto: Manuel Borrero

Foto: Javier Martín Ruíz

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