Discomático

Fellows – The Conquer Of The Moon (Clifford Records)

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Bajo el epígrafe de “Blues del Delta” la historia del rock confecciona uno de sus primeros capítulos para recoger el blues más primigenio, aquellas músicas nacidas de la pobreza y la esclavitud de esa zona de los Estados Unidos en torno al delta del Río Mississippi. Es la raíz más pura, el cimiento absoluto de toda música moderna posterior. A partir de ahí surge, electrificado, el “Blues de Chicago” y el paso al rocanrol es sólo una cuestión de tiempo. Que en pleno siglo XXI aparezca una banda decidida no sé si a revitalizar ese género, pero sí a rescatarlo y homenajearlo tiene algo de locura romántica. Los vallisoletanos Fellows o, lo que es lo mismo, el singular dúo formado por Manuel García –guitarras, armónica y voz- y Manuel López –batería y percusión-, han decidido abordar con tanta seriedad como entusiasmo una labor de revalorización de aquellos cimientos. Ambos son músicos curtidos en otras batallas y en otras bandas (The Royal Suite, Los Royal, Dhera Dum), y su proyecto tiene algo de rebeldía contra la moda dominante y algo de misión evangelizadora: con el único empleo de guitarras, armónica, voz y percusión, llevan tres años tocando en la calle, en salas y auditorios, en bares, librerías, tiendas de discos y cualquier tipo de local que se les ponga por delante para dar a conocer sus canciones y el legado de Robert Johnson, Elmore James, Mississippi John Hurt, Sam Collins, Big Joe Williams, John Lee Hooker, Muddy Waters, Lightnin’ Hopkins o Howlin’ Wolf, reconocidos maestros a los que Fellows rinden pleitesía con admiración absoluta: las canciones de todos ellos se pasean cómodas por sus directos, transformados así en eventos que tienen algo de didáctico, de emocionante clase magistral.

Afirma el filósofo y profesor George Steiner que el primer paso para ganar el interés de los alumnos es que perciban que el docente “está un poco loco, poseído de alguna manera por aquello que enseña” ya que “se trata del milagroso instante en que comienza a establecerse el diálogo con una pasión.” Es en ese instante del que parece nacer la música de estos Fellows, arrastrando versiones de los viejos bluesmen, heredando incluso su cigar box guitar y poseídos por un sonido tosco aderezado con toques de garaje, con mucho slide, parte de rock y folk y sostenido por una tenacidad sin medida. No en vano, merecen mención especial sus autodenominadas Delta Sessions, mini conciertos intimistas en los que Manuel García, en modelo one man band y con un cierto espíritu a caballo entre el bluesman de los años 30 y el trovador medieval, aborda versiones de sus músicos predilectos, de temas góspel o de sus propias composiciones desposeídas del soporte eléctrico. Pura filosofía de vida.

Clifford Records editó su primer EP, el prometedor After Saturn, en febrero del pasado año y ahora, 13 meses después, publica también este The Conquer Of The Moon, sublime culminación de aquellas primeras grabaciones y un primer largo que supone una magnífica y sincera colección de canciones de un blues-rock que se presenta tan primitivo como mimado. Se advierten canciones gestadas en el estómago, en esas tripas en las que Georg Groddeck ubicaba el alma, y que van construyendo melodías que irradian esa autenticidad de los acordes nacidos de dentro, arrancados de las entrañas.

La anecdótica pero elocuente Pay Attention To The Blues, con su rasgado de guitarra a modo de prólogo, sirve para abrir el disco y dar paso sin concesiones a Howling Like Howlin’, un personal y acertadísimo homenaje a Howlin’ Wolf que, nada más comenzar el álbum, supone ya uno de sus momentos más brillantes, con estrofas en crescendo que desembocan en aullidos de rabia animal y que vienen a reproducir un esquema en ascenso continuo en el que los aullidos se acompañan con una percusión endiablada que va conduciendo al tema a una especie de oscuro baile ceremonial, un estado de trance que coloca el nivel de partida en una cota realmente alta.

Tras esa abrumadora dosis de energía inicial, Trains, Gains And Losses, el tercer corte, es perfecto en su definición de movimiento, en su capacidad para transmitir el ritmo del viaje, de locomotora de vapor y soledad de western, con la guitarra slide generando una preciosa atmósfera country-rock cargada de añoranzas y no exenta de tristeza. Good Coming Days se mueve, por otro lado, en un entorno más luminoso, más roquero, y suena a Paul Zinnard o Julián Maeso, por buscar honrosos ejemplos patrios, especialmente por la precisa y elegante incorporación del órgano Hammond, que aporta una oportuna y brillante textura en los estribillos.

La intimista Who Is Not Strong Enough se ofrece introspectiva, cruda, dolorosa hasta el emotivo lamento final, con esa armónica que, a lo largo del tema, se clava como un cuchillo, hiriendo en cada aparición, tratando de acompañar donde las palabras no llegan.

El estupendo blues Chocolate And Midnights, exquisito y primitivo a la vez, abre la cara B y precipita la velocidad del disco en una deliciosa sucesión de canciones: Graveyard Night, cuyo arranque remite a la inicial Howling Like Howlin’, vuelve no obstante a acercarse al rocanrol y, con un ritmo tremendo y adictivo, completa un tema redondo que se anticipa a Not Ready When She Comes, el corte elegido como single de presentación que, si bien no es el tema con mayor pegada del álbum, sí es una muestra perfecta de lo que éste contiene.

Cierra el disco Tom Collins Reaction, con un arranque cercano a las propuestas de bandas del garage-revival actual como La Luz o Allah-Las pero en el que aparece luego una acertadísima armónica que ayuda a dar forma a un tema absolutamente imponente, probablemente el punto más elevado de este The Conquer Of The Moon. Podría haberse pensado quizá en un último corte que, rememorando ese Pay Attention To The Blues inicial o incluso repitiéndolo, cerrase el disco a modo de anecdótico epílogo y ayudase a concebir el álbum como un todo, pero la majestuosidad de Tom Collins Reaction supone un extraordinario punto final y deja un gustoso sabor de boca y esa tan poco frecuente necesidad de volver a dar la vuelta al vinilo para paladearlo de nuevo a buen volumen.

En sus conciertos, en los que, dicho sea de paso, merece destacarse la cuidada cartelería con la que se anuncian, presentan ya canciones con letra en español y avisan de que su próxima entrega discográfica recogerá esos temas. Supongo que nunca el Mississippi estuvo tan cerca de Cervantes. Permaneceremos atentos.

 

Texto: Miguel Sáez Martín

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