El viernes era un día marcado en rojo en la agenda de esta pujante banda de blues-rock. Los Brazos se enfrentaban a un reto considerable frente al público madrileño. Tras recopilar críticas más que aceptables durante los primeros meses de vida su tercer álbum Gas (Rock Estatal Records, 2015), estos bilbaínos tenían que demostrar si su directo era igual de inflamable.
La mecha se encendió con el primer acorde y no tardaron en llegar los primeros estallidos. La genial «What should I´ve done», el blues progresivo y embrujado de «Tales» o el veloz rockabilly de «Say my name» pusieron al respetable rápidamente a tono. Con tan solo media docena de canciones ya habían dejado claro, no solo que saben manejar gran parte de los registros de la música americana de raíces, sino que consiguen que los temas no desentonen entre sí. Aun tratándose de estructuras musicales claramente distintas, Los Brazos consiguen dejar impreso su sello personal permanentemente. La profundísima base rítmica de Txemi y Koki, unida a la virtuosa habilidad de William con la eléctrica, son las claves de esa esencia. Algo que también demuestran interpretando clásicos como la versionadísima «Baby please don´t go», cuando es imposible no darse cuenta que por las venas de estos tres músicos corre la misma sangre blusera.
Los bilbaínos lograron dejar un estupendo sabor de boca al terminar de interpretar cerca de veinte canciones. Su rock incendiario provocó que saliéramos del recinto exhaustos e incluso oliendo a gasolina, pero también con la impresión de que al Cadillac de estos tres tipos ni se le había encendido el piloto de reserva.
Texto: Pablo del Valle
Foto: Esteban Márquez