Discomático

Kim Simmonds & Savoy Brown – The Devil To Pay

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Savoy Brown fueron una de las bandas punteras del blues rock británico de finales de los sesenta y principios de los setenta. Cruzaron el charco con enorme éxito y fueron mucho más apreciados en Norteamérica que en su Inglaterra natal protagonizando giras y presencia en las listas de ventas con sus primeros álbumes. Lo dicho, desde Getting to the Point (1968) hasta Hellbound Train (1972) estuvieron en la cresta de la ola. Luego ya se sabe, como a multitud de formaciones de la época las tensiones, las giras, los numerosos cambios de personal, el desgaste y la mala vida los azotaron causando inestabilidad y altibajos.

Kim Simmonds (compositor, guitarrista y cantante) es su alma y único músico que no ha abandonado la nave desde que empezaron a ensayar en un local del Soho londinense en 1965. Pasados los años de gloria nunca dejó de actuar ni de grabar discos alternando a partir de los noventa grabaciones en solitario o añadiendo en la portada su nombre junto al de la banda. Este es el caso del que nos ocupa, The Devil to Pay, editado a finales del pasado 2015 y que lo ha vuelto a colocar en los charts. Y es que este último trabajo ha llegado a figurar entre los diez primeros (el número cuatro concretamente) de la Billboard Top Blues Albums.

Como era de esperar no contiene ninguna sorpresa. Un ejercicio de estilo técnicamente impoluto pero que tiene mojo. Y es que el que tuvo retuvo, Kim exhibe bagaje y oficio, redundando en zona de confort. Tirando de trucos y sinuosidades con veteranía y alma. Mantiene la garganta engrasada y el toque, fino, contenido, sin engreimientos innecesarios pero con el sentimiento requerido para que las canciones resulten creíbles. Desde el blues profundo que abre el compacto, «Ain’t Got Nobody» un lento sentido y horneado a fuego lento, pasando por jump trotón, «Bad Weather Brewing», tiempos más firmes en clave de rock, «Grew Up in the Blues», o instrumentales donde puntea con clase y elegancia. Un buen disco de género que no aburre, se escucha con agrado y deja en muy mal lugar a algunos de estos corre-mástiles actuales que se hacen llamar bluesmans. Y todo temas nuevos de cosecha propia, ni una sola relectura de clásicos. Otro tanto a su favor.

Manel Celeiro

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