Si no te gusta un disco de Jim Lauderdale, espera al siguiente. Es esta una frase frecuente en la escena de raíces norteamericana que hace referencia a la inabarcable capacidad productiva del de Carolina del Norte. Pero es que, además, parece imposible que se cumpla la premisa anunciada porque Lauderdale no da puntada sin hilo. Su nuevo disco, encima, es doble y se divide en dos partes: Memphis y Nashville. Además tiene un título claro, Soul Searcching. Por lo que la cosa es fácil de adivinar su contenido. Jim se ha metido en un disco de blues y soul dedicado a dos de las ciudades esenciales de la música norteamericana y que no deja demasiado margen a su habitual perspectiva más country o bluegrass. Veintiséis canciones que llegan solo un año después de que publicara las veinte de I’m a Song. Temas con Muscle Showlas y Stax como eje vertebrador, en las que los vientos toman protagonismo más que nunca en la carrera de uno de nuestros songwriters favoritos. Con una banda de infarto integrada por Luther Dickinson a la guitarra, su hermano Cody a la batería, Charles Hodge al órgano, David Hood al bajo y Spooner Oldham al piano. Abarcando todos los géneros negroides con un solo lunar. La sensación de que con cuatro canciones menos la cosa habría ido mejor. Y es que Memphis se me antoja mucho mejor que Nashville. Aunque igual eso son cosas mías.
Eduardo Izquierdo
Al principio no me impresionó tanto como cuando ya lo escuché varias veces. Hay temas en los que se alza como heredero directo de Van Morrison. Un discazo. Quizás le sobre algo, pero hay temazos.