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U.F.O. – Razzmatazz 2, Barcelona

UFO Alberto Belmonte 3

Una vez más el platillo volante volvía a posarse en la ciudad condal. Si en su época de máximo apogeo podía llenar sin demasiados problemas recintos como el antiguo Palau d’Esports ahora debe conformarse con salas de mediano aforo como muchos de sus compañeros de generación. Cosas del cambiante mundo de la música y del voluble universo de las audiencias. Es obvio que su momento ya pasó pero también es cierto que se mantienen muy dignamente. Superado su peor bache,  Misdemeanor (1985), Ain’t Misbehavin’ (1988), Hig Stakes & Dangerous Men (1992) y el paso de los hachas Atomic Tommy M y Lawrence Archer, y con la excepción de las reuniones con Schenker sus últimos años han sido muy estables. Correctos discos en estudio y conciertos muy competentes son sus cartas de presentación. Bastante más que otros de su quinta que se llevan réditos más optimizados.

Con buen ambiente, mayoría de fans old school, los soviéticos Red’s Cool demostraron haberse quedados colgados en los ochenta con canciones llenas de laca que exhibían lo peor del género: inmovilismo, rigidez, reiteración y mucha pose y estribillo de cara a la galería. En fin, sirvieron para poner fondo sonoro a los saludos, las primeras cervezas y pasar el tiempo.

Cuando el telón con el logo de U.F.O. se hace visible es inevitable para el abajo firmante sentir dos cosas: la certeza inevitable de que el tiempo ha corrido muy deprisa y la emoción que todavía siento al verlo. Aparecen en escena y «We Belong to the Night» (un temazo como la copa de un pino) suena apagada, sin brío. El calentamiento necesario cuando los huesos ya crujen y para que el técnico acabe de cuadrar balances y volumen. Phil tiene un aspecto quebradizo y avejentado, desdentado (explicó como perdió la pieza pero no logré entenderlo del todo), pero mantiene la voz en condiciones muy apreciables para una persona con su edad y su extenso historial de excesos. Los otros dos miembros históricos, Andy Parker (batería) y Paul Raymond ( teclados, guitarra), lucen mejor condición física y se les ve disfrutar del recital. Rob de Luca (bajo) y Vinnie Moore (guitarra) argumentan eficacia técnica y toneladas de voluntad para hacer olvidar al gran Pete Way y a Michael o a Paul Tonka Chapman, las seis cuerdas de los años de gloria.

UFO Alberto Belmonte 1

Pero funciona, poco a poco suenan robustos, con cuerpo, defienden temas nuevos con solvencia y cuando suenan las canciones que todos esperamos la magia vuelve a brillar aunque sea por unos pocos minutos. Las pupilas se dilatan al ver la reacción unánime del personal a «Lights Out», «Cherry», «Makin’ Moves», «Love to Love» o «Rock Bottom» y la sonrisa ilumina mi cara cuando la sala entera se pone a botar, ¡con una media de edad entre 40 y 50 años!, con el riff magistral y el vibrante estribillo de «Only You Can Rock Me».

Minutos de descanso y el obligado bis con la coreada «Doctor Doctor» y punto final con uno de los más grandes rocanroles escritos en los setenta, «Shoot Shoot». Que a estas alturas todavía tengas que convencer a gente de que hay que valorar a estos tipos fuera de la etiqueta “heavy” es ya una guerra perdida. Servidor los sigue disfrutando. Consciente de que ya no es lo mismo, de que acudo a un ejercicio de nostalgia y de que los años, amigos, nos pasan factura a todos. Sin embargo, mientras puedan pisar un escenario con esa entereza y esa elegancia, ningún reproche saldrá de mi teclado.

Texto: Manel Celeiro

Foto: Alberto Belmonte

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