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Diana Death y Sus Novios & The Schizophonics & The Little Richards, Rocksound, Barcelona.

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Que la perfección no es necesaria para tocar rock & roll es algo que todos sabemos. Pero sí que hay que tener un mínimo para subirse a un escenario. Por eso sorprende que un tipo con la trayectoria de Robert Lopez (The Zeros, Trailer Park Casanovas, sus encarnaciones como Elvez) abra esta caravana en gira con la actuación de Diana Death y Sus Novios y, además, se haga con el puesto de guitarrista para darle respaldo. Uno puede imaginar razones para ello, como ustedes supondrán, pero ninguna suficientemente buena para sostenerlo. Infame actuación con una vocalista que ni canta ni toca la guitarra y que en su media hora de gloria, ¡menos mal!, tuvo tiempo de destrozar la ranchera «Volver Volver», tocar sin ninguna gracia «No Controles» de Olé Olé (hay que joderse) y perpetrar horrorosas lecturas de Dylan, Armando Manzanero («Somos Novios») o «Hey Joe». Demencial.

Como dijo acertadamente el compañero rutero Sergio Rodríguez no podíamos ir a peor. En efecto. Los siguientes en subir a escena fueron The Schizophonics. Chutazo de adrenalina con un guitarrista hiperactivo, la madre que me parió que manera de moverse (era como un hijo bastardo de Wilko Johnson y un joven Pete Townshend), y un sonido que implosionaba high energy, ritmanblús salvaje, punk y garaje. Devolvieron la fe a los presentes a base de pildorazos breves pero concisos repletos de acción y sudor aguijoneados por el efectivo baquetear de una diminuta morena que se agigantaba tras los tambores.

Arreglado el desaguisado subieron a escena envueltos en lunares, camisas, calcetines y hasta un telón de fondo de escenario que parecía un tributo a La Faraona, The Little Richards: los Schizophonics más Diana Death (ejerciendo de figurante al teclado) y Robert. Primer tema y el Rocksound, con una entrada más que aceptable para ser un domingo en medio de un fin de semana largo, convertido en una fraternidad universitaria, solo faltaba John Belushi vestido de romano paseándose por allí, regada en cerveza. Cachondeo, coreografías, bailecitos y toda la fiesta de una banda pensada para eso. Divertir al respetable. Numerosas versiones de la reinona que les da nombre,«Long Tall Sally»,«Rit it Up»,«Good Golly Miss Molly»,«Keep a Knockin’»,«Lucille», hasta completar un set nutrido en buen y viejo rocanrol con toneladas de coña marinera. Suficiente para que le pudiéramos perdonar lo del inicio.

Manel Celeiro

Foto: Eduardo Izquierdo

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