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David Ramírez, Rockwood Music Hall, Nueva York

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David Ramírez es un artista desconocido para el gran público, incluso en los Estados Unidos, pero del que, si el mundo fuera justo, se debería hablar en todos los mentideros de la Americana Music. Nació en Austin, Texas, y su último álbum, “Fables”, es un desgarrador recorrido por sus años previos. Se parece físicamente a Carlos Chaouen y sus letras de borracheras y viajes tienen mucho que en común con los primeros trabajos del gaditano aunque, obviamente, cambiando el deje flamenco por los sonidos puros del rock & roll americano. Con una banda formada por instrumentistas de raíces (pedal steel incluido) apareció puntual en una de las míticas salas del Lower East Side neoyorquino, recogiendo el testigo a su colega de fatigas Mr. Dylan LeBlanc (a quién descubrí gracias, una vez más, al maestro Manolo Fernández cuando en 2010 debutó con el imprescindible ”Paupers Field”).

Ramírez es un tipo seco, no es amigo de la conversación superflua sobre el escenario y parece preferir comunicarse a través de la interpretación profunda de sus canciones. No hace gala de histrionismo alguno y tampoco lo necesita. Comenzó con “That Ain´t Love”, un tema que estoy seguro no les hubiera importado firmar a Jackson Browne o a Tom Petty en sus tiempos mozos. “Harder to Lie” es el buque insignia y el germen, como él mismo ha manifestado, de este discazo, en donde el autor texano nos cuenta una vez más sus vivencias amorosas (¿acaso alguna canción del disco no lo hace?) con un toque canalla al más puro estilo sabinero. “New Way of Living” continúa por la senda del corazón mezclando paisajes sureños y sus tiempos vividos en las lejanas tierras de Arkansas. ¨How Do You Get ´Em Back” es simplemente perfecto y anima a subir el volumen del reproductor que la tecnología quiera que utilicemos. En directo sonó como una verdadera apisonadora. Ramírez y su banda se recrearon durante más de seis minutos, forzando los latidos de la batería, alargando los acordes de guitarra y steel y subiendo el tono de la voz hasta que no se escuchó ni el más lejano sonido de whiskey cayendo en un vaso. “Hold On” es puro rock, puro fuego. “On your side” supuso un descanso a la intensidad anterior, dándonos tiempo a visitar el abrevadero antes de del final del recital. Concluyó con “Ball and Chain”, donde volvió a las andadas y nos dejó de rotos, again.

En conclusión, este fue uno de esos conciertos que esperas que se hagan realidad cuando un disco te tiene obsesionado durante varias semanas. Ojalá algún atrevido manager se atreva a promocionarle al otro lado del Atlántico y ocurra como con Ryan Bingham, quién para orgullo de muchos que llevamos siguiéndole desde su primer disco, allá por el 2007, vemos con una sonrisa en la cara cómo ha sido capaz de llenar algunas salas españolas. Pues bien, David Ramírez se llama el susodicho. Recuerden su nombre. O mejor, escúchenlo.

TEXTO: PEPE MAZA
FOTO: BERTA BERNAD

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