Encuentros

Pokey Lafarge, rebuscando en las entrañas del Midwest

PokeyFrontEl talento de Illinois llega esta semana a nuestro país (29 Barcelona, 30 Madrid y 31 Bilbao). Por ese motivo recuperamos la entrevista que incluíamos en el número de septiembre de la revista en papel.

Nacido en Bloomington, Illinois, hace apenas 32 años, Pokey LaFarge hace tiempo que superó la losa de ser la luz de faro del nuevo autenticismo, la gran esperanza blanca de aquellos que reclamaban que los jóvenes miraran más allá de lo sucedido en los sesenta e incluso en los cincuenta y pusieran su punto de mira en la música de pre guerra. Cuando en 2010, sin ni siquiera haber cumplido la treintena, Andrew Heissler (su verdadero nombre), da el campanazo con Riverboat Soul lleva ya una carrera consistente a sus espaldas y, sobre todo, un buen número de escenarios. Le avalan dos discos previos y una incontable cantidad de actuaciones en salas semivacías, de esas que curten al músico y a los que le acompañan. Tras el citado espaldarazo, la vorágine se apropia de su carrera. Un par de discos en estudio, uno de ellos en la compañía de Jack White, en cuyo último trabajo también aparecerá, otro en directo, actuaciones en el programa de Jools Holland o de David Letterman, bandas sonoras para películas de ficción o documentales y un largo etcétera marcan el camino hacia Something in the water, su último trabajo y disco del mes de esta Ruta en el número de mayo de este mismo año. Un enorme álbum que me sirve de excusa para contactar una vez más con él, algo que siempre es un placer. Porque Poley es de esos tipos que engrandece con su amabilidad y, sobre todo, su conocimiento musical cualquier conversación. Además, habernos “encontrado” otras veces también supone una motivación para intentar que la charla vaya más allá de lo convencional. Y a ello nos pusimos.

 

¿Qué tal Pokey? Hemos hablado ya cinco o seis veces y cada vez que tengo que hablar contigo siento la necesidad de prepararme enormemente. Eres un auténtico arqueólogo musical y me gusta intentar estar a tu nivel, aunque sea un rato.

(Risas) No seas así, hombre. Tampoco es eso. Simplemente me gusta mucho escuchar música y descubrir cosas nuevas de esas que tienen ochenta años. Ya sabes, una novedad no tiene por qué ser un disco aparecido hace dos meses.

 

En una de nuestras charlas previas me dijiste que lo que menos te gusta de las tiendas de disco es ver los carteles que clasifican la música. Que por ti estarían todos los álbumes en orden alfabético. Con Something in the water pareces empeñado en seguir poniéndoselo difícil a los que intenten categorizar tu estilo.

Evidentemente no es mi objetivo, pero es cierto que no me gusta que se clasifique mi música ni la de nadie. Solo hay dos clasificaciones: buena o mala música. Hasta la etiqueta “retro” me molesta ¿Cómo que retro? Mi música está hecha por un tipo de 30 años, hoy en día y con canciones compuestas el año pasado ¿Dónde ves lo retro? Por qué yo soy retro y Amy Winehouse no lo era? Si tenemos la misma raíz en muchos sentidos. No puedo compartirlo.

 

Pokey1En el disco has trabajado con Jimmy Sutton, que también se ha encargado del último disco de JD McPherson, otra maravilla. Cuando me enteré de que estabais trabajando juntos pensé que igual acababais escribiendo un libro antes que haciendo un disco porque sois dos auténticos investigadores del pasado.

Tío, hemos hecho demasiadas entrevistas juntos. Empiezas a conocerme demasiado (risas) ¡Tienes razón! Jimmy y yo somos almas gemelas, nos gusta conocer la música antigua de forma enciclopédica. Buscamos ambos una especie de Santo grial del origen de todo ¡Y estamos cerca de ello! (Risas). Jimmy ha engrandecido mi música como nunca pensé que alguien podría hacerlo.

 

Pero parece que estás hablando de un cuadro una escultura, no de música ¿tan importante es todo ese trabajo arqueológico para ti?

Claro, no te confundas. Tengo claro que es música y que, al final, lo que importa es lo que sale por tus altavoces. Pero si se le llama música tradicional americana será por algo ¿no? Habrá que conocer ampliamente la tradición antes de ponerse a tocar. De hecho creo firmemente que nuestro éxito se asienta en que la gente no ha oído antes ese tipo de música. Por eso creen que somos una novedad en un género poco dado a la búsqueda y la investigación. Si me comparo con aquellos músicos a los que me refiero me siento una auténtica anécdota a su lado.

 

Te imagino todo el día rebuscando entre discos antiguos, libros medio estropeados en bibliotecas de pequeños pueblos, tiendas de instrumentos de segunda mano…

No creas. Lo que se lo he aprendido en parte gracias a mi estilo de vida. Yo no soy antropólogo ni investigo de forma academicista. Simplemente, cuando estoy en la carretera, escucho música sin parar. He hecho autostop por todo el país y he escuchado las historias que me contaba la gente Algunas serán reales, otras no, pero todas dan forma a un ente propio, a una cultura popular. También me influyó mucho mi abuelo y un montón de leyendas que me contaba. Me descubrió algunos músicos de blues que no salen en las enciclopedias. Me gustaría que me viera ahora. Él me enseñó que Estados Unidos no es solo ir con la camiseta de barras y estrellas y decir que te gustan los Guns ‘n’Roses. Cuando viajo fuera de mi país me doy cuenta de que transmitimos algo equivocado. No todos los norteamericanos somos como proyectamos. Quizá ser del Midwest influencia mi manera de ver las cosas.

 

De eso te quería hablar, precisamente. Incides en este disco en tu condición de oriundo del Midwest y no dudas en tirar de algunos clichés de la zona: angustia vital, desempleo, parias sociales…

Es que no son clichés. Es un sentimiento propio del Midwest que aún existe: considerarse un perdedor. Pero yo reclamo también rebelarte contra todo eso. Porque haga música que nació hace cien años no significa que esté hablando constantemente del nacimiento de la Unión o la Dust Bowl. Mis letras hablan de cosas que están pasando hoy en día, lo que pasa es que si lo analizas, nuestros problemas no han cambiado tanto en todo este tiempo.

 

Eres de Indiana pero has pasado buena parte de tu vida en Missouri, y más concretamente en la vecina St. Louis. Detecto que este disco está más influido que ningún otro por esa ciudad.

Claro. En el fondo es lo que te decía antes. St.Louis es el arquetipo del Midwest y aunque la cultura se ha homogeneizado en todo el país, de alguna manera, hay cosas que se mantienen hay remanentes. Estirar de ellas, recoger ese testigo es lo que me hace ser original en mi propuesta. Quiero hablar de lo que sucede ahora pero no olvidando de donde venimos. Hay cosas que son parte de nuestra cultura y nuestra misión debe ser transmitirlas a las nuevas generaciones. El Midwest no es glamouroso como pueda serlo ser de la Costa Este o de la Costa Oeste. A veces somos los grandes olvidados y parece que ni existimos. Quiero recordarles a todos que ¡seguimos ahí! (risas).

 

Pokey2Y ya que hablamos de lugares, incluyes en este disco varios nombres de sitios del mundo. Por ejemplo en «Cairo, Illinois» o en «Goodbye Barcelona», en la que hablas precisamente de mi ciudad.

Los músicos somos viajeros por excelencia. De eso se trata. Pasamos por muchos lugares para mostrar nuestra música, así que irremisiblemente esas ciudades y pueblos nos influyen. Que surjan canciones que hablen de ellos es algo casi natural.

 

Otro elemento muy presente en el álbum es la figura de la mujer pero, si me permites, afrontas el tema de manera un tanto anticuada ¿no? Hasta la portada me da que va a levantar ampollas…

Supongo que te refieres a canciones como «Bowlegged Women» o «Something in the water» ¡tío son bromas! Aunque entiendo que se puedan malinterpretar pero ¡si las dos están dedicadas a mi chica! ¿Quieres que me quede sin pareja? (risas) No quiero insultar a nadie, implemente uso metáforas sobre las chicas. Tampoco tengo ganas de defenderme sobre la portada. Hay que aceptar el humor y las dobles intenciones. Me gusta pensar que soy un caballero cuando estoy con mujeres. Relajémonos un poco, tomemos un buen whisky y no seamos siempre tan políticamente correctos ¡Son canciones! Aunque alguien te asegure lo contrario no te creas que un chaval puede suicidarse por oír una canción. EL problema, seguro, que es otro.

 

Oye voy a preguntarte por Jack White pero sobre la polémica que suscitó el año pasado cuando se dijo que su canción «Three Women» era un plagio de una vieja canción blues. Algo parecido a lo que pasó con Bob Dylan y las canciones de Modern Times ¿qué opinas?

Pues que la gente debería saber, antes de hablar, que eso son viejas tradiciones. Te apoyas en antiguas melodías que ni siquiera sabes de donde vienen y resuenan en tu cabeza para que luego alguien pueda venir a recriminarte que has copiado algo. Deberían conocer a Jack y su amor por la música y la tradición antes de acusarle de nada. Lo que hay que hacer es no ofenderse y dejar que hablen. «Three Women» es solo una bonita canción de amor.

 

Eduardo Izquierdo

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