Otro artista, uno más, dedicado en cuerpo y alma a sacudir el enorme legado de la tradición musical norteamericana con el objetivo de acomodarla a los volubles gustos de los nuevos oyentes. Y, claro, sin perder por el camino las señas de identidad que puedan desengañar a los aficionados más curtidos. La hoja de promoción habla de Leonard Cohen, Townes Van Zandt, Josh Ritter o Damien Rice en un intento de poner vallas al campo. Sean cuales sean los nombres con los que sea comparado la verdad es que el presente Owls, novena referencia a su nombre y primera en caer en mis manos, tiene su miga.
Vaga por bosques helados en sombríos paseos folk modulados por una voz etérea que se deja querer arropada por sugerentes gargantas femeninas que resbalan entre arreglos acústicos. En otros momentos suelta las riendas y deja que la electricidad sea el timón que guíe los quiebros de las composiciones aunque el hilo conductor de la grabación sean los medios tiempos. Hipnóticas como los ojos del búho de la portada las canciones terminan por exigir más reproducciones de las que se hubiera podido pensar tras la primera audición.
Y al cabo de un tiempo terminas sorprendido por la de veces que deseas escuchar de nuevo temas tan redondos como «Faith Will Always Rise», «Girl With Lantern Eyes», «The Guns & The Crazy Ones», «Looks Like God». «Wings of No Restraint» o «Cries Of Shadows» que, a veces y salvando todas las distancias, me hacen recordar al añorado Jeff Buckley. Y eso no puede ser más que un buen augurio.
Manel Celeiro
