No, no nos hemos vuelto unos fanáticos del refranero español, pero es que el proyecto de Eduardo Herrero no podía llamarse de otra forma que En Casa del Herrero, aunque su música no se adecue a la segunda parte del conocido refrán. Porque aquí no hay cuchillos de palo. Herrero es un amante incondicional de la música americana y eso es lo que refleja en su banda, que debutaba hace escasamente un año con un disco homónimo y que ahora pone en circulación su segundo larga duración, Príncipes Venidos a Menos. Está llamado a hacerse un hueco entre los grandes songwriters de la música nacional, y nosotros no podíamos dejar pasar la oportunidad de hablar (y mucho) con él.
Este es tu segundo disco tras un debut homónimo. Háblanos un poco de tu carrera y de este proyecto.
Yo vengo de A Coruña, una ciudad con bastante movimiento musical, aunque no necesariamente en los géneros que a mí más me gustan. Y soy, digamos, un músico bastante tardío, al menos de cara al público. En 2005 me mudé a Nueva York por motivos laborales y aquello supuso toda una revolución en mi cabeza. Lo primero que hice fue comprarme una guitarra, unos zapatos de piel de serpiente (los que se ven en la portada del nuevo disco) y replantearme un montón de cosas. Entre otras, por qué nunca había llegado a hacer lo que llevaba soñando desde crío: montar un grupo. Así que a mi regreso, un año después, no tardé ni dos semanas en formar The Highlights, que nació como trío acústico y, tras algunos cambios de formación, acabó establecido como quinteto clásico de tributo a Bob Dylan. Sí, tributo. Estamos hablando de 2006 y de Dylan: aquello, en aquel momento, era bastante más original de lo que puede parecer hoy en día. Hicimos más de cien actuaciones en los seis años siguientes. Fue un aprendizaje a marchas forzadas, al que contribuyeron buenos músicos con los que fuimos compartiendo escenario y que hoy considero amigos. Tenía la suerte de saber que estaba cantando grandes canciones. No hay repertorio comparable al de Dylan. Aunque eso, con el paso del tiempo, dejó de ser una ventaja. Disfruté mucho con los Highlights, pero llegó un punto en el que sentí la necesidad de parar. Lo hice coincidir con el nacimiento de mi hijo, que me apartó unos cuantos meses de casi todo. Y cuando estuve listo, volví a empezar de cero, esta vez con temas que había ido acumulando en un cuaderno (¡de color azul!). Mis temas. Mis historias. En Casa del Herrero. El nombre lo decidí en treinta segundos. Sentí mucho vértigo de entrada, pero tuve muy claro que quería intentarlo. Grabé una demo a pelo con la acústica, y convoqué una especie de casting a través de Internet. Me sorprendió la cantidad de buenos músicos de la ciudad y su entorno que se interesaron por el proyecto. Creo que elegí muy bien pero también que descarté a algún guitarrista o batería excelente. La banda respiró enseguida como yo buscaba: un rollo muy americano, muy clásico también. Con alma, con pegada. Anteponiendo lo orgánico al virtuosismo. Hicimos sólo dos actuaciones antes de meternos a grabar, hace poco más de un año. Quería tener una carta de presentación, algo que enseñar, un punto de partida. En una sola una tarde, dejamos listos ocho temas, todos míos, a los que añadimos una versión en directo con Joel Rafael. Funcionó, se vendió bien y nos mantuvo activos. Y en cuanto tuve canciones (algunas se habían quedado en el tintero) y propuesta para un nuevo disco, decidimos parir este Príncipes Venidos a Menos, que creo que está mejor grabado, mejor tocado y que abarca un espectro mayor porque además de rock and roll y folk americano hay también country, algo de blues y versiones interesantes…
En aquel debut todos los temas menos uno eran en inglés. Ahora combinas ambos idiomas ¿qué te llevó a empezar a hacer canciones en castellano?
Me sentía (y me siento) muy orgulloso de la letra de «Miguel», la única canción en castellano del primer disco. Yo no escribo en inglés por esnobismo o por disimular que no tengo nada que contar. Al contrario, necesito que cada canción cuente algo. No tengo formación musical académica, así que soy mucho más un letrista que un compositor. Y en inglés es más sencillo. Teniendo una buena base, es más fácil en el sentido de que la mayor parte de las palabras son muy cortas, puedes contar muchas cosas en unos pocos versos, y además rimar con agilidad. El inglés para mí es una herramienta, no una declaración de principios ni nada parecido. El rock and roll, el country y el blues son angloparlantes, como el tango o la rumba son hispano hablantes. El rock suena mejor en inglés, más natural, más fluido, no tengo la menor duda. Pero siempre hay excepciones. Ocurre que «Miguel» gustó mucho; por lo que sea, destacó dentro de aquel primer trabajo de ECDH. Y me planteé como reto personal elevar la cuota de castellano en el siguiente, tratando de, al menos, no bajar el nivel de las letras. Soy consciente de que las canciones en castellano pueden llegar a más gente en nuestro país, se entenderán mejor (para bien o para mal). Se podría entender como una concesión por mi parte, pero, al mismo tiempo, me ha supuesto mucho más esfuerzo quedar satisfecho de mi propio trabajo. Solo hay un Sabina. Escribir y musicar rock en este idioma sin resultar sonrojante me parece muy difícil. Espero haberlo conseguido…
¿Por qué combinar temas en inglés y en castellano sin decantarte solo por una lengua? No es algo muy habitual…
Yo soy castellano parlante, pero en lo musical mi idioma es el inglés y tengo la suerte de haber aprendido a hablar y escribir en esa lengua con fluidez. No sé si combinar ambos idiomas puede desconcertar a alguien. Espero que no, porque no tengo previsto “renunciar” a ninguno de los dos. Es más, en el futuro me gustaría ser capaz de escribir también en gallego. Con la musicalidad, la métrica y la rima adecuada. Cuando surja, sin forzar las cosas. Para mí un disco es una colección de historias convertidas en canción con algo en común más o menos latente. Y como comentaba antes, entiendo los idiomas como herramientas de comunicación. En ningún caso como un arma arrojadiza. Creo que a veces en según qué sitios nos complicamos mucho con estas cosas. En este disco hay siete temas en castellano y cinco en inglés porque cada uno de ellos me sonaba bien en el idioma correspondiente. Ni más ni menos.
La portada es un claro homenaje a los Wallflowers ¿qué te llevó a ello?
Que son un grupo que me encanta. Una de las tres o cuatro bandas que para mí son un ideal de sonido a perseguir, junto a Petty y los Heartbreakers, The Band o los Stones de los primeros setenta. Reconozco que no di con ellos hasta Bringing Down The Horse, a mediados de los 90, al enterarme de que el frontman era “el hijo de Bob”. Les di una oportunidad simplemente por eso. Y descubrí un grupo sensacional y en Jakob Dylan un excelente escritor de canciones. Aquel disco era redondo, maravilloso, pero el anterior (el primero), mucho menos conocido y pulido, no le va a la zaga. Y siempre me gustó aquel retrato de la cubierta, de cintura para abajo, presentándose en sociedad a través de un pantalón y unas botas. Así que decidí convertir la portada de Príncipes en un homenaje a ese disco.
En la contra apareces con unos cuantos discos. Háblame de ellos y por qué escogiste ésos precisamente…
Es otro guiño, claro. En este caso a los artistas que tan generosamente nos han cedido una canción para el disco: Immaculate Fools, Roddy Hart, Willie Nile y Joel Rafael, ya que, aunque «Pide Al de Arriba» («Go Tell The Savior») es original de Jack Hardy, yo la he conocido en la versión de Joel, que fue quien me puso en contacto con los herederos de Hardy para obtener el permiso. La coña es que ninguno de los discos que salen en la contraportada contiene ninguna de las canciones que hemos adaptado, es una especie de juego. A mayores, se ve también el Nashville Skyline de Dylan, porque para mí él ha sido siempre la llave de cada puerta que he ido abriendo: la del country, la del blues, la del folk, la del gospel… Y también porque él mismo hizo algo similar en la cubierta de Bringing It All Back Home.
Incluyes cuatro versiones, tres de ellas adaptadas al castellano ¿te sientes bien adaptando temas del inglés?
Creo que eso se puede explicar también en clave de desafío personal: alguien a quien admiro me cede una canción. Y yo trato de hacerle justicia y, a la vez, de aportarle algo nuevo. Sin perder de vista el original, claro. Fue más fácil adaptar esas tres canciones al castellano que escribir tres temas de cero porque la melodía y la esencia del mensaje ya estaban ahí. Trabajamos los arreglos, pero respetamos las secuencias de acordes, el esqueleto de cada canción. Y vi que esas tres en particular permitían una reescritura no literal pero sí bastante fiel en nuestro idioma. Sin que la métrica o la rima se viesen forzadas, cosa que detesto. Creí que la traducción contribuía a ese propósito de hacer algo enriquecedor, en la línea (salvando todas las distancias que hay que salvar, por favor, no obvies este paréntesis) de lo que ha hecho Quique González con «Is Your Love In Vain» de Dylan o antes Gabriel Sopeña para Loquillo con «The Man In Black» de Cash o M Clan con «Maggie May» de Rod Stewart. No siempre funciona, pero si lo hace ¿por qué no aprovecharlo?
De todos los temas versionados, el único que no traduces es «Sad» de Immaculate Fools ¿Por qué no lo haces?
Pues porque supone la excepción a lo que decía un poco más arriba. «Sad» es un clásico, la más conocida de las cuatro versiones, y la adaptación me resultó imposible. Hice un primer intento pero desistí porque… sonaba muy raro. Yo no puedo cantar, digámoslo así, algo que no diría. En «Sad» asumimos el riesgo de desnudar la canción, que en la versión de IF llevaba violines, guitarras eléctricas, teclados, una batería muy potente y un tempo más acelerado. Nosotros la hemos convertido en un tema lento y acústico, muy minimalista. Tenía el arreglo en la cabeza desde hace muchos años. Traducirla hubiese sido ir demasiado lejos quizá… ¡Me parece más factible convencer a Ray (y a algún promotor) de montar una gira recuperando los viejos éxitos de Immaculate Fools con En Casa del Herrero como banda de apoyo! ¡Como Petty & THB en el 86 con el tío Bob!
Dedicas un tema a Hank Williams y Johnny Cash ¿son grandes influencias para ti?
Adoro la música country. El country de verdad, el de los outlaws, no tanto ese “pop con violines” (de nuevo, Petty) que arrasa en ciertos círculos de Estados Unidos (aunque hay grandes talentos en ese country mainstream, como Brad Paisley o Alison Krauss). Me gusta la inmediatez de esa música donde no caben los artificios, me fascina esa imaginería que se debate entre lo pendenciero y lo espiritual, entre la épica y la juerga inconfesable. A Dios rogando y con el mazo dando. Literal. Es una música sencilla y a la vez de un calado brutal. ¿Por qué a un gallego como a mí le fascina el country y el flamenco lo deja frío? Francamente, no lo sé. Pero Hank Williams o Cash (¡o Waylon!) son personajes de leyenda. Como lo serán también Kristofferson, Willie Nelson o Merle Haggard el día en que abandonen el reino de los vivos. Son tipos cuyas voces me ponen los pelos de punta, cuyas confesiones (a menudo reales) me anudan la garganta. ¡Dios los bendiga a todos! «A Live to Live», la canción por la que me preguntas, juega sin rubor con algunos títulos clásicos de Hank («Your Cheatin’ Heart», «You Win Again»…) para vertebrar la clásica historia del perdedor derrotado por un amor ingrato. Con la diferencia de que hay un giro sorpresa al final de la trama. Es un divertimento hecho desde la admiración más profunda, igual que «Cien Años de Perdón», el otro tema en una onda similar dentro del disco, en el que colabora mi mujer, Mar Blanco. Y no porque sea mi mujer, que conste, sino porque ¡canta de cojones!
¿Cómo vas a presentar el disco?
Hemos hecho ya el día 12 de septiembre un primer concierto de presentación en el Garufa Club de nuestra ciudad. Decidimos regalar el disco con la entrada para crear la mayor expectación posible, y lo cierto es que salió muy bien. Mucha gente y muy buen ambiente. El concierto más largo que hemos dado. Tocamos casi todos nuestros temas, las versiones del disco y también algunas más de gente como la Creedence, JJ Cale o Lou Reed. ¡Agotamos el repertorio! Ha sido una noche tan memorable que en unos días grabaremos en el mismo lugar parte de nuestro primer videoclip (para el tema «Ya Está Bien»), que esperamos tener listo a finales del mes que viene. Y estamos empezando a cerrar fechas en formato trío acústico para salas pequeñas. Ya hay cosas comprometidas para octubre o diciembre, pero algunos de los músicos de la banda están involucrados también en otros proyectos y mover el quinteto es complicado y costoso. Yo cuento con el hándicap añadido de que trabajo en un turno intensivo de fin de semana, lo que me complica mucho tocar las noches más propicias de la semana. Pero si hay interés por escucharnos, iremos donde hay que ir. ¡Me encanta conducir y ver mundo!
Eduardo Izquierdo
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Gran banda,no la perdáis de vista